-- Cómo recuperar a tu Ex: Contacto Cero.

Publicado el 11 febrero 2017 por Jesustadeosila
    Todos tenemos un amigo con mucha cabeza. Es ley de vida. Mi amigo Germán, es mi amigo con más cabeza de todos mis amigos. Estoy por asegurar que cuando camina por el centro de una gran avenida, cada oreja debe de encontrarse en un distrito postal distinto.  Si quieres localizarlo, olvida el GPS o te volverás loco entre interferencias,  sin saber exactamente a qué punto acudir.          Me lo encontré la pasada semana, hacía tiempo que no lo veía. Tras los saludos de rigor, observé que estaba alicaído, tristón, ensombrecido, apagado. -- ¿Qué te ocurre, Germán? Te veo mal.          Germán suspiró y tres bellotas cayeron del árbol más cercano. Germán tiene, como todos los tipos grandes y cabezones, una voz profunda y cavernosa que a las tres de mañana y susurrando a un teléfono podría hacer mugir de amor a una vaca. -- Mi novia me ha dejado, Jesús -mugió.           Lo extraño sería que no te hubiera cambiado por un búcaro, pensé mirando el perímetro de su frente. O incluso por una tinaja para aliñar aceitunas. Pero claro, no le dije nada. Lo vi tan compungido que lo invité a un par de cervezas e incluso dejé que las pagara, por no contrariarlo más aún.      -- ¿Cómo ha sido eso, Germán? -le pregunté sinceramente afectado, mientras me apropiaba del plato de altramuces y miraba el trasero de la camarera. -- De repente, me dijo que me dejaba -sollozó él.           Y entró a explicarme con mil detalles y un extenso vocabulario cómo ella le había dicho: "Te dejo, Germán". -- Quiero recuperarla, Jesús. Sin ella el mundo se me hace pequeño, ¿me comprendes?          Le miré la cabeza y le aseguré que sí. Y entonces me habló de las consultas que había hecho en varias páginas de internet, simplemente tecleando con su dedo un "cómo recuperar a mi ex novia si me ha dejado así de sopetón sin yo esperarlo ni verlo venir y me siento idiota y cómo la recupero si me ha dejado así de sopetón sin yo esperalo ni verlo venir". -- Todas las páginas que he consultado me dicen lo mismo, Jesús. El Contacto Cero.... o Zero Contac. -- Por muchas patadas y puñetazos que le des, no va a volver a ti, Germán. Ni siquiera aunque os pongáis protectores en los dientes. -- No es Full Contac, Jesús, ¿me estás escuchando? Es Zero Contac. Contacto Cero. -- Oh, sí, ya, desde luego.          El Contacto Cero, según me explicó entre suspiros y lluvia de bellotas de otro árbol cercano, consiste en que si te dejan, debes de  ignorar a tu ex todo el tiempo que te sea posible. Psicología inversa. No hablarle. No contactarla por ningún medio, ni por Whatssap, ni por facebook, ni por skype, ni por correo electrónico ni certificado. Ni mucho menos enviarle a esos amigos tunos que tienes para que le configuren los tímpanos a golpe de bandurria y pandereta. Nada de nada. El Contacto Cero es eso, cero contacto. ¿Y qué logras así, según dicen los gurús internautas especialistas en recomponer relaciones? Muy fácil, me explica Germán:  al no haber contacto, lo primero que la chica piensa es que te has muerto de pena, que te has suicidado mojándote un huevo y metiéndolo en un enchufe o que un arrebato de angustia te ha llevado a convertirte en alcohólico crónico e incluso etílico.  El resultado esperado es que la chica empieza a añorarte, a recordar los buenos momentos vividos contigo, a extrañarte, a intentar localizarte ya sea llamándote al móvil, llamando a tus amigos, llamando al 061 o llamando a los Servicios Funerarios del Tanatorio más cercano. El caso es que no sepa nada de ti y la culpa la haga volver. -- O la mate o la haga suicidarse o la haga beber tinto de garrafa o ginebra del chino hasta que los ojos se le giren y la hagan mirarse adentro del cerebelo -le dije, plenamente convencido. Yo sé lo que es que te dejen. Yo he tenido muchas historias de amor. Muchas mujeres me han dejado, pero mi reacción siempre ha sido engancharme a comer huevos duros hasta que siento aborrecimiento (de los huevos y de ellas). Y aseguro que funciona.           Germán me miró con ojos tristes que bastarían para enamorar a dos vacas más. -- Nada de Contacto Cero, Germán -le dije, tragándome los dos altramuces que quedaban-. Todo lo contrario. Si quieres volver a enamorarla, si de verdad quieres que vuelva contigo, haz todo lo contrario.  Llámala siempre que puedas, o al menos una vez cada siete o diez minutos, para que no la agobies mucho. Escribe en su muro de facebook. Envíale whatssaps entre las doce y las cinco de la madrugada. ¿Tienes cincuenta euros? Ok, pide otras dos cervezas, paga y con lo que sobre cómprale ocho rosas amarillas y se las manda -le miré la cabeza unos segundos, súbitamente inspirado-: si te sobra para un jarrón, mejor. El caso es que no te olvide, Germán. Si aplicas el Contacto Cero ese de que me hablas, ella no pensará para nada en ti. Encontrará a algún estúpido que vale menos que tú y te olvidará. Dejará de amarte en poco tiempo, ¿entiendes? -volví a mirar su cabeza-. Serás como un melón en temporada de invierno. No existirás en su mente ni en su corazón....          Lo miré a los ojos y puse mis manos en sus hombros, frotándolas contra ellos  porque no quedaban servilletas en la mesita.  -- ¡Ve a por ella, Germán! ¡Ve a por ella... antes de que ella se vaya con otro! ¡Lucha como un jabato! -le miré la cabeza-, ¡como un toro!, ¡como un jabalí!, ¡como un ornitorrinco!          Germán, anegados sus ojos en lágrimas, me abrazó. -- Gracias, Jesús, gracias, gracias, gracias.... ¡iré a por ella! ¡Es mía, es mía y solamente mía! Ningún estúpido que valga menos que yo podrá arrebatármela. ¡La recuperaré!          Y así lo dejé ir, porque para eso somos los amigos. Y él tiene la suerte de contar conmigo, que en cuestiones de amor soy ya perro viejo.          Si me he acordado hoy de él, ha sido porque mi novia me ha dejado. Ha vuelto con su ex, según me ha dicho. Un gilipollas patético que muge en vez de hablar,  que en tres o cuatro días la ha llamado mil veces, la ha contactado por facebook, por correo electrónico y por correo certificado. La ha sorprendido con seis tunos cantándole bajo la terraza y le ha enviado ocho rosas... en un jarrón del tamaño de la cabeza de mi amigo Germán.