Revista Espiritualidad

Volver a conectar con la esencia

Por Elbioplanning @bioplanning
Volver a conectar con la esencia
 Hace unos días estuve cenando en casa de un amigo que es fanático del programa de televisión  La Voz kids. Cuando comenzó a mirarlo mi primera reacción fue protestar porque no era mi intención tener que verlo, pero después decidí tratar de sacar algo bueno de la experiencia. Para quienes no lo conozcan se trata de un show donde van diferentes voces infantiles a competir, se presentan miles de niños, y  en la primera fase los van eligiendo y en la segunda los empiezan a eliminar hasta que queda solo uno, que es el ganador. 
Cuando los niños acababan las presentaciones después de haber desplegado todo su talento cantando, tomaban a los que iban siendo eliminados para hacerles algunas preguntas. Lo que más nos llamó la atención fue que la mayoría decían y sentían que lo habían hecho muy bien, que habían realizado una actuación muy buena y que no les  importaba haber quedado fuera porque esto era el comienzo de algo muy grande que les esperaba. Me puse a pensar en la diferencia de reacciones de la gente cuando se hace adulta. 
  • Nos volvemos mucho mas críticos y duros con nosotros mismos 
  • No solemos ver un fracaso como un escalón o como el comienzo de algo 
  • No nos atrevemos a expresar las cosas buenas que opinamos de nosotros mismos por miedo a quedar como soberbios o por falsa humildad

A la siguiente semana, un Domingo, comencé a hablar por whatsapp con una amiga que estaba sentada en una plaza en Buenos Aires. Con ella suelo mantener conversaciones  profundas por este medio, y mas de una vez nos hemos "sacado las papas del fuego" con simples mensajes. Me describía la imagen que tenía delante:  eran los niños jugando en el parque bajo el cuidado de sus padres. Entre ellos había una inmensa solidaridad y empatía, textuales palabras de mi amiga "Se prestan los triciclos, se intercambian las palas de plástico, se ayudan mutuamente para hacer funcionar los juegos del parque"  Durante el verano en las playas de España veo todo el tiempo la interacción entre niños de diferentes países, culturas y que no comparten ni siquiera el idioma, pero son capaces de organizar un sistema perfecto de de juego,  con sus propias reglas y donde solo ellos mandan. Y todo esto sin hablar y sin saber tan siquiera sus nombres aunque hayan pasado horas juntos. Otra vez me vino la idea de cómo cambia el ser humano cuando crece. Nos hacemos desconfiados, más egoístas, queremos saberlo todo de la persona que está delante porque el prejuicio y la curiosidad nos invade, nos posee. Necesitamos saber para juzgar y medir todo el tiempo si el otro es fiable o no, no sea cosa que tengamos que desconfiar y nos relajemos. Cuando los niños se caen al suelo se levantan enseguida y siguen corriendo o jugando, solo arman un verdadero escándalo cuando los adultos salen corriendo a socorrerlos como si fuera una tragedia. Para ellos no hay tragedia, están tan conectados con la fuente y son tan autorreferentes que todo lo que ocurre está perfecto. De mayores nos contaminamos, nos desconectamos de nuestra esencia original. Tenemos que volver a conectar, volver a confiar en nosotros mismos, en los demás, en que todo lo que pase va a estar bien, porque el plan mayor del origen es mucho mas grande que el nuestro, que es una mínima escala, somos una miniatura ridícula a comparación de la grandeza del universo.Los niños están aun conectados, tienen una información que los adultos hemos perdido. Pienso que observarlos e imitarlos nos enseñaría más que corregirlos. Porque como todo lo que está en la naturaleza, ellos, las plantas y los animales, son nuestros mejores maestros.                                                                    

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