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Cinco escritoras olvidadas o desconocidas que te sorprenderán

Publicado el 08 marzo 2016 por Rusta @RustaDevoradora

Cinco escritoras olvidadas o desconocidas que te sorprenderán

La escritora alemana Brigitte Reimann.


Cinco escritoras olvidadas o desconocidas que te sorprenderán
Brigitte Reimann(Burg, 1933 – Berlín Este, 1973) fue una voz singular de la literatura alemana de la RDA. En toda su obra, que comprende novelas, reportajes y diarios, late una intensidad contagiosa, una personalidad apasionada que también se reconoce en su biografía: comenzó a publicar con poco más de veinte años, se casó cuatro veces, tuvo un intento de suicidio y murió de cáncer a los treinta y nueve años. Una vida demasiado corta, pero suficiente para dejar su huella en todo lo que escribió. Por la época y el lugar en los que vivió, además, Reimann estuvo comprometida con el Partido Socialista, una ideología que se plasma en sus primeras obras, si bien con el tiempo su perspectiva se fue modificando y empezó a mostrarse crítica hacia lo que observaba a su alrededor. La mirada de Reimann es una mirada lúcida e involucrada con la vida cultural de su ciudad, una mirada brillante que no ha perdido lustre con las décadas. Como curiosidad, fue amiga de una autora más conocida por estos lares, Christa Wolf.Libros recomendados: En la ciudad del mañana, La verde luz de las estepas.
Cinco escritoras olvidadas o desconocidas que te sorprenderán
Marisa Madieri(Fiume, 1938 – Trieste, 1996) publicó poco, pero ese poco tiene más solidez que algunas trayectorias prolíficas. Su literatura se funde con su vida, una vida marcada por el Éxodo istriano-dálmata posterior a la Segunda Guerra Mundial. Al igual que en la producción de su esposo, Claudio Magris, la noción de frontera reverbera en su obra por esas tensiones entre el lugar de origen y el lugar de refugio, donde se instala de forma definitiva. En su diario recuerda los años de su infancia en el campo del Silos de Trieste, unos años de pobreza que más tarde hicieron de ella una mujer comprometida con los más desfavorecidos. Entre estas mismas páginas de su diario medita asimismo sobre la memoria y el paso del tiempo, sobre los familiares que murieron y la conciencia de la finitud de su propia existencia. Unos textos, en suma, escritos con contención y sobriedad, que dejan constancia del testimonio de una mujer que supo plasmar la serenidad con la que se enfrentó a los vaivenes de la vida. Libro recomendado: Verde agua.
Cinco escritoras olvidadas o desconocidas que te sorprenderán
Hija de un escritor de westerns de segunda, Jean Stafford (Covina, California, 1915 – Nueva York, 1979) pertenece a esa generación de autores norteamericanos que elevaron el relato al máximo nivel, en gran medida gracias a las revistas en las que publicaban; me refiero a la generación de Eudora Welty, John Cheever, Flannery O’Connor y Katherine Anne Porter. La vida de Stafford estuvo marcada por un accidente de tráfico por el que tuvo que someterse a una reconstrucción facial, así como por las tensiones conyugales con sus dos primeros maridos, que desembocaron en problemas con el alcohol y depresión. En sus cuentos se centra con frecuencia en el desencanto de las mujeres de su generación, en los conflictos del matrimonio, la soledad o la sensación de desarraigo al abandonar la casa paterna. En su brillante relato «El castillo interior», además, recrea una intervención quirúrgica desde una perspectiva singular, inspirada en su experiencia. Ganó el Premio Pulitzer en 1970 por el conjunto de su narrativa breve.Libro recomendado: Los niños se aburren los domingos.
Cinco escritoras olvidadas o desconocidas que te sorprenderán
Lidia Chukóvskaia(San Petersburgo, 1907 – Moscú, 1996), mujer de letras  —fue novelista, poeta, crítica literaria y editora— y amiga de Anna Ajmátova, constituye un ejemplo del uso político de la literatura, del compromiso con los problemas de su realidad social. En concreto, Chukóvskaia conoció en primera persona las purgas de Stalin en los años treinta: su marido fue arrestado y poco después ejecutado, aunque a ella le comunicaron que se encontraba en un campo de trabajo sin derecho a correspondencia. En su única novela traducida al castellano, la autora se pone en la piel de una mujer que podría ser ella misma, una mujer que ve cómo le arrebatan a su familia sin darle explicaciones. La particularidad de su enfoque reside en el hecho de centrarse en las mujeres, que no eran arrestadas con tanta frecuencia como los hombres, pero sufrían otro tipo de dolor: la soledad, las largas colas, la ausencia de certezas sobre el estado de sus seres queridos. Lo narra, además, con una simplicidad que aumenta la eficacia para comunicar su denuncia.Libro recomendado: Sofia Petrovna. Una ciudadana ejemplar.
Cinco escritoras olvidadas o desconocidas que te sorprenderán
Mary MacLane(Winnipeg, Canadá, 1881 – Chicago, 1929) tuvo una vida convulsa, y esa agitación se plasma en sus textos, de carácter autobiográfico. Publicó su primer libro con apenas veinte años, una obra que se convirtió de inmediato en un éxito de ventas y que suscitó controversia por su voz punzante y socarrona. Lo que hace interesante a MacLane no es lo que cuenta —el desamparo de la adolescente literata que se siente incomprendida y sola a pesar de estar rodeada de gente—, sino cómo lo cuenta: un estilo irreverente, introspectivo y meditativo, que adelanta a escritoras experimentales de la talla de Virginia Woolf y Clarice Lispector. Su libro tiene la inmediatez del fulgor y la rebeldía juveniles, antes de que estos sean apagados por la madurez. Gracias a esta falta de complejos, MacLane se permite proclamar a los cuatro vientos que desea que venga el Diablo, un Diablo entendido como la diversión perversa que ha de romper su monotonía. Ella, de hecho, se acabó reconciliando con la vida: abandonó su pueblo para trasladarse a la ciudad y moverse en los círculos intelectuales, hasta que murió en extrañas circunstancias en una habitación de hotel de Chicago.Libro recomendado: Deseo que venga el Diablo.
Y tú, ¿a qué escritora olvidada o desconocida recomiendas?

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