Revista Cultura y Ocio

El color que cayó del cielo, de Sergio Wolf

Publicado el 05 abril 2014 por María Bertoni
Cobertura especial de Espectadores.

Cobertura especial de Espectadores.

‘Encantador’ es un buen adjetivo para definir el documental que Sergio Wolf presentó ayer viernes ante más de un espíritu baficiano curioso por asomarse a la nueva obra del ex director artístico del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. ‘Encantador’ en un sentido literal, pues fascina o despliega un poder magnético el compendio de relatos recogidos sobre los meteoritos que cayeron -algunos siguen escondidos- en las localidades chaqueñas de Campo del Cielo y Mesón de Fierro.

Los espectadores acompañamos al realizador en un minucioso trabajo detectivesco que nos lleva desde el interior de la provincia del Chaco, cerca de la vecina Santiago del Estero, hasta Pittsburgh y Tucson en los Estados Unidos. La comparación con el género policial adquiere total legitimidad para quienes adherimos a cierta contraposición romántica entre el honesto geólogo William Cassidy y el inescrupuloso coleccionista Robert Haag (nombres dignos de representar a las figuras del bueno y del malo).

Wolf maneja muy bien el suspenso gracias a la diestra articulación de los testimonios que permiten reconstruir la historia de los meteoritos caídos, buscados, hallados, en ocasiones de traslado frustrado. No falta nada en esta recreación híperdocumentada: el rescate de la leyenda mocoví que parece aludir al fenómeno espacial ocurrido cuatro mil años atrás, la síntesis de la primera incursión con fines de explotación a manos del español Don Miguel Rubín de Celis (a fines del siglo XVIII), las entrevistas, por un lado, a dos protagonistas de la segunda incursión extranjera (norteamericana) con fines académicos (en los años ’60) y, por otro lado, al mencionado Haag y a los agentes de la policía provincial que lo detuvieron mientras intentaba apropiarse de una enorme pieza en los incipientes ’90.

El color que cayó del cielo, de Sergio Wolf
El ex director artístico del BAFICI nos envuelve en una aventura que -por momentos da la sensación- excede los lineamientos del guión. Por ejemplo, cuando el hallazgo ante cámara de las películas que Cassidy grabó durante su trabajo de campo en el Chaco, y que no recuerda si alguna vez reveló.

La fotografía de Fernando Lockett y Guido De Paula contribuye al vuelo poético de este trabajo irreductible a un mero documental. Los cielos estrellados, nubosos, apenas rasgados por los primeros rayos del sol susurran la otra historia de los meteoritos, aquélla relacionada con su origen extraterrestre y por lo tanto con una condición cercana a cierta ilusión de divinidad.


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