Uno vuelve a ver la película de La Momia y se da a pensar, como es natural, en los enigmas y prodigios del viejo Egipto. En la inimaginable construcción de las pirámides, pongo por ejemplo.
Prosigue uno con mil cavilaciones sobre los intrincados procesos de la momificación, cuando ni siquiera abundaban mucho las clínicas de estética integral ni los rayos láser.
Salta uno, de