Revista En Femenino

¿Y tú de qué te nutres?

Por Tenemostetas
Por Ileana Medina Hernández
Nutrirse es algo mucho más amplio que comer.
La comida es sólo una de las formas de nutrirse. El alimento puede ser material, emocional, racional o espiritual.
Todo lo que INCORPORAMOS al cuerpo, a la mente y al alma, es alimento, es nutrición. Cada vez que RECIBIMOS algo (material o espiritual) nos estamos alimentando.
Las formas de alimento son intercambiables. Todas cumplen la misma función. Cada ser humano se nutre de unas cosas más que de otras.
¿Y tú de qué te nutres?
Los hay que se nutren de mirada. Los artistas son un ejemplo. Se nutren de mirada, de aplausos, de atención. También los maestros, los conferenciantes, los periodistas, los políticos... todos los que se exponen ante el público. Se alimentan de la fama, del reconocimiento, del aplauso, de los vítores. (Su pecado suele ser la vanidad). Suelen ser gente delgada: no necesitan comer demasiado.
Los hay que se alimentan del deseo. Mujeres bellas, sobre todo. Que se saben y les gusta sentirse deseadas. También hombres, pavos reales. Se visten siempre a la moda, se acicalan, dominan el arte de seducir, son promiscuos, guapos, coquetas, pizpiretas, adonis, afroditas. (Su pecado suele ser la lujuria). Tampoco suelen padecer sobrepeso.
Los hay que se alimentan del conocimiento. Lectores empedernidos, marisabidillas, ratones de biblioteca, sabelotodos con gafas, hackers informáticos, nerds, científicos, autodidactas, empollones, enciclopédicos. (Su pecado suele ser la soberbia).
Los hay que se alimentan de cosas materiales. Consumistas, pijos, adictos a la tecnología, obsesos de las marcas, de los grandes coches, de la buena ropa, del dinero en cualquiera de sus signos externos. (Su pecado suele ser la avaricia).
Los hay que se alimentan del poder. De mandar sobre otros, de tener autoridad, de sentirse plenipotenciarios. El ejemplo clásico son los dictadores y todos los jefes autoritarios, sobre todo sin son austeros y no se combinan con el grupo anterior. El fin en sí mismo es el poder, humillar al de abajo, sentir que tienen el control y que siempre se hace su voluntad. (Su pecado suele ser la ira, la violencia).
El resto de los mortales, los que no tenemos ni dinero para consumir, ni belleza para seducir, ni poder para ejercer, ni conocimientos enciclópedicos, solemos caer en la gula. Es relativamente fácil hoy en día tener la despensa llena de alimentos energéticos. Así la obesidad es epidemia.
La inmensa mayoría combinamos en proporciones distintas las formas de nutrición, varias adicciones (pecados) diferentes. (Combinación por ejemplo de vanidad y lujuria, o de ira y soberbia, son bastantes frecuentes).
Todos, nos alimentamos de amor. Deseamos ser queridos, abrazados, acariciados, admirados, aceptados, amados. Si lo fuéramos incondicionalmente, no necesitaríamos tanto sustituto de pacotilla.
Pero perdemos pronto, desde la primera infancia, la sensación de ser amados tangiblemente, corporalmente. Y con ello, la capacidad de amar a otros. Y así andamos luego, borrachos tambaleantes, adictos a los sustitutos del amor.
Una sociedad carente de amor es siempre una sociedad adictiva. Una sociedad consumista, obesa, vanidosa o violenta... O todas las cosas a la vez. Que busca NUTRIRSE y consolarse con sucedáneos baratos y comprables del amor.
Otros, los espirituales, aprenden que la respiración también es una forma de nutrición. Dicen los médicos que la mayoría de la gente respiramos mal, y que tomamos menos aire del que necesitamos para vivir. Aprender a respirar bien, a tomar AIRE en cantidad y en calidad, nos ayuda a vivir mejor y a comer menos. Nos alimentamos también de aire, y de agua, y de belleza, y de espíritu.
Echo de menos que los nutricionistas y los que hablan de dietas, de obesidad, de anorexia, de trastornos alimentarios y de todas las ADICCIONES varias (ludopatías, drogadicción, etc.) alcancen a comprender esta DIMENSIÓN AMPLIA E INTERCAMBIABLE DEL ALIMENTO.
Alimento es todo lo que incorporamos a nuestro cuerpo a través de los sentidos, toda la ENERGÍA que viene hacia nosotros, TODO LO QUE RECIBIMOS DE LA NATURALEZA Y DEL OTRO: mirada, atención, cariño, mimos, masajes, sonrisas, abrazos, conocimiento, empatía, solidaridad, ayuda, sostén, apoyo, regalos, objetos, comida, belleza, arte, mensajes, comunicación, signos, música, arrullo, aire, ejercicio, aliento, compañía, ternura, presencia, deseo, diversión, sexo, satisfacción, éxtasis...
Todo lo PLACENTERO que llega a nosotros, produce el mismo efecto que el azúcar, las drogas, el chocolate o el sexo: serotoninas, neurotransmisores del placer, oxitocina, bienestar general.
Somos unos animales simples: al obtener placer, nos alimentamos. Y viceversa.
Los mecanismos del placer están bien perfilados cuando nacemos. Pero pronto, sin lactancia, sin brazos, sin cuerpo maternante, sin compañía, sin mirada, sin atención, sin aceptación incondicional... aprendemos a resignarnos a no obtener placer, o a luchar por él con uñas y dientes, y ahí se abre entonces la puerta a TODAS LAS ADICCIONES: ya que no tenemos amor, ni aprobación, ni mirada cuando somos pequeños, cuando nuestro cerebro está formando los circuitos del placer, nos pasamos el resto de la vida buscándolo en los sustitutos que tengamos a mano: comida, sexo, poder, dinero, violencia... (lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia, soberbia).
Los siete pecados capitales tienen que ver con la ALIMENTACIÓN, no solo la gula. Tienen que ver con el AMOR.  Es decir, con la falta de amor. Nutrirse es una cuestión de amar, de relacionarse, de solazarse, abrirse al conocimiento, al sexo bien entendido, al espíritu y a la belleza.
Así podemos comprender por qué la teta es todo para el niño recién nacido, que aún no tiene otros recursos: es amor y alimento y placer. La lactancia quizás es el mejor modo de comprender por qué el alimento, el amor y el placer son las tres caras (material, emocional y espiritual) del mismo proceso.
Así podemos comprender cuán mal va una sociedad que todo lo mercantiliza. Ahora podemos comprender qué nos falta. Y quizás podamos comenzar a hacer algo urgente para remediarlo.
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