Revista Viajes

Florencia: Museo del Bargello

Por Bkik19 @bkik19

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El museo nacional del Bargello se halla en el núcleo medieval de Florencia. Edificios como la casa de Dante, el Baptisterio, la iglesia de Santa Maria dei Cerchi o el Bargello constituyen el patrimonio más antiguo de la ciudad que se ha conservado. Éste, en concreto, fue construido en 1255 como sede de gobierno. En el siglo XVI cambió su funcionalidad para servir de cárcel y en su patio se hicieron ejecuciones hasta 1786. Fue en 1865 cuando se convirtió en uno de los museos nacionales más importantes de Italia. Alberga la mejor colección escultórica de la ciudad y yo diría que su visita es, al menos para mi gusto, más imprescindible que la de otros grandes museos florentinos como la Galería de la Academia. No es ni mucho menos tan famoso como este otro. Sin embargo, cuenta con verdaderos tesoros que se encuentran además en un ambiente idílico, ya que el edificio en sí es una maravilla arquitectónica.

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Cuando la gente paga los diez euros de la entrada en la galería de la Academia está claro que es para ver el David de Miguel Ángel, ya que si esta escultura estuviese en los Uffizi por ejemplo, muy pocos irían a visitar las obras pictóricas que la acompañan, en su mayoría medievales, ni la galería de instrumentos musicales o los cuatro esclavos para el sepulcro de Julio II de Miguel Ángel. De hecho, en la tienda del museo todo es del David. Tan sólo cuatro postales y algún libro se dedican a alguna otra obra. Yo admiro muchísimo la figura del David, su belleza, sus proporciones, su energía y su coraje. Sin embargo, en el Bargello hay también esculturas magníficas aunque no sean tan famosas. Por eso animo a que la gente no se vaya de Florencia sin visitar antes este museo. Además la entrada de éste tan sólo cuesta cuatro euros.

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A las 8:15, hora de apertura, es cuando fui yo y al menos a esa hora no había nadie. Supongo que luego sí que se llenaría de visitantes, ya que toda la ciudad estaba desértica. Es la única hora en la que se pueden hacer buenas fotos sin gente. Resulta que te venden Florencia como la ciudad de las colas y lo único que hay que hacer es madrugar un poco. Nos sucedió igual en el Palazzo Pitti, absolutamente vacío. Daba hasta miedo recorrer sus salas palaciegas pues no había nadie y las vigilantes estaban reunidas en una sala hablando de sus cosas.

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En la galería porticada del patio ya encontramos las primeras obras. Entre ellas destaca el grupo escultórico del manierista Bartolomeo Ammannati (1511-1592), concebido para la fuente de la Sala Grande del Palazzo Vecchio, por encargo de Cosme I. En el centro, Ceres, diosa de la tierra y la fertilidad, generando el agua y, a los lados, los ríos Arno y Arbia. Aparecen también la Prudencia y Flora, que alegoriza a la ciudad de Florencia. Sentada sobre un arco iris, realizó a Juno entre pavos reales. La obra fue interrumpida por motivo del encargo del Neptuno para la fuente de la Piazza de la Signoria y se trasladó a la villa médici en Pratolini, luego a los jardines de Boboli y por último al Bargello.

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En una de las esquinas del cortile se encuentra el majestuoso Océano de Giambologna (1572-1576), escultor también manierista. Realizó esta escultura en mármol para una fuente del jardín de Boboli y para su conservación fue sustituida por una réplica en éste y trasladada al museo. Se erige corpulento, controlando las aguas como alegoría del buen gobierno. Son obvias las influencias de las figuras titánicas de los últimos trabajos de Miguel Ángel, que estudió en Roma.

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Desde el patio, en la planta baja, se accede a una gran sala. Entre sus magníficas obras se cuentan el Baco de Miguel Ángel (1496-97), que muestra su conocimiento del arte romano a raíz de su viaje a Roma en aquella época  o el Mercurio de Benvenuto Cellini (1563), una figura muy elegante y estilizada de bronce, de formas muy suaves.

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En la primera planta, bajo un cielo azul tachonado de estrellas, se encuentra una selección de obras decorativas, relacionadas con el trabajo escultórico: arquetas de oro, copas de plata, cuberterías, marfiles bizantinos, crucifijos o pequeñas figurillas.

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En una sala contigua se exhibe la escultura del quattrocento, destacándose los trabajos de Donatello: el bronce del David, una de sus primeras obras; el San Jorge de mármol para una hornacina de la fachada del Orsanmichele, financiado por el gremio de las armas. Representa al deber moral ya que retrata al santo en el momento en que se prepara para la acción de matar al dragón. Realiza también un relieve stacciato para el tabernáculo en el que aparece ya luchando contra el dragón y salvando a la princesa. O también la figura de Ayón en bronce, un ser mitológico iraní. Se trata de un demonio polimorfo del tiempo, que juega con el destino del hombre a través del azar. En su iconografía cuenta con un cinturón de flor de adormidera y una víbora a los pies que simbolizan la muerte. En esta sala también se encuentran los relieves del sacrificio de Isaac de Ghiberti y Brunelleschi para el concurso de la puerta del Baptisterio florentino.

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Desde ésta se accede a la bella logia del edificio que da al patio, con una bóveda de crucería decorada con escudos y más esculturas llenando sus espacios como el Jasón de Pietro Francavilla o la Arquitectura de Giambologna, inspirada en la Alegoría de las Bellas Artes de Miguel Ángel.

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Ha de destacarse también una sala dedicada por completo al trabajo de la cerámica durante el Renacimiento florentino, con bellísimas producciones como el plato de abajo. En la última planta hay una sección relacionada con el arte de la guerra: armaduras, armas, sillas de montar de marfil, etc. y otra de bronces de pequeños tamaños expuestos en vitrinas.

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