Revista Cultura y Ocio

Sin alarmas

Publicado el 24 julio 2010 por Kotinussa

Obama quería saber “a quién tenía que darle una patada en el culo” por lo del escape de la plataforma de BP. Ahora ya lo sabe. Los responsables de la plataforma habían dado la orden de desactivar la alarma para alertar de fuego o alta concentración de productos tóxicos porque “no querían despertar a la gente a las tres de la madrugada con falsas alarmas“.

Hace casi 26 años, en la ciudad india de Bhopal, se produjo una fuga de 42 toneladas de isocianato de metilo en una fábrica de pesticidas propiedad de la compañía estadounidense Union Carbide. Entre 6.000 y 8.000 personas murieron en la primera semana tras el escape tóxico y al menos otras 12.000 fallecieron posteriormente como consecuencia directa de la catástrofe. Alrededor de 150.000 sufrieron y sufren todavía graves secuelas. Además se perdieron también miles de cabezas de ganado y el suelo y el agua del lugar han quedado contaminados para muchos años por sustancias tóxicas y metales pesados. En este caso las alarmas estaban desconectadas para ahorrar costos.

Sin llegar a hechos tan espectaculares y llamativos, pero en un goteo incesante que causa tanto o más daño que los casos expuestos, seguimos con la mala costumbre de desconectar las alarmas, fundamentalmente por comodidad. Me refiero a las alarmas que suenan (o deberían sonar) en nuestra cabeza al ver mil detalles diarios en la conducta de los niños. Hoy he leído un artículo que, de una manera totalmente aséptica, se limita a constatar que los niños se niegan a pasar las vacaciones con los padres. Quieren independencia, estar con sus amigos. Pero estamos hablando de niños. Como ejemplo salen una niña de 12 años y su madre, que hasta posan para una foto. A la niña no la voy a criticar. Es más bien digna de lástima, víctima de unos padres que desconectaron las alarmas porque no querían molestias; resultado previsible que la convertirá en un ser inmaduro e irresponsable. Pero la madre es totalmente abofeteable. Aparece sonriente, encantada de haberse conocido, y alardeando de que su niña de 12 años es una rebelde que quiere imponer su voluntad a la vida familiar. Y comenta, además, sin darle importancia, que la cosa ya viene de atrás, pues con menos edad todavía la niña ya se negaba a ir de compras con la madre.

Y el resultado no es sólo el que ya podéis suponer, sino que existe también otra vertiente del problema que se manifiesta cada año en un número desorbitado de niños muertos por descuido de los padres (la principal causa de mortalidad infantil en España son los accidentes). Para qué molestarse en vigilarlos en la piscina si existe una pulserita que te avisa si el niño se cae al agua. Probablemente, después de que la alarma haya sonado seis veces en media hora porque el niño haya metido el brazo en un cubito con agua, la persona que lo cuide hará como los responsables de la plataforma de BP, y desconectará el dispositivo cansada de “falsas alarmas”. Pero ¿implicará eso que el adulto comenzará entonces a vigilar al niño en todo momento y con sus cinco sentidos? Lo dudo mucho. Soy así de mal pensada.

Pero las cifras me respaldan. Después de recabar la experiencia de más de 900 pediatras y médicos de familia, se constata que más del 80% del enorme número de accidentes infantiles ocurren en fines de semana, en horario de tarde y durante los meses de julio, agosto y diciembre. Es decir, cuando los niños no están en el colegio, sino bajo la responsabilidad de sus familas.

No se sabe qué es peor para muchos niños, si estar con sus padres o que éstos les den la enmancipación a los diez años para que hagan su vida.

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