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“X-Men: Primera generación”: La difícil coexistencia

Publicado el 04 junio 2011 por La Mirada De Ulises

[6/10] Parece que no cabe la coexistencia pacífica entre los mutantes ni tampoco entre los humanos, como no la hubo en la prehistoria para los Homo neanderthalensis y los sapiens en su lucha de supervivencia. Si la evolución se pudiera demostrar por esas constantes de odio, venganza, ambición y miedo… viendo el comportamiento descontrolado de unos y otros, podríamos concluir que todos tenemos el mismo ADN. En “X-Men: Primera generación” descubrimos el origen de todo, el momento en que la radiación provocó mutaciones genéticas en los hombres para dar lugar a unos seres distintos, y aquel en que los campos de concentración nazis fueron el caldo de cultivo del que Sebastian Shaw y Matthew Vaughn (dos creadores de monstruos o superhéroes, cada uno a su modo) extrajeran todo el odio necesario para desencadenar una espiral de violencia y amenazar al mundo con una tercera Guerra Mundial.

“X-Men: Primera generación”: La difícil coexistencia

Acierta el director al situar en ese nido de víboras nazis el germen de la posterior Guerra Fría y de la crisis de los misiles de Cuba, en la que rusos y americanos se comportan como títeres de otros poderes oscuros, como espectadores atónitos de una guerra que se está librando entre los mutantes. Con el coronel soviético o el responsable de la CIA, asistimos desde nuestra butaca a un espectáculo de efectos especiales y a increíbles demostraciones de poder que hacer volar submarinos por los aires o bailar a los misiles sobre la playa, en dos escenas extraordinarias… como lo es la del ataque al Centro de la CIA. Vemos muchas más cosas alucinantes con telépatas, exhibiciones y transformaciones de aspecto –Emma Frost (mujer diamante) rivaliza con Raven/Mística, y por tanto January Jones con Jennifer Lawrence–, asistimos al reclutamiento de unos críos mutantes que deben aprender a controlar sus poderes con un primer entrenamiento… en que la cinta se empantana en lo narrativo en ese muestrario de habilidades y torpezas, aunque en ningún momento pierda nada de su poderío visual.

“X-Men: Primera generación”: La difícil coexistencia

En realidad, todo cambia en las formas para que todo siga igual en el fondo, porque los humanos no dejan de ser mutantes en sus acciones e intereses, y los mutantes no son más que humanos alterados en su código genético. Los primeros se empeñan en mantener un tenso equilibrio en su lucha por el poder… hasta que aparezca otro enemigo que les amenace con quitarles su hegemonía; los segundos tratan de vengarse de quien les robó sus buenos recuerdos, de ocultar su aspecto para parecer normales, de enriquecerse y dominar el mundo. En uno y otro jardín, siempre acecha la tentación y no faltan deslealtades y cambios de bando… porque el problema está en “conseguir el punto de equilibrio entre el odio y la serenidad”, en aceptarse como uno es porque la diferencia es la mayor riqueza entre humanos y mutantes, en entender que todos formamos parte del mismo equipo y que cada cual no debe perseguir objetivos personales. Esas son las premisas de ese primer “grupo de mutantes de la CIA” bien dirigidos por el profesor Charles Xavier, ejemplo acabado de la paz que busca en un terreno de misiles y odios.

“X-Men: Primera generación”: La difícil coexistencia

Por eso, queda bien reflejada esa íntima conexión entre la paz personal y la internacional, y también la grave responsabilidad de quienes tienen mucho poder y lo utilizan para propio beneficio… advertencias que el profesor hace al colérico Erik. Todo el discurso político-social y antropológico no llega a saturar al espectador porque el interés de la historia por conocer la formación de X-Men o la manera en que Charles Xavier acabó en una silla de ruedas permanece vivo, porque visualmente la cinta tiene momentos muy atractivos que nos llevan al universo del cómic de superhéroes de la Marvel –la partición de la pantalla durante los entrenamientos de los jóvenes mutantes es un ejemplo–, y porque los trabajos de James McAvoy (Charles Xavier/Profesor-X) y Michael Fassbender (Erik/Magneto) aportan humanidad en esa lucha interna entre el bien y el mal, mientras que el de Nicholas Hoult (Hank/Bestia) trae fragilidad y complejo a una cinta que corría el peligro de quedarse en efectismo hueco y en la acción trepidante y repetitiva.

“X-Men: Primera generación”: La difícil coexistencia

Esta nueva película de superhéroes resulta entretenida y su narrativa es ágil, aunque incurre en tópicos y situaciones ya vistas en anteriores entregas, y puede gustar a los aficionados sin llegar a entusiasmarles en exceso. Al final, unos magníficos títulos de crédito dignos de Saul Bass, y unas nuevas identidades para la misma naturaleza –la humano-mutante o la mutante-humana, que da lo mismo–, condenada a una difícil coexistencia por la permanente lucha con el que es diferente.

Calificación: 6/10

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En las imágenes: Fotogramas de “X-Men: Primera generación”, película distribuida en España por Hispano Foxfilm © 2011  Bad Hat Harry Productions, Marvel Studios, Donner’s Company, Marv Films y Twentieth Century Fox. Todos los derechos reservados.

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Publicado el 4 Junio, 2011 | Categoría: 6/10, Acción, Año 2011, Ciencia-ficción, Críticas, Hollywood

Etiquetas:crítica, guerra, James McAvoy, January Jones, Jennifer Lawrence, Matthew Vaughn, Michael Fassbender, Nicholas Hoult, Saul Bass, X-Men: Primera generación


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