Revista Arte

La imposibilidad de la perfección: La Escuela de Bolonia.

Por Artepoesia
La imposibilidad de la perfección: La Escuela de Bolonia. La imposibilidad de la perfección: La Escuela de Bolonia. La imposibilidad de la perfección: La Escuela de Bolonia.
Nunca se podrá conseguir la perfección absoluta. ¡Qué osadía humana más imposible! Después del Renacimiento y del Manierismo, los creadores de finales del siglo XVI, cansados ya de tanta sofisticación elaborada, no pudieron más que buscar una refinada forma de combinar por entonces todo lo bueno que autores de la talla de Rafael, de Miguel Ángel, de Correggio, de Mantegna o de Tiziano hicieran ya antes. La ciudad italiana de Bolonia -incluida en el siglo XVI dentro de los estados Vaticanos- tuvo la maravillosa oportunidad de disponer de mentes que aglutinaron el deseo de hacer las cosas de otra forma, pero ahora mejor, progresando en el Arte como nunca antes se habría llegado a entender. Después de que la Reforma religiosa de Lutero viniese a movilizar las conciencias, la Iglesia inventó la Contrarreforma. El arzobispo de Bolonia, Gabriele Paleotti (1522-1597) escribiría en 1582 un ensayo en donde preconizaría un lenguaje pictórico más claro, más cercano, directo, sencillo y natural.
Ahora se trataba de que el pueblo pudiera entender lo que veía, y que ésto representara la verdad además de la belleza y de la vida. Pero, ¿cómo se podría retratar la belleza acudiendo a la realidad de la natural, sencilla y manida vida? Unos artistas boloñeses aceptaron el reto. Los Carracci, pintores famosos ya por su Academia, aglutinaron la nueva sensación de revolucionar la imagen de la belleza, que, durante casi todo el siglo XVI, había sido llevada a niveles casi sobrehumanos y para nada terrenal o accesible. Aprovecharon estos creadores la ocasión para reivindicar una más relevante carga intelectual a los pintores, hasta entonces considerados más artesanos que otra cosa. Por esto se rodearon también de poetas y escritores. Fue un momento único vivido en el mundo de la Creación artística, que sin embargo tan sólo dejaría algunas obras maravillosas compuestas dentro de una escuela académica más, si acaso conocida luego en los capítulos menos famosos de la Historia del Arte Universal.
Porque sería el Barroco, el feroz y atrevido movimiento más arrollador de la Historia artística, el que acabaría siendo victorioso en este extraordinario momento, que se vivió ya a principios del siglo XVII. La Escuela Boloñesa no consiguió así realizar algo que, en esencia, es imposible: llegar a alcanzar la sagrada perfección. Para ella, el Clasicismo greco-romano era fundamental, el virtuosismo de los colores de la tendencia veneciana también, el equilibrio y la elaboración del gran Rafael imprescindible; la fuerza desgarradora de un Miguel Ángel necesaria. Pero, sin embargo, no pudo entonces con el fenómeno más visceral, sobrevenido, pasional, incalculado y avasallador del Barroco.
Así se llegan a disolver todas las ideas progresistas honorables y fervorosas de la Historia. Porque nada de lo que se diseña calculado florece. Nada de lo que surge de una pluma reflexiva acabará desarrollando una tendencia victoriosa. Tan sólo lo desconocido, lo sobrevenido, lo más impensable de todo, es lo que en la historia -del Arte, de la Política, de la Ciencia, de la Filosofía, de la Vida- acaba por ganar la partida del deseo. De ese deseo que nunca, sin embargo, dejará de alumbrar el designio ciego del Hombre: alcanzar la Perfección en lo que haga.
(Obra Apolo y Dafne, 1620, del pintor de la Escuela boloñesa Francesco Albani, Museo del Louvre, París; Óleo Aquiles arrastrando el cuerpo de Héctor, principios del siglo XVIII, del pintor italiano de la misma escuela Donato Creti; Cuadro Alegoría de la Vida Humana, siglo XVII, del pintor de la Escuela Boloñesa Guido Cagnacci, en esta magnífica obra se observa la belleza natural del cuerpo femenino, algo muy temprano por entonces, ya que la Iglesia prohibía utilizar modelos desnudas.)

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