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Yendo al gimnasio

Publicado el 25 junio 2014 por Jarev87

jarev87

Llegas un día a tu casa y le propones algo a tu mujer, antes de que ella te diga que le duele la cabeza tu le cuentas que quieres apostar, lanzar una moneda al aire; si sale cara te vas al gimnasio a ponerte como el Sean Connery (si, hace tiempo que no veo cine) y si sale cruz, tu suegra abandona la casa… Tu mujer acepta porque conoce la ley de Murphy, y así, cuando algo va mal puede ir aun peor, y… pierdes. Pero eres positivo porque piensas que yendo una vez por semana al gimnasio, serás un devorador de tangas y a tu mujer le dará por ahí.. y nunca mejor dicho que le acabarán dando.

Así, no queda más remedio que meterse por Internet; mirar las ofertas (hay abonos de 10 minutos, de un año, de 300 años; éste ultimo yo lo encuentro bastante útil, ya que es el que resulta mas económico al mes…), las opiniones (Por un lado los hombres, van a remarcar si la monitora tiene las cachas de una tenista rusa o si el monitor chorrea aceite; mientras que por las mujeres van a remarcar si la monitora está incluida en el precio o si el monitor debería haber sido el protagonista de gladiator), el equipamiento (esto es muy importante, considero que un buen gimnasio debe estar adaptado al siglo XXI y no puede faltarle aparatos como una máquina para ordeñar cabras, o de esos en los que te instalas y puedes pelar patatas tumbado; preguntad sobre todo si tienen este ultimo, en caso negativo, buscad otro gimnasio), y la localización también es importante (porque si el gimnasio está a 1000 km, con todos los atascos que hay… hay mayor riesgo de que un argentino al volante se estrelle contra ti. (El riesgo en realidad es cruzarte con un parisino, pero mis queridos lectores a lo mejor no lo pillan si no los han sufrido).

Una vez que has decidido el buen gimnasio; te cercioras de que en los lavabos no hay maquina de preservativos y conoces al monitor, lo primero que debes hacer, es dejar claro que no quieres ponerte como la gente de los posters. Debes explicarle que con levantar un vaso de vino las venas de tus brazos parece que van a estallar, y que si te has decidido a ir, es porque hay días que tu mujer se vuelve insoportable (por ejemplo, el día anterior a las rebajas). Y hay que insistir mucho con esto, porque con vuestra genética y las máquinas esas que tienen, en un par de semanas vas a romper todas tus camisetas y pantalones, va a haber que agrandar las puertas porque te vas a volver mas basto que mojar albóndigas en un huevo; y, con la crisis, ya imagináis la dificultad para encontrar albañiles.

Y, ahora comienza lo importante; piensa que si haces caso al monitor y a la tabla con dibujitos sacados del kamasutra que va a darte, vas a ponerte como un oso (si, el pelo que se te va a caer de la cabeza va a aparecer hasta en la palma de las manos) y eso no es lo que tu quieres, tu quieres tener la definición muscular de Justin Bieber, así qué, hazme caso a mi.

Para integrarte de la mejor manera con el resto de la gente (por ahora dejemos de lado las mujeres y sus ejercicios de glúteos) puedes comenzar yendo a una maquina de hombros, donde veas a un tío grande sufrir; lo mejor es que te pongas de pie lo mas cerca delante suya, pongas cara de interés y vivas de la misma manera que él cada esfuerzo. Si el grita (puede ser un problema de hemorroides) hazlo tu mas fuerte, si se retuerce como una lagartija imita sus movimientos, y no te olvides de aplaudir si la situación lo requiere. Probablemente te lleves una palmadita en la espalda (con suerte).

Otra opción, es irte a la parte del gimnasio donde están los aparatos cardiovasculares; para entendernos, la elíptica de tortura. Debes buscar a un chico pasado de peso, buscar una silla, y sentarte delante de él lo mas cerca posible; allí esperas a que termine su sesión para entablar conversación Puedes aprovechar para cortarte las uñas, hacer un sudoku, comerte un helado… pelar langostinos. Y, sobre todo, animarle para que vaya más rápido; puedes decirles frases del tipo “Amigo… he logrado mi fortuna en las carreras ilegales de elefantes (la orden de salida la da un antiguo monarca con su rifle; seguro que les suena) y sé que tienes algo especial; he apostado por ti, no me falles”.

Ver a alguien mirándose al espejo, o al teléfono contando lo que van a hacer esa noche; es el mejor momento para entablar conversación Si piensas que es complicado encontrar un tema en común, te equivocas. Complicado es hablar de marcas de calzoncillos con Ellen Page; aquí lo importante es saber romper el hielo. Por ejemplo; al típico que se mira los músculos en el espejo, puedes decirle que le sienta muy bien el pantalón (para evitar de realzar lo obvio) y si te responde de forma positiva, hablarle de tu primera experiencia homosexual. Tranquilo, probablemente sea tímido

Una vez que hayas dominado todo esto, estarás preparado para ponerte en forma, y muy pronto, te mostraré unas rutinas magnificas, traídas del desierto de Mongolia por un maestro Kaput para que alcances la perfección física digna del maestro Falete.

Esta entrada Yendo al gimnasio es contenido del blog Satirizados... por obligación!.


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