Revista Espiritualidad

Xi jornadas internacionales de filosofía política

Por Josep Pradas
RESUMEN DE MI COMUNICACIÓN, LEÍDA ESTA MAÑANA EN LA FACULTAT DE FILOSOFÍA DE LA UB.
XI JORNADAS INTERNACIONALES DE FILOSOFÍA POLÍTICA
EL MOTÍN DE RÉVEILLON (1789)UNA MOVILIZACIÓN POPULAR SIN WHATSAPP
Un episodio aislado, aunque no único, ocurrido en los albores de la Revolución francesa. Abril de 1789, en el contexto de los Estados Generales recién convocados y en pleno proceso de elección de los representantes de cada estamento. Un comentario desafortunado: que los obreros podrían vivir con un salario inferior a la media. Su autor, Réveillon, un antiguo obrero reconvertido en emprendedor, propietario de una fábrica de papeles pintados.
Se interpreta como una traición, y el desafortunado comentario se extiende entre las clases populares parisinas como un reguero de pólvora. Las masas se congregan y rodean la fábrica, aunque son inmediatamente dispersadas. Pero al día siguiente se renueva el asedio, con el apoyo de gentes venidas de todos los barrios periféricos de la ciudad. La policía tiene problemas para alcanzar el centro del tumulto porque la muchedumbre invade las calles y bloquea su paso. Arde la fábrica y comienzan los enfrentamientos. Sólo la aparición de efectivos armados con artillería consigue disolver la revuelta al caer la noche. Hay unos 500 muertos. Réveillon no ha sufrido daño alguno, al refugiarse en la Bastilla.
En tanto que episodio de movilización popular contra una situación derivada de las estructuras del poder económico, este episodio no difiere en nada de otros anteriores ni de otros posteriores, tan recientes como los escraches provocados por comentarios similares, en este país durante los años de crisis. En mi trabajo cito abundantes ejemplos documentados.
Se trata de reacciones emocionales, espontáneas y poco planificadas. El calificativo emocionalya aparece en las primeras interpretaciones historiográficas sobre la revolución francesa, como la de Carlyle, basada en literatura testimonial. Soboul también suscribe esta interpretación.
A partir de aquí voy a establecer una línea divisoria entre las formas de violencia política:
  • Violencia planificada desde instancias de poder, no necesariamente de gobierno (puede haber una planificación desde instancias que desean conseguir el gobierno porque se sienten con el poder suficiente para lograrlo), que es de largo recorrido, de desarrollo estructural, sistémico, pro-activo, residual o inercial (no sólo hablo aquí de violencia política directa, sino también de la derivada de las fuerzas económicas).
  • Violencia espontánea, emocional, reactiva, de escaso recorrido, de bajo nivel de planificación, cuando no improvisada, de inmediata actuación y rápida disolución, salvo que haya ocasión para la resistencia.

En todos los procesos revolucionarios se dan estas dos formas de violencia, en ocasiones de forma combinada (generalmente, la violencia espontánea de las masas es instrumentalizada por los grupos que pugnan por la conquista del poder en su propio beneficio). Pero vamos a centrarnos en el segundo tipo, protagonista del motín de Réveillon.La violencia popular suele canalizarse por este último camino, y se desata principalmente a partir de la conjunción de dos factores desencadenantes:
  • Un contexto previo de violencia estructural, que desemboca en un grado de insatisfacción o descontento, cuando no de sufrimiento continuado, que sirve de umbral para el inicio del proceso.
  • El rumor, que propaga la necesidad de reacción entre las masas y que sirve también de desencadenante de la dinámica grupal.

Ante estos elementos, me pregunto qué diferencias hay entre el motín de Réveillon y las movilizaciones populares que hemos conocido recientemente (pongo el punto de inicio en la manifestaciones de la Plaza Tahrir, en Egipto, lo que se ha dado en llamar la Primavera Árabe; también tenemos como referente las movilizaciones de Mayo del 68, tanto en París como en Praga, llevadas a cabo sin contar con las tecnologías que hoy usamos tan cotidianamente).
  • El factor rumor está presente en todos estos episodios, los viejos y los actuales. Simplemente ha cambiado el canal de difusión del mensaje, como señala Manuel Delgado, pero las actuales movilizaciones se alimentan del mismo factor rumor que antaño, cuando no disponían de tecnologías comunicacionales a distancia. Ahora, sin embargo, el rumor se propaga con mayor rapidez y alcanza a un mayor número de personas. La cuestión es si las consecuencias de estos avances tecnológicos son determinantes en el desarrollo material de los hechos, en la capacidad real de convocatoria y en la manifestación final de las formas de violencia, y en su radicalidad.
  • Visto el desarrollo del episodio de Réveillon, cabe sospechar que no tanto como podríamos imaginar. Parece que el factor de fondo, el contexto previo de violencia estructural sufrida, es el desencadenante esencial del proceso espontáneo de violencia popular, y causa de su capacidad de convocatoria.
  • También hay que contar con factores demográficos: la población amotinada en 1789 era muy joven y sometida a enormes carencias materiales y educativas. Cuando se trata de un 70% menor de 40 años, con elevados índices de indigencia, se debe tener la sensación de que no hay nada que perder. Esta es la gasolina que alimenta la rebelión.
  • Nada que ver con la situación actual:
    • Población envejecida que no secundará en las calles las protestas juveniles.
    • Clases populares que disponen de cierto nivel de educación y acceso a los medios de información, redes sociales, etc. Esto puede parecer un factor favorable a la movilización popular, pero en realidad, como más adelante se considera, puede ir en su contra también.
    • Clases populares que hoy aún son pequeñas propietarias y sienten que tienen algo que perder en un escenario de inestabilidad política y social.
    • La información que las clases populares gestionan sobre su propia condición en el seno de la sociedad está mediatizada y controlada por el poder político y grupos de intereses económicos (si en 1789 esto también ocurría, lo era en un grado comparativamente mucho menor, porque sin tv, ni radio, ni información en red, no había un metadiscurso legitimador del poder que alcanzase una difusión tan masiva como hoy; no obstante, no hay que desdeñar el papel de la prensa revolucionaria en la movilización de las clases populares en 1789).

Todos estos factores pueden explicar el bajo calado de las movilizaciones populares actuales.
  • Aunque han sido constantes e incluso encadenadas en varios países del mismo entorno (Grecia y España, por ejemplo), no han desembocado en cambios políticos perceptibles, al menos con la inmediatez que se observa en el momento de Réveillon (abril, julio, agosto, octubre de 1789 son fechas clave en los inicios de la Revolución francesa, y en todos los episodios hay una activa participación popular).
  • Hay picos de violencia extrema, pero no desembocan en revueltas generalizadas contra los poderes económicos, atrincherados como están en las estructuras políticas, principales causantes del deterioro de la vida de los ciudadanos.
  • Las nuevas tecnologías, que por un lado aumentan la capacidad de convocatoria de las movilizaciones populares, pueden jugar también en su contra:
    • Movilizaciones digitales, atrincheradas en el espacio privado, sin consecuencias materiales. Quedan todas ellas en el mismo nivel del share por entretenimiento, en la complicidad digital.
    • Capacidad anestésica de las TIC, que generan un estado de entretenimiento capaz de desmovilizar a las masas ante la posibilidad de acciones con verdadero potencial de cambio.

Las rebeliones y la revoluciones quizás no puedan prescindir ya de la vía digital, pero han de ser analógicas para tener consecuencias reales. La auténtica revolución ha de conquistar la calle.

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