Revista Arte

Vivir sin arraigo

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

¿Se puede vivir sin arraigo? ¿Dónde está el límite entre sueño y realidad? Y, sobre todo, ¿tiene esta distinción, a menudo, alguna relevancia?

La expedición al baobab nos obliga a plantearnos estas preguntas.

La lectura nos abre la puerta a un mundo donde esta diferencia se hace, en muchos momentos, superflua, porque la imaginación y la realidad de la vida están tan estrechamente relacionadas que no somos capaces de deslindarlas. La voz femenina de la protagonista en sus primeras reflexiones se dice a sí misma: "[...] callar para proyectar los sueños hacia fuera, porque el séptimo sentido es el sueño. [...]. Si me permito dormir tan a menudo, ya no es por azar y, desde hace mucho tiempo, tampoco es una evasión. Es el único momento en el que vivo, me digo".

No es que la autora emplee un estilo narrativo en clave onírica al modo de Kafka. Stockenström (Napier, Sudáfrica, 1933) no hace uso de la pseudoabsurdidad del lenguaje del sueño como el autor de Praga, su registro no recurre a la macrometàfora, sino al lirismo y a la pequeña metáfora, que en el texto de Stockenström abunda por doquier. Se percibe que la autora es también poeta y que participa vivamente de una tradición literaria inmersa en culturas africanas. Si bien alejada de la tradición yoruba a la que pertenecía Amos Tutuola (Nigeria), algunos pasajes de esta novela sudafricana recuerdan a El bebedor de vino de palma, del autor nigeriano. La capacidad de describir situaciones en un lenguaje universal de imágenes que escapa a la condición prosaica de la razón es indiscutible.

Sin embargo, lo que narra en primera persona la protagonista tiene más que ver con tragedia y desafección que con idilio y amor. La materia narrativa la conforman el pensamiento y las reflexiones de una mujer que, desde su nueva condición y el amable lugar que ahora la acoge, el vientre del gran baobab, el árbol que le ha dado protección desde que ha logrado vivir por sí misma, rememora su vida. A través de esta remembranza la conoceremos, así como también sus sentimientos y la descripción que hace de lo que ve y pasa a su alrededor. Y es en estas descripciones donde se concentra más la carga metafórica y el lirismo. Porque lo que concierne a la vida que le ha tocado a ella en suerte, como un destino inapelable, no hay duda de que no pertenece a la esfera del sueño. Entonces la narración adopta un registro concreto y taxativo.

Ella, que en su niñez fue capturada, después del salvaje asesinato de su familia y la destrucción de su pueblo por parte de comerciantes de esclavos, ha pasado por varios dueños como esclava, propiedad ajena. Falta de libertad y sometida siempre al capricho del señor de turno, ha experimentado la maternidad, el dolor de verse separada de sus hijos cumplido el destete, el sexo como amante o concubina, también el enamoramiento, pero nunca, hasta que ha encontrado cobijo en el árbol, ha dispuesto de su persona y de su tiempo. Y no hay lamento en sus palabras, únicamente constataciones; y en este laconismo, de emoción estrictamente contenida, radica justamente la dimensión de la crueldad de los hechos que narra relativos a su vida y la de otros esclavos que comparten su misma suerte.

Sólo ahora, en su soledad y desarraigo, en medio de la naturaleza, en algún lugar de un país africano que podrían ser muchos, la antigua esclava ha devenido persona y se sabe persona. Desde este entorno ella conforma la naturaleza; está inmersa en ella como un elemento más y depende de ella. Las descripciones de la naturaleza constituyen la mayor parte de la materia narrativa, a menudo esplendorosa, preñada de agua ("el espíritu de agua" y "mi espíritu de agua" son leitmotiv de la novela), en otros momentos reseca y yerma. En este sentido, el medio natural se nos presenta como el lugar que, lejos de idealizaciones pseudorománticas -ella es testimonio de violencia, muerte y destrucción en su entorno-, es el único capaz de acoger al ser humano como ser natural que es.

La acción está ubicada en un momento indeterminado del tiempo. Los hechos pueden haber sucedido siglos atrás y hasta la segunda mitad del siglo XX. Stockenström trata una temática que, lamentablemente, la Historia se ha encargado de convertir en clásica.

La novela, escrita originariamente en afrikaans, fue traducida al inglés por J. M. Coetzee. La traducción que llega a nuestras manos se ha traducido del inglés. En catalán, en versión de Dolors Udina, la ha publicado este año Quaderns Crema.

Wilma Stockenström

La expedición al baobab

Traducción de Lorenzo Luengo

Siruela, 2019, 136 pp.


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