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La vanguardia rusa que se salvó de la kgb

Por Isladesanborondon

   En la desértica ciudad de Nukus, capital de la República de Karakalpakistán (al norte de Uzbekistán), Igor Vitalievich Savistki salvó de la KGB la única colección de arte de vanguardia soviética que existe hoy en Asia Central.
   En 1983, Igor Savistki invitó a un grupo de expertos del ministerio de Cultura soviético con la intención de recaudar dinero para a los artistas las obras que había adquirido para su museo en la ciudad de Nukus. En una de las salas colgaban los dibujos que la artista Nadezhda Borovaya había creado durante los 7 años que permaneció en uno de los campos de concentración de Stalin. Uno de los funcionarios se interesó por uno de aquellos dibujos donde los prisioneros llevaban escrito en sus gorras un número de identificación. Savitski le explicó que aquella obra de Borovaya era un reflejo de la situación de los presos judíos en los campos nazis, en lugar de confesar que aquella obra representaba una escena de prisioneros rusos recluidos en los campos de trabajo de Stalin. Así era Savitski, astuto y tenaz. En esta ocasión el director del Nukus salvó el pellejo una vez más, consiguió el dinero que necesitaba de la administración central, y evitó que los dibujos de Borovaya fueran confiscados.
   El museo Nacional de arte de Karakalpakistán, rebautizado como I.V. Savistki, alberga en sus fondos más de 9.000 piezas de arte y posee la segunda mayor colección del mundo de arte de Rusia Avant Garde, después el Museo Estatal de San Petersburgo. El Museo Savitski posiblemente sea uno de los pocos lugares del mundo donde la vanguardia rusa esté junto a obras del realismo socialista. Pero este museo tiene una historia apasionante intrínsecamente ligada a la biografía de un hombre fuera de lo común que convirtió su sueño de coleccionista en una realidad. Igor Vitalievich Savistki (1915-1984)    Nació en Kiev, el 04 de agosto de 1915. Su padre era un abogado con prestigio. La Revolución de Octubre y el periodo posterior fue trágico para la familia que vio como todo su patrimonio artístico era destruido a manos de los bolcheviques.
   A principios de 1920, Savitski se trasladó a Moscú. Aquí el joven Igor compaginó sus clases de pintura, con sus estudios de instalaciones y cableado eléctrico. Su oportunidad llega en 1950 cuando es invitado a participar en una expedición a la región de Khorezm (al norte de Uzbekistán)  junto a un grupo de arqueólogos y etnógrafos liderados por el científico Serguei P. Tolstov. La expedición de Khorezm, enclave importante de la Ruta de la Seda, constituyó uno de los descubrimientos sobre civilizaciones antiguas más significativa del siglo XX. Savistki estaba encargado de documentar con dibujos los tesoros encontrados. En su tiempo libre se dedicaba a pintar el paisaje desértico de la zona, ya que los colores brillantes del desierto produjeron en él una atracción irresistible. A su regreso a Moscú  en 1957 enseñó sus pinturas a Robert Falk, uno de los pintores de la vanguardia rusa más influyente entre los jóvenes, pero el maestro criticó su estilo y la escasa calidad de su pinturas. Igor Savistki se sumió entonces en una profunda depresión. Decidió poner desierto por medio, regresó a Karakalpakistán y allí comenzó una nueva  vida. ORÍGENES DE LA COLECCIÓN Y EL MUSEO    Savistki recorrió a pie el norte del territorio de Karakalpakistán coleccionando toda serie de objetos de lo que representa hoy el patrimonio de la cultura karakalpakistaní. En ese momento muy pocos entendían el valor de aquellas joyas, alfombras, maravillosos trajes bordados, adornos para yurtas (viviendas de los nómadas) y arneses de los caballos que ya no se utilizaban. Los jóvenes no podían entender por qué un hombre mayor de ojos intensos quería sus "trapos", como un basurero.      Continuó pintando y se dedicó a orientar a los primeros artistas karakalpakos. Persuadió a las autoridades locales que Karakalpakistán necesitaba un Museo de arte donde albergar los objetos tradicionales y las piezas arqueológicas que había recopilado. Savitski consiguió construir el museo gracias a Kalthbek Kamalov, el político más poderoso de la región, y a la ayuda de altos cargos del ministerio de Cultura de Moscú. En 1966 fue nombrado director del Museo de Artes de Nukus. Abandonó definitivamente la pintura. Había logrado su sueño, un museo único e inusual, un pequeño Tretiakov en un lugar apartado, lejos de las garras de la censura soviética. En una segunda etapa se dedicó a coleccionar pinturas y dibujos de los artistas de la Escuela Uzbeka como A. Volkov, M.Kurzin, Ural Tansykbayev y Victor Ufimtsev. ARTE PROHIBIDO    A partir de 1966, Igor Savitski recopilaba todos aquellos trabajos  de artistas de la vanguardia rusa que no comulgaron con la política cultural al servicio del "realismo socialista", dictada por Stalin. Algunos artistas como Robert Falk y Lyubov Popova ya habían logrado un reconocimiento internacional, pero la gran mayoría continuaban siendo desconocidos. Un numeroso grupo de creadores de todas las disciplinas quisieron seguir fieles a sus principios, y desde todas las regiones de la URSS se desplazaron a vivir a Nukus, huyendo de la muerte, de la prisión y de los campos de concentración. Encontraron en Savitski un protector, aunque él no siempre pudo librarlos del dolor. Llevó al museo muchas obras de artistas que no pudieron escapar de la terrible represión de este periodo, artistas de la talla Kurzin fue enviado al exilio, Nikolaiev fue detenido y Lysenko acabó sus días en un hospital psiquiátrico, suerte parecida corrieron M. Sokolov y V. Komarovskiy. También se hizo con obras de muchos otros artistas que hasta la década de 1960 no eran más que un espacio en blanco en la historia del arte: Ruvin Mazel, Pyotr Sokolov, Antonina Sofronova, Efrosynia Ermilova-Platova, Kliment Redko, Arkadi Stavrovski, Yuri Shukin, Nicolái Tarasov o Rostislav Barto, son hasta completar sesenta, los artistas que se hayan representados en el museo.
   A pesar del riesgo de ser denunciado como un "enemigo del pueblo", Savitski fue en busca de aquellos pintores prohibidos y de sus herederos para recopilar, archivar y mostrar sus obras. Con enorme esfuerzo y coraje, logró reunir miles de vanguardia rusa y post pinturas vanguardistas.
   " Encontré estas pinturas enrolladas bajo la cama de ancianas viudas, enterradas bajo montañas de trastos, en esquinas oscuras de estudios de artistas, algunas veces incluso tapando un agujero en el tejado. Terminé con una colección que nadie en la Unión Soviética se atrevería a mostrar", comenta Savistki en sus memorias.    Sin dinero y sin ninguna otra ayuda, Savitski viajó continuamente a Moscú y regresaba a Nukus con toda clase de materiales (cartas, bocetos, dibujos, esculturas, objetos...) que él consideraba valioso. Visitaba los estudios de artistas proscritos y de sus herederos a quienes les firmaba pagarés a diez años. Bajo la mirada de las mismas autoridades soviéticas, salvó alrededor de 44.000 obras de la vanguardia rusa. Una de las más extraordinarias colecciones de arte ruso del siglo XX de artistas que cultivaron el constructivismo y el cubofuturismo, tras la revolución de octubre. Continuó trabajando sin descanso lo que mermó seriamente  su salud. Murió el 27 de julio de 1984 en un hospital de Moscú por problemas respiratorios. Está enterrado en el cementerio ruso de Nukus.
   Hasta la llegada de la Perestroika, un año después de la muerte del fundador, el equipo del museo, conscientes de los problemas que les podría acarrear, nunca divulgaron la presencia de estos artistas prohibidos en la colección, aunque el museo ya era conocido en los círculos disidentes.
    MARINIKA BARBARAZANOVA recibió de Savistki la tarea de dirigir su legado. El padre de Barbarazanova  pertenecía al partido comunista, protegió en todo momento a su Savitski y medió por su amigo para que las autoridades uzbecas financiaran la construcción del museo.
   "Savitski era amigo de la familia y muy amigo de mi padre. Él lo ayudó primero a abrir un taller de restauración de arte popular, después nosotros nos trasladamos a Tashkent. Savstki nos visitaba a menudo y solía guardar las pinturas que había conseguido en nuestra casa. Mi padre y él mantenían largas conversaciones. Igor Savitsky pensó en mí, primero como su asistente y luego como su sucesora. En aquel momento me propuse seguirlo." nos comenta Marinika.
   Desde hace 28 años trabaja por y para el museo. Gracias su gestión muchas  obras de la colección han sido objeto de exposiciones en museos de Francia, Alemania y en varias ciudades de Rusia. El Nukus comenzó a tener repercusión mundial en 1998, a partir del artículo de Stephen Kinzer, corresponsal del New York Times. La reacción del mundo del arte no se hizo esperar. Compradores de todo el mundo  aterrizaron en Nukus con la intención de adquirir alguna que otra obra, peroBarbazaranova  dejó muy claro que la colección de Nukus no estaba en venta. UN DOCUMENTAL
   El desierto del arte prohibido (The Desert of Forbidden Art), narra la aventura del museo desde sus orígenes. El documental dirigido en 2010 por los directores norteamericanos Amanda Pope y Tchavdar Georgiev ha recorrido los principales festivales de cine, cumpliendo las funciones de embajador del Savistki alrededor del mundo. " Tchavdar y yo nos sentimos muy satisfechos de que  gente de todo el mundo haya visto el documental en el cine o en la televisión. Desde luego esperamos que la audiencia continúe aumentando y que muchos se animen a visitar en persona el Nukus. Esto no solo ayuda al museo sino que animará a las autoridades uzbekas a que continúen ofreciendo su soporte."    El grupo de Amigos del Museo Nukus, encabezado por David Pearce, entre otras cosas apoyan a la dirección en estrategias de desarrollo a largo plazo, funcionan como enlace con potenciales inversores y con otros museos que tengan interés en albergar exposiciones de la colección.    En 2000 el doctor catalán Ignasi de Juan Creix trabajó en la sede de Médicos sin Fronteras de Uzbekistán. "Nosotros estábamos en la zona del Valle de Fergana donde se trataba a los enfermos de tuberculosis. En Nukus junto con otros expatriados del cuerpo diplomático, miembros de la Cruz Roja o de Naciones Unidas, compartimos muy buenos momentos en el museo". En el 2004, durante la organización del Foro de las Culturas en Barcelona, Ignasi de Juan y Josep Ramoneda, entonces director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, intentaron traer la colección Nukus a Barcelona, pero el proyecto no fructificó. "El museo es una joya. Alberga obras espectaculares. No está en las mejores condiciones que podría estar, pero es una joya. Ojalá a raíz de este artículo alguna institución se interese."

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