Revista África

Buitres sobrevuelan África

Por Jorge Luis Rodríguez González

Buitres sobrevuelan África
La enseñanza universal, la lucha contra la pobreza y el mejoramiento de los sistemas de salud, seguirán siendo una utopía para África, mientras las grandes potencias sigan tragándose la mayoría de sus recursos financieros a través del pago de las denigrantes deudas externas.
Ante la caída de los precios de las materias primas en el mercado internacional, los países africanos disminuyen sus ingresos, que se gastan básicamente en pagar los humillantes intereses de la deuda externa a sus acreedores internacionales.
A su vez, cada día es más difícil para estos Estados conseguir nuevos préstamos, debido al congelamiento de los fondos financieros; y cuando lo logran, es con intereses e injerencias políticas insoportables. La mayoría d
e este dinero va a parar nuevamente a las arcas de desprestigiados organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional por concepto de pago de viejos débitos
Hoy, con la debacle global, estas naciones pobres c
orren el riesgo de sucumbir a una «nueva» crisis de sus deudas, pues cuentan con menos ingresos para pagar viejos intereses e impulsar programas de desarrollo nacionales. Nuevamente el FMI y el BM ofrecen paquetes «salvadores» para reactivar las economías deprimidas; e incluso algunas ayudas prometidas por las grandes potencias se canalizan a través de los leoninos préstamos; pero las condiciones no cambian: recetas neoliberales y apertura total de sus economías a las transnacionales.
Solo dos opciones tienen los países africanos: aceptar la «ayuda» del FMI y el BM, a cambio de privatizaciones y reducciones en los presupuestos p
úblicos; o renunciar a ella, lo cual también supone un recorte drástico de los gastos sociales pues los ingresos por sus exportaciones y la inversión extranjera decae en tiempos de crisis.
Una nueva oleada de préstamos con un horizonte q
ue se vislumbra muy peligroso para estas economías débiles preocupa a varios especialistas y organizaciones no gubernamentales, que desde hace varios años piden cancelar las deudas externas de estas naciones. Sin embargo, a otros ya se les hace agua la boca…
Los buitres
Esperan a que su presa esté hecha un cadáver para descarnarla por completo. La imagen le viene como anillo al dedo a un grupo de inversores que en los últimos tiempos se han dedicado a comprar las deudas de los países pobres, para lue
go recuperar su inversión con el embargo de bienes, las demandas judiciales y la presión política y el chantaje, en un monto muy superior al que pagaron por la deuda externa.
Según la ONG Jubilee Debt Campaing, al menos 54 compañías, la mayoría radicadas en paraísos fiscales, han iniciado procesos legales en los últimos años contra 12 de los países más pobres del mundo, por un monto total de 1 500 millones de
dólares.
En septiembre de 2004, FG Hemisphere Fund, con sede en Nueva York, compró una deuda demandó a la República Democrática de Congo (RDC) por 105 millones de dólares de un préstamo original de 30 millones de dólares contraído en 1980, cuando gobernaba
el dictador, Mobutu Sese Seko, quien amasó una fortuna de 8 000 millones de dólares, dos tercios del endeudamiento congolés (12 000 millones). Este socio de Washington y Europa en el continente africano obtuvo varios préstamos que, en lugar de ser destinados a programas de desarrollo social, contribuyeron a engordar sus arcas personales.
El fallo dado por una corte en Washington a favor de FG Hemisphere obliga a Kinshasa a pagar unos 80 000 dólares semanales.
Zambia también fue aguijoneada por estos piratas financieros.
En 1999, esa nación del África Subsahariana nego
ciaba con Rumania la reducción de una deuda de 15 millones de dólares contraída en 1979 para comprar maquinas y vehículos destinados a la agricultura. El acuerdo al que arribaron ambos países fue liquidar esa suma —que ya en ese entonces se había duplicado por los intereses— con unos 3 millones de dólares. Sin embargo, poco antes de que el trato llegara a un final feliz, el fondo británico Donegal International Ltd, convenció al gobierno rumano de que le vendiera esa deuda en unos 3,3 millones, y luego demandó a ese pobre país por unos exorbitantes 55 millones.
Así, Zambia no pudo utilizar los fondos de la cancelación de la deuda para invertir en enfermeras, profesores e infraestructura, como tenía previs
to.
Otra presa de Donegal es el Congo-Brazzaville, al q
ue la compañía le exige unos 400 millones de dólares por una deuda que compró en solo 10 millones.
Otros dos buitres, Hamsah Investments y Wall Capital —radicados en paraísos fiscales del Caribe (Islas Vírgenes Británicas e Islas Caimán, respectivamente), demandaron en noviembre de 2009 a Liberia por un monto de 20 millones de dólares
. En 1978 Monrovia pidió un préstamo de 6 millones de dólares al Chemical Bank, de EE.UU., que se pagaría entre 1980 y 1985, pero hoy el Ministerio de Finanzas no tiene registrado si se hicieron o no los pagos.
En 2002, los fondos Sifída y FH International compraron esa deuda y demandaron a Monrovia en una corte de Nueva York para que pagara un
os 18,38 millones de dólares que incluía intereses y costos legales, pero no ganaron la partida pues Liberia no estuvo representada en la misma. La deuda siguió siendo revendida: en junio de 2006 la compraron Red Barn y FH International hasta que finalmente llegó a las manos de Hamsah Investments y Wall Capital.
Buitres sobrevuelan África
La hipocresía del buitre, el FMI y el BM
En 1996, el BM y el FMI lanzaron la Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados (PPME), una estrategia encaminada a lavarse un poco la cara y hacer creer que apoyaban la lucha contra la pobreza. Estas instituciones prometen un alivio de la deuda externa, pero para merecerse ese «premio», los países del Sur tienen que adoptar los programas de ajuste estructural, maquillados como «Documentos Estratégicos para la Reducción de la Pobreza» (DSRP). De esta manera, pretenden blanquear viejas deudas con nuevos préstamos, y el círculo vicioso cada vez se cierra más.

Los buitres son tan inescrupulosos que sus víctimas africanas se encuentran en la lista de los PPME. Para defenderse, sencillamente dicen que exigen a estas naciones pobres lo que deben. Jay Newman, directivo de Kensington International y Elliott Associates, con total desfachatez dijo al diario británico Times: «No adquirimos la deuda de los países que no tienen medios para pagar».

Nada más hipócrita e irreal. Estos países, según han reconocido el FMI y el BM, no pueden pagar sus viejas deudas. Entones, ¿cómo desembolsar las garrafales sumas que exigen los fondos buitres?

Zambia, por ejemplo, tiene una de las mayores tasas de VIH SIDA del planeta, y solo 600 doctores para una población de 12 millones.

Cuando los fondos buitres demandan a estas naciones pobres por cifras tan escandalosas, saquean los recursos financieros que pudieran ser destinados a la educación y la salud. Es, además, dinero nunca suficiente para el continente más explotado por las potencias occidentales, y donde mayor número de personas son afectadas por pandemias como el VIH/SIDA y el paludismo, y el que dispone de menor número personal de la salud.

Muerto el perro se acabó la rabia

El 29 de junio de 2009 quedó constituido en Túnez, el Servicio Africano de Apoyo Jurídico (African Legal Support Facility), el cual proporcionará asistencia jurídica a los países embestidos por los fondos buitres. La iniciativa, presentada por el Banco Africano para el Desarrollo, no es suficiente, pues esencialmente se dedicará a negociar la reducción de las demandas de estos piratas financieros, y a costear el proceso jurídico ante los tribunales.

Tampoco basta con que algunos países del Sur declaren nulas sus deudas públicas ilegales, y en un acto unilateral decidan cancelarlas. La voluntad tiene que venir también de los gobiernos del Norte, los cuales deben implementar políticas que pongan freno al saqueo de estos acreedores.
La verdadera lucha contra estos buitres sería la condonación total, y sin condiciones, de la deuda externa de esos países, identificada como ilegítima y fraudulenta. Así, muerto el perro, se acabó la rabia.


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