Revista Cultura y Ocio

Vuelta al año en 52 (o más) cuentos: jornada XX.

Publicado el 30 mayo 2015 por Zazou @biblio_zazou

Al sur de una frontera geográfica de la literatura, la norteamericana, hace un siglo surgió una corriente de escritores que, por encima del localismo de la ambientación de sus historias, relataron con maestría la condición humana que trasciende los límites de la geografía, la época o la raza que le dieron ese brillo especial que los caracteriza. Ante la mención de la literatura sureña siempre recordamos a Faulkner, Capote o ese fenómeno que fue Harper Lee, célebre por una única (hasta ahora) y maravillosa novela. Después, probablemente, ya vienen a la mente Ellas, las cuatro damas del sur: McCullers, O'Connor, Welty y Porter.

La mirada de Katherine Anne Porter sobre la realidad tiene filo, un filo que la abre en cortes pequeños para ver lo que hay dentro sin desangrarla del todo. Consigue llamar la atención prescindiendo de lo ostentoso: concentrada en el punto exacto, ajustada como la propia piel, inequívoca y reveladora.

En esta jornada os traigo la primera de las tres novelas cortas* contenidas en "Pálido caballo, pálido jinete". La compilación de toda su obra breve (recogida en este y dos libros más) ganó el premio Pulitzer en 1965.

VIEJA MORTALIDAD. Katherine Anne Porter

Hay fronteras que se cruzan de forma inevitable y que suelen conllevar descubrimientos, no siempre placenteros. Primero se descubre el mundo al alcance de la mano y se pinta con colores familiares y evocadores; luego, se descubre el mundo de verdad, el que está lleno de claroscuros y recovecos difíciles de explorar. El choque de las realidades que conforman la existencia nos va construyendo, aunque también nos puede destruir.

Estructurada en tres tiempos, que se corresponden con tres partes, la narración trae una historia de un pasado familiar que roza lo mítico y lo misterioso y, a medida que la narradora crece y madura, va despojándose del aura de romanticismo. Tres puntos de vista, tres momentos de una vida que, a través de otras vidas ajenas, va encontrando el camino de la suya.

"[...] La vida era una sustancia, un material a utilizar, que tomaba forma, dirección y sentido sólo cuando el poseedor lo guiaba y lo trabajaba; vivir era un progreso de continuos y variados actos de la voluntad dirigidos hacia un fin determinado."

La vieja mortalidad a la que se refiere el título se convierte en algo más que un verso en una lápida: es la mortalidad de la identidad obligada a evolucionar, la de los vagos sueños de infancia, la de un mundo limitado que necesita abrirse a experimentar.

Y es que, en una cierta forma, un final es un principio.

"Ah, pero queda mi propia vida por venir, pensó, mi propia vida ahora y luego."

*En el prólogo, Juan José Saer recoge las palabras que la propia autora escribió en el prefacio del volumen de sus relatos completos en forma de súplica dirigida al lector:

"Le pido al lector un amable favor por el que le estaré eternamente agradecida: por favor, no llame a mis novelas cortas Novelettes, o peor aún, Novellas. [...] Por favor, llamen a mis obras por sus nombres verdaderos, con alguno de los cuatro de que disponemos: cuentos cortos, cuentos largos, novelas cortas, novelas. Dispongo de ejemplos de las cuatro especies que designan esos nombres, y que me parecen claros, suficientes y expresados en inglés corriente."

Una polémica de largos dedos.

Vuelta al año en 52 (o más) cuentos: jornada XX.

Esta edición de " Pálido caballo, pálido jinete" ( Pale Horse, Pale Rider)

es la de Círculo de Lectores de 1998,

con traducción de Maribel de Juan (cedida por Destino).


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