Willy Toledo, defensor de la libertad

El Sr. Toledo parece haber participado en un acto violento, poco después de iniciarse la jornada de huelga, esto es, a eso de las doce y media de la noche, que le resultó toledana precisamente, al propietario de un bar que permanecía abierto a tales horas contraviniendo las indicaciones sindicales de detener toda actividad en el país. Lo malo de Willy es que, como mucho progresista de salón, utiliza la ley del embudo en lógico beneficio propio y aprovecha para imponer su criterio en contra del derecho que tiene todo ciudadano de este país, en no secundar la huelga general. Imponer las ideas mediante la violencia, lo que ha hecho Willy Toledo, es una forma de dictadura tan criticable como el nazismo o el franquismo, ese que todavía no fueron capaces de sacudirse del alma numerosos izquierdistas que buscan desesperadamente una razón para sus reivindicaciones. De momento, apoyado por la plana mayor de artistas de la ceja, el Sr. Toledo es puesto en libertad tras el heroico acto de imponer a un inmigrante trabajador, la obligatoriedad del paro promovido por unos sindicatos que ven peligrar su privilegiada posición por el recorte de subvenciones. Debe ser que Willy Toledo también está atemorizado por la más que probable merma en la financiación de películas sobre la guerra civil, e interpreta que la mejor defensa es un buen ataque. Se equivoca en las formas que él mismo predica: La utilización de la violencia nunca está justificada, y por eso, además de un dictador, es un hipócrita.