Revista Cine

Volver a ver: acerca del efecto de las revisiones y el análisis de dos obras en particular; derivaciones y desviaciones (Especial Parte I)

Publicado el 27 octubre 2009 por Elchapa
Hace poco se inauguró aquí la sección “Toco y me voy”, con una especie de reseña del clásico de Kubrick “2001: Odisea al espacio”. Aunque seguramente en algún futuro, de momento no siento la necesidad de sentarme a ver el film nuevamente. Dentro de muy poco el próximo título de la nueva sección será “American Graffiti”, de George Lucas, y la verdad es que aunque me gustó tampoco me dan ganas de volver a experimentarla.
Cúlpenme, pero en general no soy muy fanático de las revisiones. Entiendo que hay ciertas películas que no se pueden apreciar con un solo visionado (“Donnie Darko” se me viene a la cabeza), entiendo que hay otras que nos tocan una fibra personal o nos producen una conexión y no podemos hacer más que mirarlas repetidamente (vi “Sábado” cinco veces en lo que va del año) y no hay duda de que también están aquellas que marcan su presente y futuro apenas las vemos (ahora se me cruza “Smokin’ Aces”, aunque sé que no todos estarán de acuerdo). El futuro, en este caso, es el de no encontrarnos con esas películas nunca más. Todo esto, claro está, va más allá de que el film en cuestión sea bueno o malo.
Algunas veces me gustaría padecer el “Síndrome Goncha”. Es un síndrome que tiene su nombre en honor a mi hermano, y que consiste en el visionado repetido de películas por televisión. Cuando a la misma hora pueden estar pasando cosas que nunca vio, él no se cansa de ver films -a mi entender en calificación de regulares para abajo- que ya ha visto no una, sino varias veces. Matsan también padece el síndrome, que puede tener su efecto positivo en algunos casos, como el de ver buenos films del estilo de “Los piratas del Caribe” una cantidad incontable de veces. Habría que preguntarle a ellos: ¿Por qué? ¿Por qué esas películas tantas veces? ¿Las aprenden a querer más? ¿Les revelan nuevas cosas? ¿Las aprecian desde algún aspecto en particular?
Con la mezcla de esas preguntas yo encaro mis revisiones, que son pocas y espontáneas. Y sí, analizo un poco más, presto atención a los detalles, si son películas que adoro intento buscar fallas. Sin intención alguna, este año me encontré viendo varias veces “Ligeramente embarazada” (aquí mi crítica) y “Juno” (aquí mi crítica). Es obvio que en una crítica relativamente corta uno no llega a decir todo lo que a veces necesita o quiere detallar acerca de un film, y de ahí los análisis como el último de “Bastardos sin gloria”.
Volver a ver: acerca del efecto de las revisiones y el análisis de dos obras en particular; derivaciones y desviaciones (Especial Parte I)
Al menos personalmente, estas revisiones no buscadas ratifican lo que una película significó para mí en un primer momento, y me dan la posibilidad de deleitarme ante diálogos y situaciones que verdaderamente son un deleite. Por el tema del embarazo y un género que las une, la película de Apatow y la de Reitman pueden contraponerse. A lo sumo, después de verlas tantas veces entiendo que hay una que apela más primordialmente a lo cómico (la primera) y otra a lo dramático (la segunda), y que de allí la construcción de personajes de cada una está realizada al servicio de esa necesidad. Los personajes de “Ligeramente Embarazada” son hombres grandes a la deriva, casi eternos adolescentes que no hacen nada de sus vidas y ello no les presenta contradicciones; sólo uno, el protagonista, se ve ante un cambio radical por una mujer a la que el embarazo le descoloca su forma de vida. Los personajes de “Juno” son adolescentes que tienen señas de suma madurez, en su hablar y en las decisiones que toman; la mujer con un embarazo que al final del día no suena tan mal y que está dispuesta a asumir casi como producto de un acto de puro amor (el personaje de Ellen Page es sumamente complejo a propósito –siempre lo dejé claro-), el hombre con ganas de formar parte pero entendiendo que es una edad en la que tiene que mantenerse al margen, aunque también sienta ese amor puro que generó el ‘percance’. Los hombres mayores, a diferencia de la inmadurez y relajación del ‘prototipo Apatow’ del otro film, viven con contradicciones constantes, sobre el estilo de vida que llevan, sobre las relaciones personales con los miembros de su familia y alrededores (relaciones siempre imperfectas por principio y multidimensionales para que la imperfección no parezca un estereotipo y quede signada como defecto en el film); tanto que cada vez que uno vuelve a ver el film, se asombra ante la lucidez de las conversaciones que comparten...Todos con todos. Esta lucidez también está presente en Apatow, pero allí más que nada lo que sucede es que nos reímos mucho.
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