Revista Cine

YO, TAMBIÉN - Café y pan caliente

Publicado el 25 octubre 2009 por Loscriticones

Yo, también es una peli susceptible de generar ideas a priori y un montón de prejuicios nada más ver el título y el cartel: sale un tipo con síndrome de Down. Y no diré yo que trata de una espía inglés metido en líos con el uranio de los rusos, en efecto, trata (un poco) de lo que parece.

 

Digamos que no es exactamente cine social y punto, la película ni siquiera va de las personas con síndrome de Down (que también) sino más bien del encuentro entre dos personajes absolutamente excepcionales. 

Pablo Pineda en su vida es tan extraordinario como en la película, fue el primer diplomado universitario con Down como lo es el personaje que representa (esto siempre se menciona como un éxito en la biografía de este hombre cuando en mi Facultad las deficiencias genéticas, pero sobre todo intelectuales, de mis profesores suponían una verdadera singularidad científica en sí mismas y para aprobar era más bien conveniente la tara que lo contrario ya que en tal caso lo razonable es la huída, pero las historias de la Complu, la Universidad Española y la puta mili, otro día). Si muchos acuden a ver la historia de un tipo supuestamente excepcional por enfundarse en un esquijama elástico decorado con motivos de inspiración arácnida e ir soltando unas desagradables eyecciones de gomaespuma por las paredes de los rascacielos, no veo motivo alguno para no hacer cola dónde proyecten esta película.

 

Lola Dueñas presenta aquí una de las actuaciones femeninas en español más memorables que recuerdo , se mete en la piel de un personaje reconocible, radical y comprensible al primer vistazo sin que haga falta explicitar nada de su historia. La actriz desaparece y queda sólo Laura, como un tifón, verdadera y proteica (algunas de Pe también las recuerdo y también por "memorables" pero quizás en otro sentido más escacharrotífico y patidifuso...).

 

 

Últimamente se ha puesto difícil hablar de ciertas cosas en una película sin que le llamen al director buenista y cosas peores. No sé si esta película obedece a tan inquietante calificativo, la construcción del argumento y todos sus personajes pretende ser tan compleja como la vida misma, pero les diré que entre sus sorprendentes efectos está el de que no quieras dejar de ver en la pantalla la magnética imagen de Daniel, el personaje de Pablo Pineda. Garantizado. 

 

Advertencia: esta película es un tónico espiritual, un lenitivo que te dibuja al salir una sonrisa de mañana soleada, café y pan caliente. No administrar si se quiere seguir de mala leche toda la tarde. 

 

 

Ustedes mismos.

 

ARM


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