Revista Política

Crónica desde Lyon

Publicado el 22 octubre 2010 por Basseta
La rue répond: Résistance!
Menudo lío se está liando en Lyon. Por encontrarme este año viviendo aquí, en esta ciudad fría y gris, tuve la oportunidad de presenciar en primera persona una auténtica movilización ciudadana como nunca antes había visto. Decenas de miles de manifestantes desfilaron el pasado martes desde Sans Souci a la céntrica plaza de Bellecour para protestar tous ensemble (todos a una) contra la polémica y terriblemente injusta reforma que el ejectuivo de Súper Sarko quiere llevar a cabo en el país galo: retrasar la edad de jubilación dos años, como también se baraja hacer en España. Las diferencias con España, sin embargo, saltan a la vista. Y no me refiero a que en nuestro país se contemple la posibildad de que los trabajadores se jubilen a los 67 años y en Francia a los 62, no. Me refiero a la sonora respuesta que está dando la ciudadanía, día tras día, en el país vecino.
Crónica desde LyonA las diez de la mañana me encontré con mi amiga y compañera Laura Bayarri para unirnos a la manifestación. «Será algo tranquilo, teniendo en cuenta lo acontecido ayer en la Croix Rousse», pensaba yo. A medida que íbamos llegando, aparecían en nuestro camino coches volcados, con la lunas rotas, contendores derrumbados... y una sólida barrera de policías antidisturbios bloqueando el paso, tratando de controlar a los estudiantes de instituto, que se mostraban agresivos, ávidos de pelea. Las botellas sobrevolavan nuestras cabezas, los estudiantes gritaban, prendían bengalas. Los policías permanecían quietos, expectantes. «Estamos viviendo algo único», pensé. Tal era mi excitación, que en mi afán por convertirme en protagonista de hechos tan importantes como los de aquel (no tan olvidado) mayo del 68, creí ver adoquines atravesando el cielo... cuando en realidad no eran más que huevos. De acuerdo: Los adoquines no eran reales, pero las pedradas sí. Y los coches quemados. Y los escaparates destrozados, las cabinas de teléfono inservibles. Los vidrios por las calles y el olor a gasolina y plástico quemado también. Pero eso vendría después.
Nos incorporamos a la manifestación en un tramo bastante tranquilo, con simpatizantes del sindicato CGT, muy popular aquí. Balbuceamos consignas en francés, vilupendiamos a Sarkozy y, por un momento, creímos de verdad que aquello que reclámabamos podría ser real. La ilusión y el deseo nos juegan malas pasadas algunas veces. Porque, aún sabiendo que el presidente seguirá adelante con su plan, al estar ahí, cruzando el puente de la Guillotière, rodeado de franceses eufóricos que gritaban con fuerza... te dejas engañar, arrastrar y crees de verdad que estás consiguiendo algo. Te solidarizas, sientes su causa como tuya. Y te ilusionas.
Y sí. Ha habido coches incendiados, contenedores en llamas, multitud de cristales rotos y varias de las tiendas de la Rue Victor Hugo (una de las más exclusivas de Lyon) han sido saqueadas. No estoy de acuerdo con ello. No es el método. Desgraciadamente, al final, eso es lo que sale en el telediario, lo que gana protagonismo. Los manifestantes han tomados las calles durante la mañana y los antidisturbios han colonizado Lyon durante la tarde.
Con todo, revoque Sarkozy o no el proyecto de ley, a nivel perosnal, algo conseguimos: Aprender de los franceses. Llevo un mes y medio aquí y todas las semanas, prácticamente todos los días, hay movilizaciones. La gente protesta, se organiza, lucha. Se nota el pasado democrático del país. ¡Tienen tablas! Echo de menos leer titulares que hablen así de España, que me hagan pensar que la gente no está adormecida, que la sociedad piensa, que los ciudadanos están concienciados. Que tenemos claro que no queremos que nos manipulen los de siempre. Esos que se escudan con la excusa de la crisis, mientras siguen desviando fondos públicos a intereses privados; que se esconden detrás de siglas, entidades financieras y partidos políticos. Nos engañan, nos torean como quieren (tienen derecho a hacerlo, eso es fiesta nacional, según dicen).
Lyon era el martes, más que nunca, un lío grande. Estaciones de metro fuera de servicio, estaciones de tren cerradas. Policías armados con porras. Helicópteros. Y la sensación de que algo bulle en la ciudad. No se sabe muy bien qué, ni qué forma tomará, pero se nota en el ambiente. La incertidumbre se esparce por las avenidas y nos alcanza a nosotros, universitarios extranjeros. Todo es muy extraño. La Universidad está tomada por los sindicatos y permanece bloqueda por tiempo indefinido. Nadie sabe cuándo volveremos a tener clase, como nadie sabe tampoco cuando dejarán de tomarnos el pelo los de siempre. Como ya he dicho alguna vez, parafraseando al poeta... ¡Nos queda la palabra!
José Vicente Bernabeu
Fotografía de Laura Bayarri
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