Revista Cine

Una pastelería en Tokio: el secreto está en la trama.

Publicado el 02 noviembre 2015 por Maresssss @cineyear
Publicado en opinamos / por / el 2 noviembre, 2015 a las 7:15 pm /

No es habitual, en esto de los pases de películas, que a uno le ‘agasajen’ con algo más a parte de la típica lámina promocional con toda la información de la cinta que se va a proyectar. Solo en muy contadas ocasiones, se recibe algo como un pequeño pastel como parte del merchandising; y es que, tras la sorpresa inicial, un título como ‘Una pastelería en Tokio’, digamos que al menos da pie para tal acción promocional y en cierto modo, da una buena pista sobre la importancia que va a tener la comida en la historia.

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No son pocos los títulos provenientes de Oriente que llegan a nuestras salas cada año; normalmente, estos filmes vienen respaldados por grandes críticas, o premios en muchos de los grandes festivales de cine. Quizás por ello, se da una cierta predisposición a ensalzar dichas películas, muchas veces de manera posteriormente justificada. Digamos que, como se suele decir, se tiene un poco de ‘manga ancha’. Y es por ello por lo que ‘Una pastelería en Tokio’ es, a mi entender, una película-trampa para el cinéfilo cultureta de manual o el aficionado alérgico a las megaproducciones hollywoodienses.

Sin entrar en cuestiones argumentales, la historia tiene todos los elementos para llegar a ser de las que dejan poso y sin embargo, se queda en un producto un tanto descafeinado, como si esos dulces que con tanto cuidado preparan los protagonistas no llegaran a ser más que bollería industrial. Y es una pena, porque la sencillez de la trama, y unos personajes que poco a poco se van descubriendo a medida que las estaciones cambian alrededor de ese pequeño negocio de ‘dorayakis’ que dirige Sentaro, un hombre solitario y reservado que ve su negocio revolucionado gracias a la ayuda de Tokue, una anciana igualmente solitaria pero con una enorme pasión vital, no terminan de culminar el enorme potencial que la historia alberga.

¿Convierte todo ello a ‘Una pastelería en Tokio’ en una mala película? Diría que no, incluso puede que mis expectativas se interpongan en esta opinión, no lo sé. Simplemente, como pasaba en la novela ‘Como agua para chocolate’, un exceso de lágrimas puede llegar a estropear un dulce. No es una película de por sí sensiblera, pero la sencillez y contención que se respira en buena parte de la historia se ve desbordada por un exceso de ‘sentimientos’, por decirlo de alguna forma, según se va acercando el final, convirtiendo esa cocción a fuego lento de los dorayakis en ese otro dulce que nos dieron antes de entrar y que, curiosamente, representa lo contrario que pretende la película. Paradojas de la vida…

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