Revista Cine

¿Y con qué se come?/VIII

Publicado el 09 marzo 2011 por Diezmartinez
¿Y con qué se come?/VIII
Champy, un habitual lector y comentador en este blog, me pregunta a qué le llamo "una obra maestra" cuando me refiero a una película. En sentido estricto, la "obra maestra" es el ejemplo más depurado de su tipo: es decir, el filme que muestra mejor, estética, temática o genéricamente, los alcances de esa categoría en particular de cintas. Puede haber obras maestras de un género (Scarface, Hawks/1932 del cine de gansters), de un autor en específico (8 1/2/1963, la obra cumbre de Fellini) o hasta de una fórmula en específico (¿será Atracción Fatal/Lyne/1987 la obra maestra de la fórmula paranoica de la familia en peligro?: yo diría que sí).Ahora bien, no hay que confundir obras maestras con clásicos. En primera instancia, los clásicos pasan por el tamiz del tiempo: ni siquiera El Ciudadano Kane (Welles, 1941) fue un clásico automático (de hecho, si quitamos la mercadotecnia del medio, no existen los clásicos automáticos). Y en segundo lugar, los clásicos ejercen una enorme influencia en el cine por venir: son ejemplos a seguir y a a citar/saquear por las generaciones venideras. Podríamos agregar: los clásicos son obras maestras que han sobrevivido el paso del tiempo. Más aún: las huellas de los cineastas clásicos están presentes en el cine contemporáneo: el sello de Hawks, Hitchcock, Renoir, Ozu -por dar una cuarteta de nombres- sigue imprimiéndose en muchísimas cintas que vemos cada año. Y ya por último: ¿un mismo cineasta puede tener varias obras maestras en su haber? Creo que sí: en ciertos periodos, ciertos cineastas -el Allen de los 80, el Kurosawa de los 50, el Coppola de los 70- hacen una obra de tal magnitud que parece que no pueden fallar. Una obra maestra tras otra, sin respiro, sin descanso. Qué fortuna para ellos... pero más para nosotros.

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