Yo, Pedro – Pedro Suárez-Vértiz

Conociendo mi gusto por la música de Pedro, mi hermano me trajo el libro desde Perú hace un par de años. Además de sus canciones, había disfrutado mucho de las entrevistas televisivas que le hicieron durante la década de los noventa. En ellas, el cantante y compositor hablaba con mucho sentido común y siempre te dejaba un par de frases para la vida cotidiana, en las que concentraba esa sabiduría de barrio que te parecía tan cercana.

Con estos antecedentes, tenía muchas expectativas con su primer libro, en el que mezcla la parte autobiográfica con otra más relacionada con su filosofía de vida. Pero ahora que lo he terminado de leer, mi decepción es grande. Dice el autor en sus primeras páginas que la editorial le dio libertad total para escribir sobre lo que quisiera. Y que él, que no se caracteriza por ser una persona metódica, lo fue escribiendo conforme le venía la inspiración, sin ninguna planificación y casi diría que con muy poca corrección.

Creo que la editorial estuvo más interesada en los réditos inmediatos de su publicación (el ejemplar que tengo es la quinta edición, a solo tres meses de su publicación inicial) que en presentar una obra de mayor calidad. El libro se publicó poco tiempo después del anuncio de su retiro de los escenarios a raíz de una enfermedad neurológica que le impide vocalizar con claridad; por tanto había una necesidad urgente de contar la versión del propio cantante, y eso es algo que sabe aprovechar muy bien Planeta con sus libros más mediáticos.

El libro arranca bien, contando el porqué del mismo y dedicando sus mejores páginas a sus inicios en Arena Hash, sus influencias musicales, la gente que lo apoyó en sus comienzos (sobresale, de lejos, el capítulo sobre el productor Manuel Garrido Lecca) y las historias detrás de su internacionalización. Pero a partir de la mitad, PSV se pone filosófico y en ciertos pasajes hasta pontifica sobre la religión, la espiritualidad y las relaciones humanas de una forma tan categórica pero sustentado con una simpleza -con frases del tipo "y esto es algo de lo que he leído mucho"- que lo hace ver demasiado superficial.

El súmmum de esta liviandad se da en el último capítulo llamado "Jamming"; un cajón de-sastre con ideas repetitivas más cercanas a un panfleto de autoayuda que al debut editorial del uno de los compositores más prolíficos del rock peruano. Puede que esa sabiduría de barrio que tan bien sabía trasmitir por la televisión haya perdido vigencia -principalmente para sus primeros seguidores- o, lo que creo que es la principal razón, no se ha sabido plasmar en escrito las ideas tan eclécticas y desordenadas de una mente tan creativa como la de Pedro Suárez-Vértiz.