Revista Diario

Voto en blanco

Por Igork

voto en blanco

 

Porque los políticos no sueñan, ni tan siquiera con ovejas eléctricas.
J.R.R Tolkien ya no enseñó que la metáfora del Señor de los Anillos es que el poder corrompe absolutamente. Habrá que recordarlo en estos días grises. El próximo día 28 de noviembre de 2010 son las elecciones al Parlament de Catalunya, un hemiciclo tristón, una sombra. Yo votaré en blanco. Como soy un tipo apático, que no hace nada para mejorar la sociedad en la que vive, mis únicos nexos con el sistema son los préstamos y el voto.
Iré a votar, aunque sea con una pinza en la nariz, que diría Montanelli Voto en blanco en las elecciones catalanas, en las españolas, en las europeas y se me dejan, en las de Samoa Oriental. Entiendo que no votar es favorecer a los grandes partidos y quedarse callado. Creo, no afirmo.Votar es mi única posibilidad de hablar. Votar en blanco, basando en cuatro puntos:
1. El sistema no funciona, es evidente. Los políticos son una casta endogámica. Es necesario un cambio de sistema que a ningún poderosos le interesa realizar, pues su objetivo es la perpetuación, como cualquier clan o grupo de magos. 5.000.000 de votos en blanco pudiera abrir una reflexión.
2. Mediocridad general y corrupción. Que me preocupa enormemente. Nuestra casta de sacerdotes-políticos son más flojos que una novela de Corín Tellado (perdona Corín). La corrupción de la clase política es evidente, y ha empezado a aflorar. ¡Cuidado! Que estas cosas no surgen de la nada.
3. El arte de gobernar, la política, se ha transformado en los últimos años en marketing. Esto es, el mensajero ha devorado al contenido, al igual que en literatura, el cine o la comida para perros. Los ciudadanos somos consumidores, o en el mejor de los casos, usuarios.
4. Los políticos no sueñan. No hay utopía, todos van cojos de grandes ideas. Todavía sueño. Los sueños son necesarios, de ellos nace el deseo, del deseo nacen los cambios.
No es creáis que soy un utópico. Entre Henry Kissinger y Jesucristo, solo me parezco al primero. Y veo que los políticos no nacen en un laboratorio. Su caldo de cultivo es nuestro mundo, no, tampoco son replicantes. Nacen, crecen y mueren en una calle, en un barrio como el mío. De algún modo, los políticos son el reflejo, los hijos, de una sociedad. En este sentido, me he propuesto ser más crítico con todo lo que hago, digo y pienso, aunque tenga un peso liviano. Primer paso.


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