Revista Cultura y Ocio

Volar pegados es volar

Publicado el 13 noviembre 2015 por Icastico

Tengo una hija y un hijo a los que he intentado convencer de que colaboren en mi blog porque elevarían mucho el listón (y para los seguidores vendría muy bien). Él vive actualmente en Karlsruhe (Alemania) tras pasar unos años en Dublín y otro año en Seattle; lleva fuera desde 2004, trabajando en el sector del video juego y desempeñando distintas posiciones y responsabilidades. Ella en Dublin desde 2006 y actualmente trabaja para la conocidísima firma de equipos electrónicos y software de la “manzana”. Por sus vivencias y experiencias podrían aportar mucho.

Aparte de calidad humana hacen uso de buena pluma, que lleva carga de tinta y chispa, estoy convencido. Además, son como la noche y el día, o como la Luna y el Sol. Tendría un blog de contrastes. A ella la tengo a punto de caramelo, le he dicho que en la comunidad bloguera me estan encasillando de mitinero y dice la cabrita que eso lo deja para mi y se reserva la nena para los ecos de sociedad, “tengo unos temas que me encantan”. Estas negociaciones están avanzadas porque le acabo de pillar una crónica en “feisbu” (página privada) de un viajecito de regreso a Dublin tras unos días de vacaciones pasados en Palma de Mallorca en casa de una pareja amiga y aproveché para volver a la carga a la par que le dije que le expropiaba el relato. Lo pongo a continuación.


Bueno, ayer entré en el avión de Ryanair y había un hombre de descomunales dimensiones ocupando mi asiento (pasillo). Le dije que esa era mi plaza y puso mala cara al tiempo que se “arrastró” para ubicarse en el del medio. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba acompañando de una mujer de idénticas proporciones, al lado de la ventana. Entre ambos abarcaban 3 asientos. Ella casi tocaba con su barriga la butaca delantera.

No tenía más remedio que “acomodarme” allí: el avión iba a rebosar. Para ello tuve aplastar con mi culo, que no es pequeño (también me viene muy escasa una sola plaza), el brazo del hombre y arrastrarlo lentamente desde su hombro (casi) hasta su codo. En el proceso se me levantó el blusón, porque claro…Un señor del otro lado del pasillo se percató y claramente apenado se dispuso a ayudar:

1. A bajarme la ropa que se había subido.
2. A abrocharme el cinturón.
3. A recoger alguna pertenencia que se me cayó en el ajetreo.

Luego, por alguna razón desconocida, el aparato no despegaba y estuvo una hora parado. Yo no podía sentarme derecha (estaba escorada y con medio cuerpo en el pasillo). Tampoco podía apoyar el brazo izquierdo en el apoya brazos y tuvo que ir todo el camino sobre mis tetas y / o barriga. Antes de despegar ya me dolía la espalda. Durante el vuelo también fui agasajada con un par de pedos de calidad suprema, presumiblemente de mis compañeros gordos, además de olerle el culo (y de entender qué es el olor a culo) a un azafato que, a su vez, no dejaba de golpearme:

1. Con el carrito.
2. Con el culo, al pasar a vender el rasca-y-gana.
3. Con el culo, al pasar a vender cosméticos.
4. Con el culo, al pasar en general.

Luego vinieron unas turbulencias y finalmente, más que aterrizar, el avión se dejó caer en la pista en lo que pareció un choque contra el suelo. Como remate, en el momento de desembarcar abrieron la puerta delantera y la trasera para mi gozo, que quedó en un pozo, porque aun así fui la última en salir del puto avión del infierno, justo después que mis amigos obesos.

Y así fue el viaje.


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