Revista Espiritualidad

Zazen en el hospital y todos los lugares difíciles

Por Chocobuda

Zazen en el hospital y todos los lugares difíciles

Cuando comenzamos a practicar Budismo Zen, es normal que busquemos una experiencia que parezca sacada de un documental de espiritualidad. Queremos un Buda dorado, las velas, el incienso, el lugar paradisíaco en la montaña y nos frustramos cuando el ruido externo nos distrae de la meditación.

Pero la gran paradoja es: cuando buscamos un lugar ideal para la práctica Zen, estamos dejando de practicar Zen.

Budismo Zen es la pérdida de todo tipo de búsquedas. No queremos un lugar en paz, no queremos silencio y tampoco queremos que el universo entienda nuestra espiritualidad. Por el contrario, el Budismo Zen es la aceptación radical de las cosas y situaciones de la vida. Absolutamente todas.

Estos últimos días he estado viviendo la impermanencia a flor de piel. Mi madre tiene un pié en el mundo de los vivos y otro en el Gran Vacío.

Cincuenta años de adicción a los cigarrillos ha terminado en EPOC (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica), cáncer de piel y otros males. Por la falta de aire en los pulmones, su cerebro dejó de recibir oxígeno suficiente; entonces tiene también un infarto cerebral. Su estado es grave, pero estable por el momento.

He estado ayudando a la familia en lo que se puede y estamos haciendo turnos para que alguien esté siempre a lado de mi madre en el hospital (en México los hospitales piden que un familiar esté 24 horas a lado del paciente).

En mis noches de hospital, aprovecho también para estar con los pacientes que necesitan ser escuchados y tratados con dignidad y respeto.

¿Cómo estoy yo? En paz y abriendo el corazón a todo lo que la vida tiene en este momento. No he llorado, no estoy desesperado y tampoco estoy en drama. Reconozco que hay tristeza, más no hay drama ni sufrimiento en mi.

Estando a lado de la cama de hospital de mi madre me doy cuenta que este instante lo tiene todo, está completo y nos pone justo donde necesitamos estar. No hay nada que se deba quitar, no hay nada que se deba agregar. La perfección del presente es la joya más pura.

Master Dogen nos dice en Shobogenzo Shoji (Vida-Muerte):

En la vida solamente hay vida, nada más. En la muerte solamente hay muerte, nada más. Por lo tanto: cuando viene la vida, solo hay vida. Cuando viene la muerte, solo hay muerte. No os apeguéis ni rechacéis ninguna de ellas.

La «vida-muerte» es la vida del despertar de la conciencia. Si la detestáis y tratáis de escapar de ella, perderéis el despertar de la conciencia. Si os apegáis y queréis permanecer en ella, perderéis igualmente la conciencia despierta y os quedaréis solamente con la carcasa. Solo cuando uno no se apega ni rechaza la «vida-muerte» puede actualizar en si la conciencia despierta.

La enfermedad solo es enfermedad. Estar a lado de un ser enfermo, es solo estar a lado de un ser enfermo… haciendo lo mejor que se pueda para que el sufrimiento sea el menor posible y que salga de esa situación.

Mi zazen ha sido de tiempo completo. Mi Sutra del Corazón ha sido completo, sereno y cotidiano. Contemplo, dejo pasar los juicios y pensamientos chatarra. Respiro y sigo adelante. No dejo de sonreír y de mantenerme sano para ser el apoyo de la familia y de ustedes.

El Buda se manifiesta en todos lados a mi alrededor y mil Budas más lo siguen cada instante que pasa.

Hacia el final de su vida, Shakyamuni Buda sufría de dolores de espalda y ya no podría sentarse. Tenía que hacer zazen y enseñar recostado en su lado derecho. Nos enseñó que aún en la enfermedad nuestra disciplina y práctica deben ser inquebrantables.

Todo el universo que nos rodea y todas las condiciones de la vida, son nuestro Templo Budista Zen.

Los invito a practicar zazen unos minutos conmigo en el hospital.


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