Revista Opinión

Yo tengo otro 11 M

Publicado el 11 marzo 2014 por Imosver

Yo tengo otro 11 M

Hoy todos recordamos la tragedia del 11 de marzo del año 2004. Periódicos,  telediarios, programas especiales http://elpais.com/tag/11_m nos van a hacer revivir aquellos momentos de inicial confusión e incredulidad,  y de impotencia, rabia y dolor posteriores, cuando ya fuimos conscientes de lo que había ocurrido.

Yo dejo a los medios que hagan su trabajo,  y sigan desgranando los “como, quien y porqué” de un atentado  que generó una profunda conmoción en nuestro país y en nuestros corazones.

Pero yo tengo otro 11 M. Se llamaba Alberto y tenía siete años. No murió en una estación de tren, nadie le puso una bomba y a sus padres nunca les entrevistaron para indagar en los detalles de su dolor.

Por suerte para mi, no conocía a ninguna de las víctimas de la masacre de Madrid, ni siquiera al amigo, del cuñado, del primo, de mi compañera de trabajo, ni a ninguno de sus familiares. Viví ese horror desde mi casa, protegida por la distancia, el anonimato y el convencimiento de que esas terribles cosas, nunca ocurren en una ciudad pequeña. Hasta cierto punto me sentía a salvo.

Esa tarde, cuando fui a recoger a mis hijos al colegio, nos esperaba a cada padre o madre en la entrada principal, el director de Primaria del centro, y al que ya de lejos, se le veía un semblante serio, muy serio.

Llegué a su lado, dispuesta a intercambiar algún comentario en relación a los hechos ocurridos en Madrid pero no me dió tiempo. Con profesionalidad, sin exagerada tristeza ni excesiva carga emotiva me informó: “ Ha fallecido un amigo de tu hijo, de su misma clase”.  Ante mi cara de escepticismo, se apresuró a dar detalles: “Alberto. Se desplomó en el recreo ante sus compañeros de clase mientras jugaban”. Mi cara debía ser un poema, no sabía por donde empezar a preguntar. El subdirector prosiguió pacientemente, como sabiendo el caos que se estaba produciendo en mi cabeza, o simplemente porque ya llevaba buen rato repitiendo la escena con otros padres y las reacciones debían ser similares. “Tenía una patología coronaria de nacimiento. Ya había sido operado años atrás”.

En el mismo segundo me vinieron a la mente, mi hijo, el pequeño Alberto y sus padres. Pensé en mi hijo con gran pena por lo que, tan  pequeño, acababa de vivir. Pensé en su amigo Alberto, que jugando a buenos y malos, no fingió morir, simplemente murió de verdad. Y pensé en sus padres. Seguramente por propio egoísmo, para ellos fueron mis primeras palabras: “¡Esos padres!” dije.

El 11 M es una fecha muy señalada para todos los españoles por trágica y desoladora,  pero para mi,  también hubo  un 11 M en una ciudad gallega sin trenes ni bombas de por medio, en el patio de juegos de una clase de niños de siete años.

Os dejamos unos de los más recientes títulos de la amplia literatura que generó y seguirá generando el 11 de marzo de 2004, Las cloacas del 11-M  de Ignacio Lopez Bru.


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