Revista Cultura y Ocio

¿Y el otoño?

Publicado el 10 octubre 2007 por Sonicreducer
Octubre casi llega a la mitad de su edad y esta vez ha olvidado traer el sol tibio, el aire frío y la atmósfera limpia. ¿Qué pasa? Amistades y habituales de este blog no la han tenido fácil en estos días, como si las nubes ominosas de septiembre anduvieran escondidas y repentinamente salieran para joder vidas nobles.
En la oficina, la rockola portátil ha sonado en random, pero nada ha atrapado mi oído. No sé por qué anoche mi mood se identificó con un par de álbumes de John Zorn, de ésos en que los personajes de Tex Avery parecen torturados con toques eléctricos (ughh). No tomé ninguna guitarra o saxofón de aire, simplemente me tumbé en el piso y dejé que los sonidos golpearan todo.
¿Será que el impacto lo recibí horas tarde y por eso en el desayuno un descuido mío provocó que cayera la taza de café americano y mojara mis jeans y mi marsupio, con la consabida sensación de vergüenza-rabia-desconcierto que llegó una centésima de segundo tras que mis piernas comprobaron que el café no estaba tan caliente como lo hubiera querido para beberlo con una astorga que —luego me di cuenta— se quedó allí, como sobreviviente del desastre, en la barra de Los Bisquets Bisquets Obregón*?
Sergio Pitol ha dicho que es supersticioso y que si recibe una mala noticia cuando lee equis libro, se deshace de ese volumen, pues sabe que no volverá a él porque ya es un magneto para las nuevas más nefastas. Yo, antes de saber eso, ya lo había experimentado en carne propia. Hace muchos ayeres, leía un libro de Truman Capote cuando me ocurrió un hecho aciago que propició incluso que ese título se esfumara y aunque luego lo recuperé en una edición diferente, no he podido abrirlo. Mas con ganas de dejar atrás esas lecciones, aprendidas seguramente en la infancia, a la hora de la comida me llevé la revista que ocasionó el accidente con el café y pude acabar el artículo de Edmund Wilson (Polonio. Del trabajo literario. Breve guía para autores y editores) que estaba pendiente. Y no, ni la sopa o el agua de jamaica se hermanaron con esa taza de americano que, increíblemente, no se rompió.
*¿Sabe alguien cuándo Los Bisquets de Obregón perdieron ese nombre y se volvieron Los Bisquets Bisquets Obregón?

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