Revista Coaching

“Y mis padres por fin se dan cuenta de que he sido secuestrado y se ponen en acción rápidamente: alquilan mi habitación.”

Por Ignacionovo

“Y mis padres por fin se dan cuenta de que he sido secuestrado y se ponen en acción rápidamente: alquilan mi habitación.”(FLASHBACK ENERO 2010) Autor: Woody Allen. La frase de cabecera es una de entre las muchas que debemos al talento humorístico del actor y director neoyorkino. Sus citas son imprescindible recurso cuando lo que pretendemos, como hoy, es teñir de humor la realidad con unas pinceladas del más sutil ingenio.
Cuenta el propio Woody Allen, que durante su niñez tuvo que soportar las burlas de otros niños, y en especial que le llamaran despectivamente "Red" por el hecho de ser pelirrojo...
“Un día que iba a clase de violín, un energúmeno me gritó: ‘¡Eh, Red!’ Yo me encaré con él y le dije: ‘Mi nombre no es Red, ¿te enteras, pedazo de mula? Los médicos tuvieron que sacarme el violín del esófago y menos mal que no estudiaba violonchelo”.
A estas alturas, no voy a tratar de convencer a nadie sobre lo que muchos estudios ya han avalado al respecto de los múltiples beneficios fisiológicos y psicológicos de la risa, del buen humor o del optimismo sobre nuestra salud y equilibrio mental. Me parece que esta lección ya la tenemos superada.
Ahora bien, ¿Le dedicamos un tiempo específico a reír o como ocurre la mayoría de las veces, dejamos que la risa nos sorprenda?, ¿Estimulamos la risa, provocando situaciones en las que aparezca, o simplemente esperamos a que llegue? Y a todo esto, ¿Cuánto hace que no te ríes de verdad?
Deberíamos, si fuéramos más sensatos, estructurar nuestro día de tal forma que reserváramos espacios para cuestiones que se me antojan fundamentales en el arte de vivir:
Una parte de cada jornada a leer; para aprender, para conocer, para mejorar. Otra parte del día a pensar; para sopesar, valorar y avanzar. Un tiempo a soñar; para crear ilusiones y la ambición de cumplirlas. Otra porción del día a ser útil a los demás; porque lo que das te lo das y lo que no das te lo quitas. Y también, claro, fracciones de la jornada para amar y ser amados (imprescindible) para trabajar (necesario) y por supuesto, para divertirnos y para reír, porque es lo que nos hará más fácil y asequible todo lo demás.
Reflexión Final: Hubo una vez un tiempo, en que había tiempo, para perder el tiempo. No consideres pasarlo bien, divertirte o reír una pérdida de tiempo. Serán siempre parte de los mejores minutos empleados de tu vida.


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