Revista Creaciones

Viviendo con ansiedad y depresión – Parte II

Por Gemma Adeva @holawasel
Imagen de mistressf.

Imagen original de mistressf.

Puedes leer la primera parte de esta serie aquí.

Así que ya estaba diagnosticada: depresión mayor y trastorno de ansiedad. Increíblemente, tener un diagnóstico ayuda. Te aporta una cierta tranquilidad, porque sabes que estás enferma y que no es cosa tuya, que no te has vuelto loca. Entender cómo funciona esta enfermedad es clave para superarla. El conocimiento es poder ;)

Hoy me gustaría hablaros de cómo fue mi tratamiento. Voy a meterme en un terreno pantanoso, el de la medicación. Muchas personas no están a favor de ella, me atrevo a decir que es otro estigma más de las enfermedades mentales. No tenéis que estar de acuerdo conmigo, no creo que tomar medicación sea mejor ni peor que no tomarla. De nuevo, me remitiré a mi experiencia.

Debido al estado en que me encontraba, en mi caso la medicación fue imprescindible al inicio. Junto al psiquiatra iba analizando cómo me sentía y en función de eso probamos varios medicamentos hasta dar con el adecuado para mi. Hubo un momento en el que recuerdo haber estado tomando hasta 4 pastillas distintas cada día… y no, no me hacían dormir todo el día, ni me dejaban atontada. Tomaba un antidepresivo, un ansiolítico, un vial para poder concentrarme en las cosas que hacía (era incapaz de leer de una vez una página de un libro y entenderla) y una pastilla para el insomnio. Wow, cuanta medicación, ¿verdad? Una vez que el antidepresivo empieza a hacer efecto, cosa que suele suceder en unas tres semanas, el resto de pastillas dejaron de ser necesarias. Por desgracia los problemas para dormir fueron de lo último en desaparecer, estuve un año durmiendo mal y teniendo pesadillas recurrentes. Por si sirve de consuelo, una vez que tus preocupaciones se esfuman y te vas recuperando, las pesadillas también se van. Es importante no obsesionarse con ellas y procurar no darles importancia.

En esos meses también iba a terapia con una psicóloga de la Seguridad Social. Mejor dicho, fui tres veces. Encontrar una psicóloga que me funcionara me costó mucho más que encontrar la medicación correcta, jajaja. Con la que me asignaron no congeniaba, en cada sesión se empeñaba en decirme que seguramente estaría traumada por mi infancia y no me daba ninguna solución para mis ataques de ansiedad. Así que en la tercera visita, después de hacer con ella un ejercicio que me hizo sentir muy mal, decidí no volver. No fue su culpa, simplemente sus teorías freudianas no iban con mi forma de ver la psicología. Recuerdo incluso que una vez me recomendó hacerme budista…

Al mismo tiempo me llamaron de la mutua de mi trabajo para hacerme una inspección. Porque si te rompes una pierna y estás de baja un mes, nadie lo ve raro. Pero si tienes depresión, claramente hay que investigarte no sea que te lo estés inventando. Me gustaría añadir que aún estoy esperando a que mi ex jefe se interese por mi. En cuanto la doctora de la mutua se enteró de mis problemas con la psicóloga, me asignó otra psicóloga privada. Y entonces descubrí lo mucho que te puede cambiar la vida el tener un buen terapeuta. Estuve con ella seis meses, acudiendo todas las semanas, y en el primer mes ya pude notar la diferencia. Aprendí técnicas para distraerme y dejar de pensar en la ansiedad, me ayudó a conocerme a mi misma, a saber qué era lo que quería. Me dio las herramientas que necesitaba, que es crucial para que puedas enfrentarte a la ansiedad por ti misma en un futuro.

Mi baja laboral fue de ocho meses en total. Ocho meses. Ocho meses en los que tuve mis altibajos, por supuesto. Lo que más me ayudó fue ser constante con las técnicas que me proporcionó la psicóloga y no dejar la medicación hasta que el psiquiatra lo consideró necesario. No es una enfermedad rápida, lleva muchos meses recuperarse, especialmente cuando es el primer episodio, ya que es algo desconocido para ti y te pilla por sorpresa. No te desesperes, hay que ir pasito a pasito.

Me recuperé. Dejé la medicación. Me dieron el alta (y dejé mi trabajo que era lo que me había llevado hasta aquello). Pero la historia no termina aquí, sería muy fácil. Un año y medio después tuve un segundo episodio, esta vez de ansiedad, que estoy superando justo ahora. Quiero dejar esa parte para el próximo post, porque me hizo cambiar en mi manera de pensar respecto a esta enfermedad y creo que es importante. Me gustaría despedir esta entrada con unos consejos para quienes conviven con alguien que esta pasando por esto, ya que muchas veces no sabéis como actuar con nosotros, especialmente en los primeros momentos:

- No nos preguntes constantemente cómo estamos. Estamos mal, aunque lo preguntes cien veces la respuesta será la misma. Mejor pregunta qué sentimos ese día.

- A las personas con depresión y ansiedad les ayuda recibir detalles (detalles tontos como una revista, un cuaderno, etc.), pero no regales comida. Si ya de por sí nos sentimos mal, comer dulces y chocolate no nos hará sentir mejor.

- Olvida recordarles que tienen mala cara. Ya nos miramos en el espejo y sabemos que no estamos pasando por nuestro mejor momento.

- Lo mejor que puedes hacer es llevarnos a dar un paseo por algún sitio tranquilo. Es importante que nos hagan salir de casa incluso cuando decimos que no nos apetece.

- Y lo que nunca falla: solo has de estar ahí. Escuchar y apoyar, eso es todo. Tan simple y sin embargo lo único que de verdad queremos.

Y para los que estáis pasando por esto, otros mini consejos:

- Aprende cómo funcionan estas enfermedades y por qué se producen. Busca toda la información que puedas. Te ayudará a identificar las señales de que algo te produce ansiedad antes de que suceda, además de que perderás el miedo a la enfermedad y eso supondrá una mejora enorme.

- No pienses que la medicación es algo malo. ¿Le dirías a un diabético que dejara la insulina? Tu estás enferma, así que ahora mismo la necesitas. Más adelante podrás decidir dejarla o no. La medicación no te va a cambiar, no te hace ser otra persona, solo te permite llevar una vida normal.

- Duerme todo lo que necesites. Los ataques de ansiedad son agotadores, yo he llegado a tener todo el cuerpo lleno de agujetas y encontrarme como si fuera a tener gripe.

- Ten mucha paciencia. Aunque te parezca no avanzar y no mejorar.

- Busca un psicólogo con el que congenies. Es importante que puedas confiar en él, irá todo mucho más rápido. Si el tuyo no te convence, cambia a otro, no es delito y puede ser determinante para ti.

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