Revista Viajes

“Vivir 10 días en un templo budista en India” por Natalia S. Castrege

Por Naticastrege

Viajamos al norte de India a vivir la experiencia de meditar en un templo budista.
Veníamos viajando por Asia y habíamos tenido algunas experiencias y acercamientos al budismo, pero esta vez quisimos comprometernos, dar un paso más, avanzar en este camino espiritual.
La estadía fue muy tranquila e intensa, y el tiempo que pasamos allí, valioso y único.
Cumplimos una rutina, a la cual hubo que adaptarse: mantener el silencio, levantarse muuy temprano, estudiar, leer, colaborar y meditar. Practicamos el mindfullness a cada momento, estar presente en el aquí y ahora.  Vivimos sin celular ni internet durante 10 días. 
Nos conectamos con nuestra mente. Comprender y hacer. Ampliar este entendimiento y expandirlo al mundo.
Siendo honesta, muchas impresiones y pensamientos aún siguen procesando en mi cabeza, pero otros ya se han puesto en acción. Ahi va la experiencia contada desde mi lente… 

Causas y efectos de esta aventura

El año pasado, septiembre del 2016, decidimos visitar por primera vez la India con nuestro proyecto cultural audiovisual: “Asia, una realidad”. Estuvimos un mes recorriendo Nueva Delhi, Agra, Jaipur, Amritsar y como último destino, Dharamsala, el pequeño Tibet. Aunque la estadía fue de 7 días, ya que habíamos venido a participar de las charlas del Dalai Lama, prometimos volver (ref: artículo: una filosofia de vida budismo).
Nos fuimos de India para continuar con nuestro proyecto, pero con varios libros budistas en nuestros bolsos, y la experiencia de contactarnos con gente de todo el mundo, muchos viajeros y la mayoría jóvenes que de alguna forma estaban ahí, buscando respuestas. Nosotros también las buscábamos. 
Durante todo el año seguimos viajando por Nepal, Tailandia y Malasia. Nuestro proyecto se había concretado, sumamos experiencias, empezamos un nuevo proyecto y sentimos muchas ganas de volver. La semillita se había plantado y había que volver a regarla con más fe, así que sacamos pasajes para la India, pero esta vez para quedarnos casi exclusivamente en el pequeño Tibet: estudiar, hacer el seminario de introducción al budismo y escuchar nuevamente las Enseñanzas del Dalai Lama.

VOLVER A INDIA
Plan en marcha!. Llegamos a Nueva Delhi unos días antes del Retiro, nos quedamos 2 días en la ciudad y luego tomamos un bus hacia Dharamsala. Otra vez a disfrutar del pueblito de Mc Leod Ganj, que tanto nos había gustado el año pasado!. Pasaron 2 días y llegó el momento! En el taxi viajábamos Julián, Kamini (una chica hindú que vive en el sur de Delhi y que también se dirigía al Centro de meditación) y la que suscribe.
“¿Are you nervous?” alguien preguntó.
Los tres largamos la respiración contenida con un “YESS” que sonó a alivio.
Llegamos!…El Retiro ya era un hecho.

Centro de Meditación “Tushita”: empieZA LA rutina

Del día 2 al 7 la rutina comenzaba a las 5.50am, con el primer GONG que anunciaba que era hora de prepararse para la meditación matutina de las 6.50am. Como tenía miedo de dormirme, saltaba de la cama ni bien escuchaba el sonido, me vestía y llegaba al templo para escribir tranquila antes de la meditación.
Teníamos 3 meditaciones al día, con una duración de 45 minutos cada una  (podíamos estirar las piernas a los 20 minutos): la del despertar, una a la tarde y otra antes de dormir.
Luego del dulce amanecer, desayunábamos con cierta serenidad, producto de haber conseguido al menos algunos segundos de calma mental, y todavía con un poco de ganas de volver a la cama.

“Vivir 10 días en un templo budista en India” por Natalia S. Castrege

Zona de dormis

Aparecían los primeros monos (estaba lleno de monos a esa altura de la montaña), algunas aves que nos regalaban sus melodías… y nosotros: los 106 estudiantes “manteniendo” el silencio a un volumen bastante prudente, mientras contemplábamos el paisaje, que aunque nublado y muchas veces lluvioso, tenía su encanto y su lado de ensueño.
A las 9am empezaba nuestra primer clase del día, a cargo de Venerable Drolma -una monja budista oriunda de Chicago- y era hasta las 12pm, con un break intermedio.
Luego llegaba el almuerzo, y con él los KARMA YOGA JOBS que consistían en actividades diversas para colaborar con el orden y mantenimiento del lugar y duraban de 20 a 30 minutos. A mi me tocó barrer las escaleras que desde la cocina llegaban a las habitaciones, a otros les tocaban los baños, lavar los platos, limpiar vidrios, etc.
Nadie zafa del karma…
A las 14hs era nuestra única oportunidad de hablar y expresarnos hacia afuera. Teníamos un grupo de discusión de 10 personas aprox.. En mi grupo había gente de India, Francia, México, Israel y UK. Sentados en la terraza de la cocina, “cocinábamos nuestras ideas”, reflexionábamos e intercambiábamos opiniones con nuestros compañeros, de acuerdo a 3 preguntas que Drolma nos dejaba en el pizarrón, y que tenían que ver con conceptos budistas vistos en la clase.
A las 15hs siempre había alguien de administración pidiéndonos silencio, porque nadie quería cortar la charla y la discusión. Era la única posibilidad de hablar en el día, así que costaba SOLTARLA.
Volvíamos a clase teórica, teníamos otro break, una meditación guiada, la cena y la meditación antes de dormir.
Los últimos 2 días fueron los más difíciles para mí y supongo que para muchos. Se terminaron los grupos y las clases, y de 3 meditaciones pasamos a tener 7 y con ellas, un nuevo desafío: cerrar los ojos , luchar con el dolor de piernas y con la propia mente.

SENSACIONES E IMPRESIONES

Antes de llegar no tenía muchas preocupaciones ni expectativas. Sólo un poco de ansiedad por querer vivirlo, transitar la experiencia. Sin embargo, las personas a las que les había contado, me preguntaban: “¿Cómo hacés para no hablar durante 10 días?”. Mi respuesta era “aún no lo sé”. “¿Meditar todo el día? Yo no podría”, “Me aburro sin internet”, “Pero…en silencio 10 días?”, y…¿qué comés?, ¿dónde dormís?, ¿clases de qué?, ¿no podés ver el celular?.¿y cómo hacés para comunicarte si te pasa algo?. La cosa es que todos terminaban diciendo, “Bueno, ya nos contarás”. Y por eso, escribí el artículo.
Se me hace muy dificil explicar algunas sensaciones, todavía las estoy descubriendo.
Puedo decir que estar en silencio fue lo que menos me costó y una de las cosas que más me sirvió.

“Vivir 10 días en un templo budista en India” por Natalia S. Castrege

Las escaleras del karma

Me sentí cómoda usando sólo el lenguaje gestual que algunas situaciones requerían. Al final, uno se las arregla para hablar sin hablar, y aunque a veces lo que querías expresar o contestar era más que un NO o un SI, te terminabas entendiendo. Y hasta eran graciosos algunos intentos de conversación. Esto fue casi una clase de teatro.
Me permitió estar más conectada conmigo, escuchar todas las vocecitas internas que no paraban ni un segundo, y conectar mis radares para detectar de donde venían.
También ser consciente de mis estados de ánimo casi como un chequeo habitual: tengo sueño o fiaca, estoy incómoda, me duelen las rodillas, tengo calor o frío, me siento cansada, me siento reflexiva, no sé que me pasa, estoy alegre, estoy molesta, quiero un chocolate, etc.
En cuanto al madrugón, nunca me gustó levantarme ni acostarme temprano, pero tuve que hacer el esfuerzo, y lograba levantarme y acostarme bien temprano. Dormía siesta express después del almuerzo, de unos 30 minutos, y repartía la barrida de escaleras en dos momentos de 15 minutos durante el día.
Conforme pasaban los días, iba corrigiendo mi postura en las meditaciones (no es nada fácil mantenerla) y mi umbral del dolor para soportarla iba creciendo. De los dos primeros días al 7mo noté mucha más flexibilidad, y casi el dolor en las piernas había pasado. Me sirvió mucho hacer ejercicios de elongación para lograrlo.
Aún así, meditar se hizo duro en los últimos dos días, me costaba enfocarme, ya que las meditaciones se duplicaron y mi período menstrual no se quiso perder semejante fiesta y con mucha generosidad trajo al dolor de ovarios, al malestar general, y un dolor de rodillas punzante…re copado. Ahí aprendí a tenerme un poco de compasión. También comprobé que el sufrimiento es real y nos acompaña todo el tiempo, y lo más importante… que hasta para meditar las mujeres somos más complicadas!.
Mi debilidad y mi fe se pusieron a prueba cuando me enfoqué tanto en mi dolor de rodillas que casi lloro del dolor…un momento hermoso: extrema consciencia, sensibilidad menstrual, evasión de mente y falta de ibuprofeno.
Nota: No te preocupes má, después conseguí ibupofeno. 

Me ayudó mucho leer unos libros que retiré de la librería de la Tushita ya que, al ser de las pocas actividades de ocio, les dedicaba todo mi entusiasmo y atención.
Convivir con la naturaleza te da la oportunidad de ser parte de ella, observar por ejemplo las diferentes formas y la gama de colores verdes en los pinos o la forma exacta en la que se movía el sol cuando se iba escondiendo detrás de la montaña a eso de las 18.45hs., o la composición que formabábamos junto al bosque y los rayos luminosos que nos atravesaban; también el comportamiento de los monos y sus juegos grupales, que formaban parte de las comedias que habitualmente nos ofrecían y que disfrutábamos como un espectáculo de Broadway. Simples momentos como disfrutar de un té sentada en la montaña, descubriendo el paso lento pero continuo de lo impermanente.
Pensar, pensar y entender algunas cosas. Agradecer al buen karma que yo misma había generado para estar viviendo lo que estaba viviendo, y de yapa con mi compañero, a la par. Afortunados!.

SIN INTERNET, CONECTADOS

El AQUI Y AHORA, ese tiempo y espacio suspendidos, y esa sensación de tenerlo todo y de estar conectado con todo. La extrañeza de querer saber del afuera, pero al mismo tiempo, saber que estaba todo bien. 
Estar desconectados de internet, teléfonos y aparatos electrónicos.

“Vivir 10 días en un templo budista en India” por Natalia S. Castrege

Silence Please

Me pregunto si hubiese sido la misma experiencia con un celular o computadora disponible. Qué creen?.
¿Y si el espectáculo de los monos era interrumpido por selfies? ¿Los monos se hubieran animado a brillar ante las cámaras? . Y si esos atardeceres se convertían en fotos de portada, ¿alguien los habría observado tan detalladamente?. ¿Y si alguna conversación por internet nos impedía escuchar el canto de los pájaros?, ¿Los pájaros cantan igual cuando nadie los escucha?, Cuántos años tienen estos árboles?, ¿quién soy?, ¿qué hago acá?.

Y AHORA…¿QUÉ HAGO CON TODO ESTO?

“Vivir 10 días en un templo budista en India” por Natalia S. Castrege

Gompa – Templo budista

A todos nos gustaría, cuando sentimos felicidad, serenidad, calma, regocijo, alegría, o nos sentimos verdaderamente afortunados, agradecidos y con ganas de ayudar a todos, poder perpetuar esa sensación. Que no se termine nunca.
Aunque cada lector tiene ideas y pensamientos distintos acerca de la felicidad.
Hay momentos de enojo, de bronca, de soledad, de vacío, de dolor, de impotencia, que nos muestran el sufrimiento, la desigualdad y la injusticia, que nos corren de ese equilibrado amor que desearíamos alcanzar y mantener en nuestras vidas.
Uno busca respuestas, y al final se encuentra con más preguntas…
¿Es posible ser feliz en este mundo?, ¿Es posible vivir el presente?, ¿Qué tan real es todo esto para mi?.
¿Qué hago con todo esto que recibí?. ¿Cómo logro mantener esta sensación de calma que experimenté, en mi día a día y poder transmitirla?.
Como soy una mujer muy práctica, y no me gusta quedarme sólo con ideas en mi cabeza, aunque algunas no son tan fáciles de concretar, dejo que maduren.
Sé que algunos estarán pensando: “Yo nunca podré tener el tiempo-dinero-fuerza de voluntad-oportunidad-ganas-libertad-mástiempo para hacer algo así”.  
Se puede vivir sin internet? No. Bueno si, pero no podría ver a mi sobrina jugar con dinosaurios, o hablar con una amiga como si estuviéramos tomando mates una tarde cualquiera, incluso publicar este artículo y difundirlo. Reformulo la pregunta, porque a veces es una cuestión de ópticas: ¿cuanto tiempo de mi día de hoy voy a navegar en internet?.  ¿El necesario?.
En cuanto a la calma mental y la felicidad, es posible que medite 4 horas por día todos los días? Y no creo que pueda hacerlo ahora, con esta realidad, o no sé si es lo quiero. Ok, ¿puedo incorporar aunque sea una meditación en mi día?, ¿15 minutos? SI, es posible. ¿Puedo tomarme con calma las cosas que ocurren, puedo evaluarlas con tranquilidad?.
¿Y qué hay de aprender, de ser estudiante una y otra vez?. Abrirse a nuevas perspectivas, expandir nuestro cuerpo y mente. Todo se puede aprender, es maravilloso!.
Aprender por ejemplo a estar consciente aqui y ahora, PRESENTE.

ENERGÍA DE CRECIMIENTO 
Espero que cada uno de nosotros pueda reconocer esas pequeñas cosas que nos acercan a nuestra esencia. Ser conscientes de ellas para poder generarlas continuamente, mantenerlas, compartirlas y expandirlas en todos los entornos y a cada segundo de nuestra existencia. Ese es mi deseo hoy.

Recibimos varios mensajes por privado, a raiz de algunos artículos, gente que nos da sus opiniones y nos cuentan experiencias, o necesitan nuestro consejo para lanzarse a alguna aventura. Contestamos cada mensaje con alegría. Pero además quería proponerles abrir el juego e intercambiar con otras personas que no conocemos, nuestras impresiones y nuestras dudas.
Si se animan… están activados los comentarios.

Buena semana…. Nati


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