Revista Viajes

Calilla. Capítulo 4: Edimburgo, lugar lejano.

Por Vicent @1frenteaSF
Calilla. Capítulo 4: Edimburgo, lugar lejano.
El capítulo de hoy de Calilla lleva publicado desde las 00:30 de la noche para que todos aquellos curiosos que estan ansiosos de poder leerlo puedan leerlo lo más pronto que puedan. El capítulo de hoy no es tan largo como de costumbre, pero intenso, eso sí. No os hago esperar más y aquí os dejo el 4º capítulo de Calilla. Podéis dejar vuestros comentarios al final de esta entrada, para mi es un placer que comentéis =)
Capítulo 4.Edimburgo, lugar lejano.Había salido ya de mi cortijo e iba a pasar justo ahora por la plaza Mayor, la parte del viaje que más odiaba, todo el mundo a cuchichear el motivo de mi partida, pero no me interesaba. Ahora más que nunca quería irme porque María no me había contestado entonces eso quería decir que no le interesaba. Llegué a la plaza y el médico del pueblo le pidió al conductor de carro que lo parase, que tenía que decirme una cosa importante. Así que bajé y le atendí como persona educada que soy.-Buenos días tenga usted Doctor Domínguez.-le dije yo.-Buenos días Señor Raymond. Si me permite vamos dentro de su carro y damos un paseo-Dijo con voz alta.-Señor Domínguez, siento mucho su interés por que entablemos una amistad pero ahora mismo me dirigía a Carrolera para coger la diligencia hacía Edimburgo.-Le conteste yo.-Entra dentro de tu carro tengo que decirte una cosa sobre María.-Me dijo susurrando.Entramos al carro y yo le dije al conductor de carro que diese una vuelta por los valles de los alrededores de las afueras de Calilla que quería hablar sobre unas cosas con el señor doctor. Desde el momento que había pronunciado el nombre de María, el corazón estaba a punto de salirme por la boca. -Mira esto no debería hacerlo, pero en la situación en la que nos encontramos tengo que hacerlo. No sé si sabes que María es bandolera, es decir se toma la justicia al borde de la ley-Me dijo Paco.-No es bandolera, María es una señora respetada, ella no se juntaría con gente de esa calaña. Ante todo está su hijo, no creo que una mujer arriesgase la vida así por luchar contra las injusticias.-A ver, Richard, que yo también soy bandolero de su banda y sé que ahora usted y María están juntos. Bueno pero yo no he venido a hablar de eso. Si te he hecho parar ha sido porque hoy ha venido una sirvienta de su casa a decirme que ella no ha dormido esta noche allí, pero sé que ayer por la tarde estaba bien porque vino a la cueva y estaba muy feliz porque mañana se iba contigo hacía Edimburgo, y por eso he venido corriendo a parar el carro, para ver si estaba aquí pero veo que no está.-Me contó Paco.-¿Qué quieres decir con eso? ¿Puede ser que la hayan secuestrado? Todas las mujeres de las que me he enamorado en esta vida les ha pasado esto, pero no quiero que le pase nada a ella porque es la mujer que más quiero en este mundo.-Me paré un momento a pensar- Ahora que pienso, el otro día cuando íbamos paseando por las orillas del río, nos encontramos al Señor alcalde y sí que es verdad que María le dijo que todo este chollo que tenía montado con ser el alcalde y no quedar imputada en nada se le iba a acabar porque sabía lo que estaba haciendo. Yo le dije que se callase, porque sé cómo se las gasta el señor alcalde.-¿Quieres decir que en el hipotético caso que este secuestrada, ha sido el alcalde?-Me pregunto Paco.Le asentí con la cabeza.-Debemos de hacer algo, cada segundo que pasa es una pérdida de tiempo para nosotros pero la persona que tiene a María lo está ganando.-No me voy a Edimburgo, me da igual perder toda mi fortuna, pero no me perdonaría que le pasase algo a María. –Le dije yo.-Vente conmigo a la cueva, hablaremos con los otros miembros de la partida y decidiremos qué hacer. Normalmente a los nuevos integrantes de la partida les hacemos una prueba para saber sus aptitudes, pero María me dijo que tenías muy buena puntería, así que estas dentro.Paré el carro.-Ambrosio, vuelve a casa, suspendo el viaje. Con la charla que acabo de mantener con este señor he decido que no puedo abandonar esta tierra. Ya iré yo luego a casa. Vuélvenos a la plaza Mayor.El conductor del carro nos llevó a la plaza y tan pronto como pudimos nos fuimos a la cueva.-Bueno Richard estos son todos los miembros de la partida de bandoleros más temida de esta comarca-Me dijo Paco.Todos se destaparon la cara, con previa petición de Paco. Cuando se destaparon vi el rostro de esas personas. Uno era el que toda la vida se había hecho pasar por el Duque de Castilla, Rafael, mi amigo; otro era Manuel, el bandolero más temido en la mayor parte de España.-Paco ¿Qué hace este finolis aquí?-Dijo Manuel.-Ya sabes que no traigo gente aquí así por así. Si lo he traído ha sido por una razón de más peso. María ha desaparecido, como nos contó ayer hoy se iba con Richard a Edimburgo, bien pues, este mañana cuando me dirigía al pueblo ha venido una de sus sirvientas a preguntarme si sabía algo de María porque no había pasado la noche en casa. Así que me fui corriendo hacía el carro en el que estaba Richard lo paré y se lo conté todo.-Les contó Paco.-Así que después de un rato divagando, creemos que ha podido ser el alcalde por la conversación que tuvo con él el otro día.-Les dije yo.-Entonces, esperar que me aclare, la jefa está secuestrada por el señor alcalde.-Dijo Manuel.-No hay tiempo que perder, yo me llevo muy bien con el señor alcalde así que voy a visitarlo a su casa por si acaso me puedo percatar de alguna pista.-Dijo Rafael mientras se preparaba para salir.-No es por separarte de tu amigo el alcalde pero te aviso que casi todas las amistades masculinas del señor alcalde acaban muertas.-Le advertí yo.Después de unas dos horas meditando el plan que haríamos en el caso de que Rafael encontrase algunos indicios de que María estaba allí, yo decidí que era el momento de irme hacía mi casa porque todavía me quedaban cosas que arreglar.Durante todo el camino de ida hacia mi cortijo estuve pensando en María, así que me pasó muy rápido. Cuando llegué a casa, decidí que era el momento en el que tenía que escribir la carta a los señores de Edimburgo.‘Querido Fisherald Chadmand:Le escribo desde la tierra en la que estoy ahora mismo y en la que he decido quedarme, Calilla. No voy a poder asistir a las reuniones pactadas  ya que las cosas en Calilla se han complicado bastante. Por eso ruego con todo el respeto que le tengo si podemos posponer estas reuniones. Para mí sería lo mejor.Espero una respuesta lo más pronto posible.Richard Raymond.Ya estaba bien por hoy, me iba a dormir.
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