Revista Viajes

Otro Bangkok

Por Ilusionrecuerdo @ilusionrecuerdo

Más allá de los rascacielos y los exuberantes templos, existe otro Bangkok, uno al que solo se entra si sabes pararte un momento en medio de la vorágine y observar. No hace falta poner gran atención, pues ese otro Bangkok se desvela enseguida ante tus ojos a poco que le regales una mirada distinta.

Quizá lo primero que aparezca sean los colores, esparcidos por todas las calles como si alguien los hubiera ido escondido con la picardía de imaginar la sonrisa que se asomará al rostro de aquel que los encuentre.  Y sí, efectivamente se sonríe al descubrir unas pinceladas de rosa capaces de retratar con tal sencillez el complejo concepto de la belleza.

flores en bangkok

colores en Bangkok

Colores de todos los tonos e intensidades que, sobre el gris del asfalto y el cemento, van dibujando como si de un lienzo se tratara una ciudad llena de vida. A veces ni siquiera se esconden sino que, por ejemplo, se muestran a borbotones en la torre de un pequeño templo hindú, luchando unos con otros con fuerza para ver cuál de todos destaca más.

Templo Hindú Bangkok

Y esa mirada inquieta con la que entraste en este otro Bangkok enseguida te enseñará escenas cotidianas, detalles que te pierdes si solo miras allí donde te indica el mapa turístico. Basta callejear un poco para saber cómo viven los tailandeses en las entrañas de la ciudad, para ver la trastienda de ese decorado de modernidad y tecnología que, a veces, se empeñan en presentar. Porque giras una esquina de una calle lujosa y te tropiezas con un gallinero en sentido literal; porque no hay nada mejor para matar el tiempo mientras se esperan clientes que echar una partida en un escalón cualquiera; porque a veces lo más destacado de un templo está en el cartel que te indica que te descalces… Y callejeando sin rumbo, apareces de repente en un pequeño cementerio en el que te sientes como una intrusa pero cuyo silencio te atrapa sin quererlo.

Gato en Bangkok

Partida en Bangkok

Gallinas en Bangkok

Los olores, esquivos para las cámaras de fotos y de video, te asaltan sin permiso durante cualquier paseo y ya no te abandonan. A veces son delicados, suaves, evocadores de momentos dulces, relajantes. Otras son fuertes, demasiado intensos, hacen arrugar la nariz o fruncir el ceño. En cualquier caso, en muchas ocasiones, se entremezclan para ir tejiendo el mapa olfativo de la ciudad. Bangkok huele a incienso, a noodles, a la cera de las velas, a tubo de escape, al jazmín y otras flores de las ofrendas, a pescado seco, fresco o frito, a humedad recalentada, a fruta madura…

velas templo bangkok

Puesto de pescado Bangkok

Pescador en Bangkok

Ofrendas en Bangkok

Si quieres continuar descubriendo esa otra ciudad, has de escuchar su banda sonora porque los sonidos que la conforman hablan de ella a la perfección.  Bangkok va irremediablemente unida al ruido del tráfico que pisotea incesante y sin piedad sus calles, a los miles de pitidos que se lanzan hirientes contra el cielo. Si escuchas con mucha atención puedes llegar a distinguir entre todos el origen de uno en concreto, como el que sale de una pequeña furgoneta, cargada hasta lo imposible, que pugna rabiosa por sobrevivir entre coches y motos.

Furgoneta Bangkok

Algarabía pero mucho más ordenada y tierna es la de las canciones que se escuchan siempre que pasas junto a cualquier escuela.  Melodías infantiles que contrastan, sin embargo, con el silencio de otros niños que no parecen no tener un colegio al que acudir a cantar y piden en la calle o se quedan junto a sus madre en el puesto de comida callejero. Y ese silencio, sin duda, forma parte lamentablemente  también de ese otro Bangkok.

Pobreza en Bangkok

Niña en Bangkok

Al igual que forman parte de la ciudad los monjes budistas que tanto respeto infunden la primera vez que los ves caminando por las calles. Poco a poco te das cuenta que no son tan distintos al resto de personas, también se dan una cabezadita en cualquier lugar cuando el sueño aprieta, utilizan móviles de última generación, sucumben sorprendentemente al consumismo e imparten sus enseñanzas a los más pequeños que, de nuevo, repiten la lección con ritmo musical.

El sueño del monje

Monjes budistas

Clase con monje Bangkok

Yo me quedo sin dudarlo con este Bangkok, el más interesante bajo mi punto de vista; el de los colores, los sonidos, las escenas cotidianas, los olores, los monjes sin aureola de intocables. La información práctica se queda para otra ocasión, para cuando se quiera visitar el Bangkok turístico que, por supuesto, tiene también mucho que ofrecer. Mientras tanto, callejea, piérdete, olvida el mapa, la guía y viaja por la ciudad sin esperar nada, sin rumbo pero con humildad y  con una sonrisa que te abrirá a sus gentes. Saborea su ritmo más pausado, sus esquinas más modestas y, sobre todo, camina con los ojos bien abiertos, con una mirada diferente porque, a veces, las cosas más  interesantes son también las menos llamativas.


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