Revista Religión

SAN JUAN PABLO II: Joven con los jóvenes

Por Joseantoniobenito

El lunes 23 de junio, tuve la suerte de participar en el Panel Forum "Los jóvenes queremos saber la verdad" 50 años después del Concilio Vaticano II "Joven, a ti te dijo:¡ Levántate!" en el que participaron unos 700 jóvenes de unos 15 colegios; como ponentes estuvimos el profesor Juan Bosco Monroy, el P. Felipe Segarra, Rosa María Palacios y servidor. Una estupenda jornada en la que j{ovenes y profesores reflexionaron y debatieron sobre el tema enunciado.

Dedicado a ellos, ofrezco este artículo para valorar cuanto hizo San Juan Pablo II por los jóvenes.

La juventud es una realidad viva que tiene un presente concreto y que posee una promesa que llena de esperanza a todo grupo social. Para definirla tenemos que enmarcarla en un tiempo histórico de la persona en que va buscando, creciendo, preparándose, enriqueciéndose para definirse. Es un tiempo de la vida en el que se van poniendo las bases para construir el futuro. Juan Pablo II lo define así: (...) "un tiempo dado por la Providencia a cada hombre, tiempo que se le ha dado como tarea, durante el cual busca, como el joven del Evangelio, la respuesta a los interrogantes fundamentales, no sólo el sentido de la vida, sino también un plan concreto para comenzar a construir su vida".

Con motivo del año internacional de la juventud 1985, el Papa escribió una hermosa carta. "Si el hombre es el camino fundamental y cotidiano de la Iglesia, entonces se comprende bien por qué la Iglesia atribuye una especial importancia al periodo de la juventud como una etapa clave de la vida de cada hombre...Vosotros, jóvenes, encarnáis esa juventud. Vosotros sois la juventud de las naciones y de la sociedad, la juventud de cada familia y de toda la humanidad. Vosotros sois también la juventud de la Iglesia...Vuestra juventud no es sólo algo vuestro,..., sino algo que pertenece al conjunto de ese espacio que cada hombre recorre en el itinerario de su vida, y es a la vez un bien especial para todos. Un bien de la humanidad misma".(nº 1).

Desde 1985 la Iglesia ha visto surgir las Jornadas Mundiales de los Jóvenes. Su génesis -recuerda el Santo Padre- fue el Año Jubilar de la Redención y el Año Internacional de la Juventud, convocado por la Organización de las Naciones Unidas en aquel mismo año:"Los jóvenes fueron invitados a Roma. Y éste fue el comienzo. (...) El día de la inauguración del pontificado, el 22 de octubre de 1978, después de la conclusión de la liturgia, dije a los jóvenes en la plaza de San Pedro: "Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. Vosotros sois mi esperanza"".En Cruzando el Umbral de la Esperanza: ""Los jóvenes tienen necesidad de un guía, y quieren tenerlo muy cerca. Si recurren a personas con autoridad, lo hacen porque las suponen ricas de calor humano y capaces de andar con ellos por los caminos que están siguiendo" p.132 en cualquier parte a la que el Papa vaya busca a los jóvenes, y en todas partes es buscado por los jóvenes. Aunque, la verdad es que no es a él a quien buscan. A quien buscan es a Cristo, que "sabe lo que hay en cada hombre" (Jn 2 ,25), especialmente en un hombre joven, ¡y sabe dar las verdaderas respuestas a sus preguntas! Y si son respuestas exigentes, los jóvenes no las rehuyen en absoluto; se diría más bien que las esperan"( p.133) [...]".

Bello es el texto de la Novo millennio ineunte n.9: "Si hay una imagen del Jubileo del Año 2000 que quedará viva en el recuerdo más que las otras es seguramente la de la multitud de jóvenes con los cuales he podido establecer una especie de diálogo privilegiado, basado en una recíproca simpatía y un profundo entendimiento. Fue así desde la bienvenida que les di en la Plaza de san Juan de Letrán y en la Plaza de san Pedro".Podríamos decir que el Papa se hace joven con los jóvenes. Entrañable y simpático resultó el diálogo entablado con los jóvenes españoles en mayo del 2003 en el que se definió como joven de 82 años.

Inolvidable para Lima, el encuentro en el Hipódromo de Monterrico, 2 de febrero de 1985, en el que conminó a sus "amadísimos jóvenes:" que "a ejemplo de la joven Santa Rosa de Lima, empeñad vuestras energías en construir un Perú donde brille la santidad, donde se plasmen las Bienaventuranzas del Reino. Construid un Perú más fraterno y reconciliado".

Para el Encuentro Mundial de la Juventud, en Colonia 2005, nos dejó este hermoso desafío: "Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás. La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad". En el primer mensaje de su pontificado, el Papa Joseph Ratzinger saluda en particular a los jóvenes, "interlocutores privilegiados del Papa Juan Pablo II" y les dirige su "afectuoso abrazo en espera, si Dios quiere, de encontrarme con ellos en Colonia". "Queridos jóvenes, futuro y esperanza de la Iglesia y de la humanidad, seguiré dialogando y escuchando vuestras esperanzas para ayudaros a encontrar cada vez con mayor profundidad a Cristo viviente, el eternamente joven", concluye la misiva pontificia.

Y, poco antes, de marcharse al Paraíso, sus últimas palabras nos recuerdan a las de Don Bosco: "Jóvenes les espero a todos en el Paraíso". Juan Pablo, en sus últimas palabras, balbució: Yo siempre busqué a los jóvenes, ahora vienen ellos a buscarme a mí".

Tampoco faltó en Colonia el Joven Juan Pablo, pero lo hará desde el Cielo. Pasó el testigo a Benedicto XVI y a Francisco I, quien nos lanzó en la JMJ de Río: "¡Jóvenes, vayan, gozosos, a servir!".

José Antonio Benito


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