Ya ha llegado la octava temporada de The Office. La que para muchos es la entrega más innecesaria posible tras la marcha de su protagonista, y que para otros supone un soplo de aire fresco entre tantas comedias realmente quemadas con Cómo Conocí a Vuestra Madre a la cabeza (la doble premiere ha sido sencillamente bochornosa).
Dejando de lado que ha sido un episodio algo irregular, nos quedamos con que por fin han desvelado la identidad del sucesor de Michael Scott tras el mareo del año pasado. ¿A que tienes a cierto ex-abogado en mente? Pues quizás te sorpredas al cruzar el salto.
En efecto. Andy Bernard (Ed Helms), el peor vendedor, mejor silbador y empleado inepto por excelencia se ha hecho con los mandos de la sucursal en Scranton de Dunder Mifflin. ¿Y cómo ha sido posible? Muy sencillo. Cómo ya avanzábamos en nuestras impresiones sobre el final de la séptima temporada y en posteriores noticias con forma de spoiler, la nueva incoporación al casting de The Office ha sido el ex-Boston Legal James Spader. El coprotagonista de Stargate y la lechuza de su cabeza ya aparecieron en aquel especial de cierre el año pasado dando vida a Robert California, un aspirante al puesto de Michael que huía despavorido al comprobar que el trabajo quedaba muy por debajo de sus expectativas.
En este 8x01 recuperamos a California en uno de los habituales flashbacks de la serie, en el que Jim nos cuenta que tras ser elegido para el puesto, California duró 3 segundos en el mismo antes de ir corriendo a donde la directora general Jo para manipularla con sus artes jedi para que le de su propio trabajo de CEO. Lo que aún no sabemos es si se limitarán a dejarnos con futuras y esporádicas apariciones de Spader en la serie como ya hiciera en su día Katy Bathes (en antena con la segunda temporada de Harry´s Law) o tendrá auténtico protagonismo convirtiéndose en el sucesor espiritual de Carell como en este 8x01.
Su primera decisión ha sido nombrar a Andy nuevo sheriff de la oficina. Una elección chocante frente a las esperadas de Jim o Dwight pero que realmente conecta de la mejor forma posible con el humor inapropiadamente infantil de Michael Scott. Pero si decíamos que este episodio ha sido algo irregular no es por esa elección a la que no tardamos en acostumbrarnos, ni por ese protagonismo de Spader, si no por un exceso de almibar tanto en la escena de final entre Andy y Robert como en el epílogo -habitualmente hilarante- entre Jim y Pam.
Quiero pensar que esa jugada responde a la necesidad de cohesionar el trabajo de los actores ahora que no cuentan con un pilar que los sustente y convertirlos a todos más que nunca en los verdaderos protagonistas de la serie, eso sí, a falta de ver los minutos de Spader en pantalla en futuros episodios. Por lo demás, con este The List hemos asistido al regreso de un clásico de la pequeña pantalla que aún en su año más difícil consigue sacarnos más carcajadas que sus compañeras de parrilla, a pesar de que se hayan dejado llevar en exceso por el sentimentalismo esperemos que de forma anecdótica.
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