Ya no me duele tu desafecto, ya no. Mi alma se ha acostumbrado a ello.
Al principio la incredulidad fue más fuerte y las ganas de enmendar los agujeros por los que la relación se escapaba estaban presentes. Pero ya no. Ahora empleo mis fuerzas en cuidar mi alma.
Te duela o no. Se que no. Si te hubiera dolido hubieras cosido junto a mi los rotos producidos.
Son demasiados parches los que he puesto tratando de conservar lo nuestro. Tantos que han dado lugar a una dureza imposible de limar. No valen excusas, ni buenas palabras ni te quieros a destiempo.
Ya no. Desperté. Elegí un camino sin tus pasos.