Revista Cultura y Ocio

Tocar el verde. EL calendario y la geografía de la destrucción (Ni el centro ni la periferia, 3)

Publicado el 30 mayo 2012 por Javiersoriaj

Tercer texto del sup en el Coloquio in memoriam Andrés Aubry…

Ni el centro ni la periferia.
Parte III.- Tocar el verde. El calendario y la geografía de la destrucción

No basta con enterrar al capitalismo, hay que sepultarlo boca abajo.
Para que, si se quiere salir, se entierre más”.

Don Durito de La Lacandona.

Varias veces se ha dicho acá que el poderío norteamericano está liquidado, incluso se han adelantado albricias por la defunción del capitalismo como sistema mundial. En la repartición de esquelas y lugares en la lista de espera para la funeraria de la historia, se han incluido: al socialismo, la economía política, el régimen político en México y la capacidad militar del opresor mundial, nacional y local.

Se nos ha invitado a dejar de preocuparnos por lo que nos explota, despoja, reprime, desprecia. Se nos ha exhortado a discutir y acordar ya lo que sigue a esta pesadilla.

En fin, los letreros de “CLAUSURADO” y “EN PROCESO DE DEMOLICIÓN” se han colocado en edificios que, permítanos la desconfianza cultivada con esmero a lo largo de 515 años, a nosotras, a nosotros, a los zapatistas, nos parecen todavía no sólo sólidos, también en plenas funciones y bonanzas.

La soberbia suele ser mala consejera en cuestiones prácticas y teóricas. Ella fue la que alimentó aquello de “no le han quitado ni una pluma a mi gallo”, “las encuestas me favorecen por 10 puntos”, “sonría, vamos a ganar”, “Oaxaca no será Atenco”.

No vaya a ser que una soberbia parecida sea el aliento para eso de que debemos sentarnos a ver pasar el cadáver del enemigo.

Más adelante, en otra de estas sesiones, señalaremos el asunto de la guerra. Ahora quisiéramos enfocarnos más detenidamente en señalar algunas destrucciones que sí se están operando y que, a diferencia de las mencionadas más arriba, pueden ser constatadas “in situ” (¡Órales! ¡Latín! Ahora sí me vi muy académico).

Más que en una descripción o un pase de lista, quisiéramos detenernos en un aspecto que se suele pasar por alto en esas otras destrucciones. Y hablo de las destrucciones de la naturaleza, sea vía deforestación, contaminación, desequilibrio ecológico, etcétera, así como de las mal llamadas “catástrofes naturales”. Y digo “mal llamadas” porque cada vez es más evidente que la sangrienta mano del capital acompaña estas desgracias.

Ya en otras ocasiones hemos señalado que el capitalismo, como tendencia dominante en las relaciones sociales, todo lo convierte en mercancías; que en su producción, circulación y consumo, la ganancia es el eje articulador de su lógica; y que el afán de ganancia busca también la “aparición” de nuevas mercancías, y la creación o apropiación de nuevos mercados.

Tal vez se nos tache de demasiado “ortodoxos” o “clásicos” (algo de lo que, como ha sido evidente en estos 14 años, seguramente se puede acusar al neozapatismo), si insistimos en esto de que al capital le interesan las ganancias, por cualquier medio y de cualquier forma, todo el calendario y en toda la geografía.

Lo entendemos.

Pero les pedimos a quienes ven hacia arriba que, al menos por un momento, dejen de lado sus lecturas de “Vuelta”, “Letras Libres”, “Nexos”, “TV y Notas” y las conferencias magistrales de Al Gore; dejen descansar unos minutos sus fantasmas del Gulag y el Muro de Berlín; apaguen un momento los cirios encendidos al ex candidato “menos malo”; pongan en “stand by” sus análisis que no saben diferenciar entre una movilización y un movimiento; y concedan que, tal vez sí, es probable, es un supositorio, pudiera ser que, en efecto, el capital pretenda convertir todo en mercancía y ésta en ganancia.

Revisen ahora, con detalle, cada una de las distintas destrucciones que el planeta padece y verán cómo aparece el capital usufructuando. Primero en las causas de la desgracia, y después en sus consecuencias.

***

Tabasco y Chiapas. Las geografías y los calendarios de la destrucción.

A varias semanas de que el río Grijalva y el río Carrizales se desbordaron, poniendo el 70 por ciento del territorio del suroriental estado mexicano de Tabasco bajo el agua, parecería que se abre una nueva etapa: la de la reconstrucción y la de las justificaciones inaceptables. El saldo es escalofriante: un millón de afectados y, al menos, 80 mil viviendas destruidas. Además, el peligro latente de un nuevo desbordamiento.

En el gobierno del panista Felipe Calderón, se ha buscado evitar una discusión seria sobre lo que motivó la inundación —bajo el argumento de “no politizar la situación”—: el 8 de noviembre pasado, el secretario de Gobernación dijo: “la emergencia es la emergencia y hay que resolverla, no encontrar culpables”.

Claro que no se pueden encontrar culpables si no se hace una evaluación seria de lo que pasó. La realidad es que, conforme la población se siente más segura en lo que tiene que ver con su integridad física, la discusión sobre lo que pasó es el tema central de las pláticas, no podemos decir que de sobremesa porque no hay mesas, sino en los refugios, en las calles, en los campos.

De la misma manera, en las esferas de las diversas corrientes políticas del país el tema comienza a manifestarse, no siempre de manera desinteresada. Desde luego, es un absurdo pedir que no se politice lo que ahí sucedió, cuando atrás de todo existen una serie de políticas públicas que han permitido, en paralelo a las causas naturales, la situación que hoy se vive en Tabasco.

Felipe Calderón, al grito de “vi la película de Al Gore”, se escudó en una explicación muy de moda en nuestros días: el cambio climático: “No nos equivoquemos, el origen de la catástrofe está en la enorme alteración climática”, dijo.

Así que no es necesario buscar o ubicar una responsabilidad concreta. Parecería que, para el autodenominado presidente, el cambio climático es una tragedia cuasi divina, que no tiene nada que ver con el modelo de desarrollo que se ha aplicado y que se sigue aplicando. Es muy probable que esta inundación tenga algo que ver con ese cambio climático, lo que sería importante dilucidar son las razones de eso.

Cecilia Vargas, periodista de La Verdad del Sureste, nos dice: “una de las causas de la inundación es la venta de tierras y la construcción de casas y almacenes comerciales en zonas pantanosas, que tienen que ser rellenadas, tapando así los vasos reguladores de la ciudad e impidiendo la circulación y absorción del agua. En zonas rellenadas (o rellenos) se construyeron centros comerciales como Wal Mart, Sam´s, Chedrahui, Fábricas de Francia, Cinépolis (construidos durante los gobiernos de Roberto Madrazo y Manuel Andrade)”.

O, como señalan los habitantes indígenas de la zona chontal: “dicen los abuelitos que antes llovía más o igual, pero no se inundaba, ¿por qué ahora sí? Dicen que es por las construcciones que están haciendo y que tapan los caminos del agua”.

Posteriormente, el señor Calderón responsabilizó, en el colmo de la estupidez, a la luna por las tremendas mareas que provocó.

Sin embargo, María Esther, habitante de la ciudad de Villahermosa y compañera de la Otra Campaña, utiliza el sentido común —tan ajeno a los “expertos”—, y señala un suceso extraño: “la Laguna de las Ilusiones, que se encuentra en pleno Villahermosa, nunca se desbordó, y subió apenas su nivel, a diferencia de otros años. Si el origen fundamental de la catástrofe hubieran sido las lluvias, esa laguna tendría que haberse desbordado y no sucedió”.

Y coinciden la periodista y María Esther: “las inundaciones fueron un crimen, porque hubo un desfogue de la presa Peñitas cuando ya no daba más, y fue ésta el agua que llenó Villahermosa”. Más adelante, citan un documento del Comité Nacional de Energía, del 30 de octubre, en donde se señala que “la presa Peñitas está al borde del colapso porque no se destina el agua a generar electricidad mas que en las noches, mientras la base de la generación eléctrica es por medio de gas y llevado por industrias privadas”. Atrás está Repsol, la multinacional española que “adonde pisa no vuelve a crecer la hierba”. En el documento, de marras, se advierte que “es necesario abrir las compuertas, porque los embalses de las presas ya están al máximo” y exigen a la Secretaría de Energía la generación permanente de energía por medio de las hidroeléctricas.

El hecho concreto es que si uno recorre Villahermosa constata que la zona hotelera, la colonia Tabasco 2000, y otras zonas “ricas” de la ciudad no fueron afectadas, gracias a las obras que, en años pasados, ahí sí se hicieron para prevenir las inundaciones (el bordo de contención del río Carrizal).

En medio de las catástrofes se mide la estatura de los políticos… y de los analistas. Esta ocasión no ha sido la excepción. En medio de esta tragedia ha quedado claro que los tres partidos principales que existen en México comparten la responsabilidad de lo que sucedió.

Tanto la presidencia de la república en manos del derechista PAN, como la gubernatura en manos de un militante del corrupto Partido Revolucionario Institucional, como las presidencias municipales, mayoritariamente en manos del supuestamente izquierdista Partido de la Revolución Democrática, han evidenciado su profundo desapego de la sociedad.

El ejemplo más claro de esta situación se vivió el 31 de octubre, cuando el autodenominado presidente de México, Felipe Calderón, llegó a Tabasco para hacer una gira para evaluar la situación. Viendo que había personas que estaban colocando costales en el malecón para crear un dique, decidió ayudar y durante 15 minutos se puso a trabajar, junto con su señora esposa y algunos miembros de su gabinete. Este tipo de actitudes, tan cercanas a lo que era la forma de gobernar del PRI, tenían fuerte impacto social y mediático, pero ahora solamente provocan indignación y rabia.

Pero peor, al ver que había mucha gente únicamente mirando y ante los “sollozos” del gobernador, a Felipe Calderón le ganó el coraje y amenazó a los que solamente miraban diciéndoles: “¡Bájense a ayudar o mando por ustedes!”, e inmediatamente ordenó a los militares que fueran por los hombres para ayudar a llenar los sacos de arena. La gente no se inmutó, la mirada adquirió un sentido de desprecio, los soldados tampoco se movieron, entendiendo que la orden era agregar gasolina al fuego; todo esto provocó que el supuesto presidente se retirara del lugar y diera por terminada su faena de reconstrucción, sus quince minutos de trabajo no se convirtieron en sus quince minutos de gloria y si en cambio de vergüenza. Uno de los que estaban mirando comentó después, alzando la voz y sin ningún temor: “es fácil venir aquí 15 minutos a tomarse una foto, a que lo graben los noticieros de televisión, a darse un bañito de pueblo y luego irse a su casa y cenar y dormir cómodamente con su familia”.

A varias semanas de que inició la tragedia de Tabasco, lo que queda en los ojos de los habitantes de ese lugar es la gran solidaridad que su situación ha despertado entre el pueblo de México. La mayor parte de los alimentos, bebidas y medicinas que les han llegado han sido recolectadas entre la sociedad civil mexicana.

Mientras que las diversas despensas que vienen de diferentes gobiernos, ya sea el federal o los estatales o municipales, están invariablemente etiquetadas con los logos que identifican al partido político en el cual milita el funcionario, la ayuda ciudadana tiene como característica el anonimato. Nada que ver con el diferendo entre el gobierno federal y el del Distrito Federal, ni a Felipe Calderón ni a Marcelo Ebrard les importa nada la situación de los damnificados, lo único que les interesa es tomarse la foto: uno llenando sacos de arena, con la habilidad de un abogado egresado de universidad privada, y el otro dando banderazos de salida, con cara de bobo, rodeado de camarógrafos y periodistas a modo.

Pero, hay otra ayuda que se hizo presente desde los primeros días en las comunidades más pobres de Tabasco, las que colindan con el estado de Chiapas: la que se hace de pueblo pobre a pueblo pobre. Nos narra una habitante de la zona:

“Hubo un interés de parte de los compas zapatistas de saber cómo estábamos, en qué condiciones estábamos cada uno. Nos dijeron que si necesitábamos salir podíamos contar con los municipios autónomos zapatistas como albergues seguros.

Eran días difíciles; no había comunicación, se cortaron las líneas de teléfono y las carreteras, el agua potable. Incluso en muchos lados no había luz, escaseaban los alimentos y el agua para consumo, pero, en medio de todo eso, teníamos la certeza de saber que contábamos con techo y comida segura en los municipios autónomos.

No fue fácil la comunicación entre nosotros, más o menos sabíamos quiénes se habían inundado por la ubicación de cada quién, sabíamos que estaban con vida aunque padeciendo este desastre provocado.

Entonces, la respuesta fue al estilo zapatista: rápida, efectiva y segura. Los compas bases de apoyo convocaron en Tila, Chiapas, y en los municipios autónomos a la solidaridad con nosotros. Se puede decir que los tres camiones de carga que vinieron de Tila, el día 3 de noviembre, fue de las primeras ayudas que el estado recibió, cuando no teníamos comunicación telefónica ni había paso en carreteras mas que para vehículos pesados.

Sabíamos que, junto con la ayuda de la sociedad civil y la parroquia de Tila, venía el apoyo de las bases zapatistas de la zona norte. Sabíamos que los compas estuvieron trabajando día y noche en el acopio. Y la ayuda fue no sólo oportuna, sino maravillosa. Cuando no había cómo guisar en las casas, sólo en algunos albergues, nos llegaron tres camiones llenos de pozol (bebida típica de los indígenas tanto de Chiapas como de Tabasco), tostadas, y todo lo que es nuestros alimentos tradicionales y no como los diversos gobiernos que nos daban esas horribles sopas instantáneas. Efectivamente, fueron los primeros en llegar y todo mundo se admiraba y agradecía este apoyo tan oportuno y además tan de abajo, tan sabedor de nuestros alimentos, de lo que la gente ya extrañaba, el pozolito, la tortilla. Luego, dos días después, otros tres camiones y así varios viajes”.

Y, luego, llena de emoción narra: “Pero la región de Tacotalpa estaba incomunicada, ahí no entraban ni los camiones pesados. Los compañeros bases de apoyo zapatista nos dijeron que no tuviéramos pena, que iba a llegar el apoyo especial para ellos y fue así como, en medio de la serranía de Tacotalpa, ante la mirada asombrada de los poblados vecinos, se vio bajar de la montaña una fila larga de más de 50 hombres, 30 mujeres y muchos niños, meros bases de apoyo zapatista, quienes en dos días diferentes bajaron, cargando en sus hombros por varias horas, sacos con maíz, frijol, tostadas, pozol, pinol, azúcar, naranjas, mandarinas, limones, calabazas, yucas, macal, agua embotellada, hervida de los arroyos de la montaña, para los y las compas tabasqueñas… Esto a través del Municipio Autónomo El Campesino, pero sabemos que fue apoyo de otros municipios que de buen corazón dieron lo que tenían y como siempre eso que tienen es muy grande, muy valioso, que rompe cualquier dificultad por grande que parezca”.

Para los que presenciamos esto fue algo maravilloso ver a hombres, niños, mujeres, ancianos del color de la tierra traer el sustento que necesitamos los compas de acá de este lado de la zona baja. Después llegaron otras dos camionetas con otra ayuda similar. Pero no sólo venían a dar la ayuda, también venían a escuchar nuestro dolor, que dijéramos qué era lo que estaba pasando, cómo estábamos, qué es lo que realmente provocó todo esto, cómo es que se está viviendo abajo esta tragedia. Que sacáramos nuestro dolor, para comenzar a curarlo.

No hay palabras con las cuales podamos agradecer a todos y cada uno de los compañeros bases de apoyo zapatistas, que con buen corazón y con verdadero humanismo nos comparten su pan, su agua y su lucha por construir un mundo donde quepan muchos mundos.

Desde luego, nada de esto apareció en los grandes medios de comunicación mexicanos. Además de las pistas de hielo, lo que insistentemente se nos dijo en ellos es que toda la clase política se acusaba entre sí de lucrar con la tragedia. Así, por ejemplo, el ministro del Trabajo se confrontó con el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, el primero llamó ruin al segundo y éste le respondió, llamándole porro. Lo peculiar es que ambos tenían razón.

Aquí tienen ustedes una diferencia fundamental e irreconciliable entre los que buscamos nosotros, nosotras, en el movimiento que todavía se llama La Otra Campaña, y los que se aglutinan en torno allopezobradorismo.

Ellos quieren un mundo con pistas de hielo, playas artificiales, segundos pisos, y el glamur del primer mundo.

Nosotras, nosotros, queremos un mundo como ése que bajó de la montaña zapatista para ayudar al necesitado, es decir, otro mundo.

***

Algo de Geografía y Calendario básicos.

Hay en el Caribe, tendida al sol y cual verde caimán, una alargada isla. “Cuba” se llama el territorio y “Cubano” el pueblo que ahí vive y lucha.

Su historia, como la de todos los pueblos de América, es una larga trenza de dolor y dignidad.

Pero hay algo que hace que ese suelo brille.

Se dice, no sin verdad, que es el primer territorio libre de América.

Durante casi medio siglo, ese pueblo ha sostenido un desafío descomunal: el de construirse un destino propio como Nación.

“Socialismo” ha llamado este pueblo a su camino y motor. Existe, es real, se puede medir en estadísticas, puntos porcentuales, índices de vida, acceso a la salud, a la educación, a la vivienda, a la alimentación, desarrollo científico y tecnológico. Es decir, se puede ver, oír, oler, gustar, tocar, pensar, sentir.

Su impertinente rebeldía le ha costado sufrir el bloqueo económico, las invasiones militares, los sabotajes industriales y climáticos, los intentos de asesinato contra sus líderes, las calumnias, las mentiras y la más gigantesca campaña mediática de desprestigio.

Todos estos ataques han provenido de un centro: el poder norteamericano.

La resistencia de este pueblo, el cubano, no sólo requiere de conocimiento y análisis, también de respeto y apoyo.

Ahora que tanto se habla de defunciones, habría que recordar que ya se llevan 40 años de tratar de enterrar al Che Guevara; que a Fidel Castro lo han declarado muerto ya varias veces; que a la Revolución Cubana le han marcado, inútilmente hasta ahora, decenas de calendarios de extinción; que en las geografías que se trazan en las estrategias actuales del capitalismo salvaje, Cuba no aparece, por más que se empeñen.

Más que como ayuda efectiva, como señal de reconocimiento, respeto y admiración, las comunidades indígenas zapatistas han enviado un poco de maíz no transgénico y otro más poco de gasolina. Para nosotras, nosotros, ha sido nuestra forma de hacerle saber a ese pueblo que sabemos que las más pesadas de las dificultades que padece, tienen un centro emisor: el gobierno de los Estados Unidos de América.

Como zapatistas pensamos que debemos tender la mirada, el oído y el corazón hacia este pueblo.

No vaya a ser que, como a nosotros, se diga que el movimiento es muy importante y esencial y bla, bla, bla; y cuando, como ahora, somos agredidos, no hay ni una línea, ni un pronunciamiento, ni una señal de protesta.

Cuba es algo más que el extendido y verde caimán del Caribe.

Es un referente cuya experiencia será vital para los pueblos que luchan, sobre todo en los tiempos de oscurantismo que se viven ahora y se alargarán todavía algún tiempo.

En contra de los calendarios y geografías de la destrucción, en Cuba hay un calendario y una geografía de esperanza.

Por esto ahora decimos, sin estridencias, no como consigna, con sentimiento: ¡Que viva Cuba!

Muchas gracias.

Subcomandante Insurgente Marcos.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.
Diciembre del 2007.

P.D.- Que confirma que la Luna es rencorosa y cuenta la leyenda del origen de Sombra, el guerrero:

SOMBRA, EL LEVANTADOR DE LUNAS.

Lo cuento como le contaron. Fue hace tiempo, mucho. No hay calendario que lo ubique. El lugar en que ocurrió no tiene geografía que lo señale. Sombra, el guerrero, todavía no era guerrero ni era aún Sombra. Cabalgaba la montaña cuando le dieron la noticia.

“¿Dónde?”, preguntó.

“Allá, donde la hendidura de la montaña”, fue la vaga referencia que le dieron.

Cabalgó Sombra, que no era Sombra todavía. La noticia recorría las cañadas de extremo a extremo:

“La Luna. Cayó. Así nomás. Como que se desmayó y se vino a caer. Despacito vino, como no queriendo. Como no me miren. Como no den cuenta. Pero bien que la miramos. Como que paró sobre el cerro y luego se fue rodando hasta el fondo del barranco. Allá fue. Claro lo vimos. Era luz, pues. La Luna era.”

Llegó Sombra al borde del barranco, se apeó del caballo. Despacio bajó al fondo. La encontró a La Luna. Con mecapal la rodeó. Sobre su espalda la cargó. Subieron Luna y Sombra montaña arriba. Sombra sobre el camino, Luna sobre Sombra. Llegaron hasta la punta más alta del cerro. Para lanzarla de ahí de nuevo al cielo, dijo Sombra. Para que de nuevo anduviera Luna los caminos de la noche. No quiero, dijo Luna. Acá quiero quedar, contigo. Tibia será mi luz para ti, en la noche fría. Fresca en el ardiente día. Tú me traerás espejos que multipliquen mi brillo. Contigo quedaré, acá. Sombra dijo no, el mundo, sus hombres y mujeres, sus plantas y animales, sus ríos y montañas, la Luna necesitan para bien mirar su paso en la oscuridad, para no perderse, para no olvidar quienes son, de donde vienen, a dónde van. Discutieron. Tardaron ahí. Los murmullos eran luces morenas, sombras luminosas. A saber qué más se dijeron. Tardaron. De madrugada se irguió Sombra y con el mecapal lanzó a La Luna de nuevo al cielo. Enojada iba Luna, molesta. En lo alto, en el lugar que los dioses primeros le dieron, quedó la Luna. Desde ahí Luna maldijo a Sombra. Así dijo:

“Desde ahora Sombra serás. Luces verás pero no serás. Sombra caminarás. Guerrero serás. No habrá para ti rostro, ni casa, ni reposo. Sólo camino y lucha tendrás. Vencerás. Encontrarás, sí, a quien amar. Tu corazón hablará en tu boca cuando “te quiero” digas. Pero Sombra seguirás y nunca encontrarás quien te ame. Buscarás, sí, pero no encontrarás los labios que sepan decir “tú”. Así serás, Sombra, el guerrero, hasta que ya no seas”

Desde entonces, Sombra es quien ahora es: Sombra, el guerrero.

A saber cuándo y dónde fue y será.

Todavía falta hacer ese calendario, todavía falta inventar esa geografía.

Todavía falta aprender a decir “Tú”.

Todavía falta lo que falta…

Hasta mañana.

Sup.

[Fuente: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2007/12/15/parte-iii-tocar-el-verde-el-calendario-y-la-geografia-de-la-destruccion/]


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