En menos de quince días las fuerzas de seguridad españolas han detenido a una decena de yihadistas, algunos de los cuales le enseñaban a sus hijos a matar como saben hacerlo ya una veintena de adolescentes y niños de nacionalidad española entrenados por padres así en Siria e Irak por el DAESH, el Estado Islámico.
Hace poco más de un año las autoridades penitenciarias calculaban que unos cuarenta presos comunes musulmanes se habían radicalizado en prisión haciéndose yihadistas, pero ahora creen que ya son ochenta, como mínimo.
El mundo occidental gira a la derecha y los partidos socialdemócratas pierden poder, en parte porque esa derecha mantiene muchos de sus programas sociales, pero sobre todo porque al abrirse a la multiculturalidad la izquierda despreció los valores propios, los del judeocristianismo pulido con el racionalismo.
Así, resulta tolerante con los intolerantes y permite que mezquitas y oratorios pagados por el fanático wahabismo saudí, adoctrinen y radicalicen millares de musulmanes y a sus hijos.
En defensa de “la libertad de conciencia y de su cultura” se permite que las mujeres caminen por las calles encerradas en cárceles de tela, o las actitudes machistas de algunos hombres en los hospitales y de niños en las escuelas.
El terrorismo islamista –hay socialdemocracias europeas que pretenden encarcelar a quien use públicamente esa expresión-- tiene revuelta a media Europa que sabe que el DAESH se infiltra entre los refugiados, como son algunos detenidos en España
Francia, el laboratorio de los movimientos civiles europeos desde su Revolución, que no vigiló los radicalismos, empieza a rechazar el multiculturalismo con su nueva derecha dura, la de François Fillon, o la más antigua y más dura, la de Marine Le Pen.
Mientras, desde EE.UU., el otro faro de las libertades desde el siglo XVIII, Donald Trump declara indeseable el islam.
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SALAS
Y, de nuevo, el clásico:
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure