Revista Cultura y Ocio

Voy a quererte [po-co] a [po-co]

Publicado el 03 noviembre 2013 por Evagp1972

Voy a quererte [po-co] a [po-co]
Esta noche la he soñado vestida con un largo quimono dorado y verde en un jardín imperial. Yo le servía té blanco de perlas de dragón en una taza grande, de porcelana blanca y crisantemos rojos, y ella me sonreía. 
Ella es aún más hermosa después del amor y si se lo dices se le tiñen las pecas del color de las cerezas maduras. A veces sostiene en la mano una sombrilla naranja y avanza a grandes versos sobre una cuerda tensa, de equilibrista. Algunas noches no puede dormir y calla, guarda silencios y fuma, escribe la insomne en su máquina toc toc toc para seguir siendo sola toc toc mientras el resto duerme. 
A veces ella cambia y se llama Bel y recibe sobres transparentes como la piel de la mujer que los envía y que le regala su nombre en una nota contenida, plegada en forma de pájaro-recuerdo-de-estaciones-menos-áridas. A veces busca síntomas y se lame los dientes y sabe que el miedo no va a poder tocarla, esta vez. Me atreví a imaginar sus piernas y a cantar su gloria un día de verano junto a una piscina, aunque a ella le agobie el verano y prefiera tejer bufandas clic clic clic para los días del frío. 
A veces ella hace de los libros su trinchera y dice no, dice todavía, dice pero, dijo te quiero pero eso ya es otra historia. Siempre quedará entre los posos una fe, sin embargo, y por eso ella sigue tocando a Bach en su flauta plateada, y sigue haciendo entrevistas y escribiendo reseñas con las manos llenas de Salitre, porque la música y la escritura lograrán salvarla siempre. 
Ahora ella ha decidido a(r)marse de tinta y de agujas y de locura para detener el tiempo que todos esperaban para ella y escribir: el dolor y la cura. Ahora ella ha lanzado el Proyecto [po-co] junto a Anna Roig y casi puedo verla trabajando para sus mecenas en una mesa redonda de madera antigua, en su ciudad tan lejos de la mía pero con el mismo mar que veo desde mi ventana. Ella está allí, concentrada bajo la luz de una lámpara en su habitación a oscuras, con el cabello rizado acariciándole la espalda mientras canta bajito canciones de películas francesas. Y yo estoy aquí pensando en sus bellas manos que tejen cuadernos de láminas con música y tinta, ternura y sueños, poquito a [po-co]. Quisiera pensar que alguna vez, cuando ella descanse un momento y acerque a sus labios una taza de té, quizás blanca y con un gran crisantemo rojo, ella piense por un segundo en mí. Y me sonría. 

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