Revista Cultura y Ocio

Zombi. Joyce Carol Oates

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Zombi. Joyce Carol Oates
     "Me llamo Q_P_ y tengo treinta y un años y tres meses.
     Altura: metro setenta y siete; peso: sesenta y siete kilos.
     Ojos castaños, cabello castaño. Complexión mediana. Algunas pecas desperdigadas por los brazos y la espalda. Astigmatismo en ambos ojos, lentes correctoras para conducir. Rasgos distintivos: ninguno."
     Oates es una de las escritoras vivas más importantes del panorama literario. Más de cien libros, algunos bajo seudónimo, ningún miedo a adentrarse en cualquier tema y, sobre todo, una calidad literaria sorprendente ante tanta producción, avalan esta afirmación cada vez más extendida entre críticos y público en general. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, uno de sus libros singulares. Hoy traigo, Zombi.
     Conocemos a Quentin P_, un joven de treinta y un años que está en libertad condicional por un percance racial. El mismo nos relatará su historia en una suerte de diario mental fragmentado y nos dejará de este modo entrar en su mente. Pero esta no es una historia sobre un conflicto racial, no. Q_P_ como se llama a si mismo, es un psicópata obsesionado con hacerse un zombi que le obedezca, se interesa por las lobotomías... y los picahielos. Q_P_ sabe lo que quiere.
     La maldad humana es uno de los temas más recurrentes en la literatura: noshabla el malo, buscamos al malo, cogemos al malo, lo observamos, lo condenamos, lo matamos... y diciendo esto, ya estaríamos cubriendo una gran parte de la literatura universal. Sin embargo, Oates, como es su costumbre, da un paso más en este libro: le da la voz al malo, a Q_ P_, y no lo hace de palabra, sino en forma de diario privado en el que Q_ puede expresarse libremente. Y nos deja conocerle de esa forma íntima que nos conocemos a nosotros mismos porque miramos rincones que nadie más ve.
     Capítulos cortos, tipografía que alterna cursivas y palabras en mayúscula y algunos dibujos realizados a mano en forma de notas, serán el perfecto complemento de la mente que nos habla a través de las letras de Oates. Q_ tiene unos padres que se preocupan, con una educación y una posición, un psiquiatra de renombre y una mente analítica bajo una lógica retorcida que llega a sobrecoger al lector. No es solo por la lógica propia que despliega, también porque Oates procura hacernos conscientes de lo fácil que es ser así... no nosotros, pero sí cualquiera que nos rodee, incluso un vecino. Nos busca aterrorizarnos, pero de algún modo consigue meter el miedo en el cuerpo del lector, sin estar escribiendo terror, como si nos dijera que ahí fuera, en la calle... y luego nos dejase rellenar el final de la frase. Q_ habla de sí mismo en tercera o primera persona, se nombra o se cita detrás de una inicial, pero, sobre todo, se muestra. Y vemos que es un producto de una sociedad enferma que permite que se desarrollen este tipo de conductas y queden ocultas bajo el manto social demasiado tiempo, porque Q_ tiene un psiquiatra que se limita a tratarle con pastillas. Y Q_ bebe y se droga y ve la televisión y tiene acceso a la información que cree necesitar en una sociedad moderna, la misma que en su día hizo que su padre le obligara a quemar unas revistas en las que aparecían hombres para no disgustar a su madre. Pero ojo, Oates no va a justificar jamás a su protagonista, no va a buscar el trauma ni el detonante que le justifiquen porque Q_ no cree que necesite justificarse de nada. A fin de cuentas, él solo quiere tener un zombi.
     Basado parcialmente en Jeffrey Dahmer, un asesino de chicos que venía de una familia normal, Oates logra que sintamos un rechazo casi visceral hacia su protagonista. De hecho, si hay quien ha catalogado este libro como terror, posiblemente sea porque eso es lo que llegamos a rozar al leer alguna de las afirmaciones que es capaz de realizar. Y no es fácil alcanzar esa conexión con el lector como para que se sienta intimidado ante lo escrito y afirmado por el protagonista. Es algo al alcance de muy pocos y Oates ha demostrado que sabe cómo conseguirlo. Por eso nos encierra detrás de los ojos de Q_, para que sintamos la claustrofobia de quien mira sin poder impedir lo que sucede y sabe que el asesino es consciente de esa facilidad para salir impune.
     Por supuesto, y fiel a la costumbre de la autora, hay una crítica social en todo esto. Sobre todo a la pasividad, al mirar hacia otro lado, al no querer ver. Esa es la verdadera impunidad de la que goza mucha gente, parece decirnos Oates, no la de quien se esconde bien, sino la de quien se aprovecha de esa comodidad que es vivir en la ignorancia. Como el padre que visita a su hijo y, lejos de ahondar en lo que tiene delante, termina por invitarle a cenar.
     Zombi me ha parecido un buen libro. Un experimento literario que viene a demostrar que no todo está inventado y que quedan formas de explorar los temas en la literatura. Q_ no deja indiferente a nadie.
     No necesito que un protagonista me agrade para que me guste una novela. No es importante si me gusta o no, si me cae bien o no, lo importante es que me produzca algún tipo de sentimiento de empatía o rechazo. Y cuanto más fuerte, mejor: como el protagonista del libro de hoy. Pero he observado que no a todo el mundo le sucede y hay muchos lectores para los que es necesaria una cierta afinidad con el protagonista para disfrutar de una novela. Por eso hoy os pregunto, ¿necesitáis que el protagonista os caiga bien para disfrutar de un libro?
     Gracias.

Volver a la Portada de Logo Paperblog