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‘Y El Mundo Marcha’ – Todo esta en las pequeñas cosas

Publicado el 11 julio 2011 por Cinefagos


‘Y El Mundo Marcha’ – Todo esta en las pequeñas cosas

“No conocemos el poder de la multitud ni la presión que ejerce hasta que dejamos de marchar a su ritmo”

- Rótulo en off.

Y es por eso que da igual que hablemos de una película de los años 20 -como la que nos toca- como una estrenada la semana pasada, hay temas que por extraño que parezca, han sido, son y seguirán siendo foco de interés humano. Hoy hablaremos de una película muda. Que nadie se asuste, se que el blanco y negro ha ahuyentado a más de un bravo cinéfilo, así que mejor no hablar de cine mudo (y menos cuando entendemos por cine mudo algo más allá de Chaplin o Buster Keaton). King Vidor, uno de los cineastas más a tener en cuenta de su generación, co-escribe (con John V.A. Weaver)  y dirige esta película, haciendo otra aproximación crítica al sistema (como hiciera más tarde con  ”El Manantial” por ejemplo), y de esa vertiente vamos a asistir a una de las disecciones más honestas y directas que un servidor ha podido ver jamás sobre el mundo que nos rodea.

‘Y El Mundo Marcha’ – Todo esta en las pequeñas cosas

Personalmente me quedo con su título original “The crowd” (King Vidor, 1928) -la muchedumbre- por su sintesis, sus referencias más que obvias en la película y porque es todo un homenaje a esa masa anónima de la que irremediablemente formamos parte. La película empieza con el nacimiento de John Sims  (un terrorificamente natural James Murray), el hombre corriente por antonomasia, esa cara “sin rostro” a la que todos podriamos mirar como si nos miraramos al espejo, cuyo padre esta convencido de que su hijo dejará huella en este mundo, y por extensión, así él lo cree de niño. Su vigorosidad y juventud le hacen soñar con grandes cosas y decide emprender su marcha a la gran ciudad cuando tiene la oportunidad. Qué decir que las cosas no serán tan fáciles como imaginaba en un principio. A destacar también el papel de Eleanor Boardman como Mary, su partenaire, que por aquel entonces estaba relacionada con King Vidor.

El cine mudo tiene una característica innata que implica directamente al espectador, y es la interpretación del lenguaje no verbal. Es decir, vemos a los personajes hablar y gesticular pero solo se nos muestran las frases necesarias, aquellas que se escapan a los detalles de la imagen, las demás quedan a merced de la imaginación e intuición de cada uno, imaginando sus voces, y expresión. Hoy en día, habituados no solo a la obviedad que representa en este sentido el cine sonoro sino al subrayado constante al que nos tienen sometidos muchas veces, con un lenguaje que cada vez parece pedir menos por parte del espectador y lo trata no en pocas ocasiones, de tonto, es muy de agradecer comprobar que otra forma radicalmente opuesta funciona igual o mejor para hacernos llegar incluso mensajes con una profundidad y una claridad dificiles de imaginar sin palabras. Y eso es algo que podemos degustar en esta película.

‘Y El Mundo Marcha’ – Todo esta en las pequeñas cosas

La música original, compuesta e introducida en la película por Carl Davis en 1981, es una pieza maestra, porque no solo acompaña y acompasa los actos sino que crea un lenguaje único, siguiendo los pasos de grandes como Carl Stalling con sus trabajos en el mundo de la animación (en los Looney Tunes por ejemplo), donde la música es casi un personaje más, un narrador espontáneo, que consigue una sincronia perfecta con lo que nos cuentan sin ahogar la historia.  

Como dato curioso y posiblemente un ligero spoiler: Dada la época, comentar que la MGM consideró demasiado trágico el final y estrenó la cinta con un final en el que el personaje de John Sims ganaba una fortuna y eran felices para siempre. Afortunadamente, la acogida entre el público fue tan negativa que se reeditó con el final que King Vidor había escrito para la película.

Personalmente mi imagen favorita es aquella en la que vemos a John Sims, totalmente enajenado por la enfermedad de su hija, corriendo por las calles en medio de una manifestación pidiendo silencio porque su hija esta durmiendo. Es de un poder y de una sugestión tremendas. Hablamos de una película que ha sido un referente para directores de la talla de  Billy Wilder , que en su  fantástica ”El apartamento”, homenajeaba el famoso plano que tenemos más arriba en la fotografía . Un incisivo y a ratos amable film de la mano de King Vidor, una genialidad que recomiendo encarecidamente a todo receloso del cine mudo. El retrato de una vida sin palabras.

TRAILER:



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