¡Te lo juro, oreja!, que el nota salió así de pronto, sin que yo me lo esperara, y nada más que verlo ya me olí el tufillo, oreja, que uno tiene dieciséis años pero no es gilipollas. ¡Que lo veía venir, tío! ¡De esas veces que te los ves venir! Sila se llamaba, Tadeo Sila, con gafas y barba de tres días y una sonrisita de esas del que se lo sabe todo y un cigarro en la boca. Total. Y empieza el tío mirándome y dice:
"-- No caed en el engaño fácil y comodón de pensar que la Lectura es aburrida. Nunca pensáis que el cine lo sea, ¿verdad? Hay libros que amuerman, como películas hay que amuerman también. Es, en definitiva, una cuestión de gustos: saber elegir unos u otras... Y perdonadme que sea franco, pero quienes no sentís cierta pasión por la Lectura... sois en verdad un poquito dignos de lástima".
¡Tócatela, oreja! ¡Y hablando ya del Franco! ¡Eso dijo el nota! Pero escucha, escucha, que le dió una chupada al cigarro por en medio de las barbas y siguió:
"-- Hace tiempo, una conocida marca de videojuegos se anunciaba en televisión poniendo en boca de un adolescente palabras tales como: "hace tiempo que llevo una doble vida", "al verme, nunca dirías que he gobernado ejércitos, que he conocido mundos lejanos..." Efectivamente. Nunca lo diría yo, al menos, al verte jugar con esa pantallita. Al revés, todo lo contrario. Más bien diría que eres gilipollas".
¡Eso me dijo el tío ese, oreja! Porque allí nada más que estaba yo y él solamente. Y aunque hablara en plural, me lo dijo a mí. Pero escucha, escucha, que va y dice:
"-- Quienes leemos con más o menos asiduidad, hace ya años que llevábamos una doble vida. Y hasta una triple vida, mucho antes de que existieran los vídeo juegos, las psp ni los ordenadores. Quienes leemos... Mirad. Os lo confieso. Yo he conocido mundos distintos y distantes, de la pluma de Julio Verne o de Emilio Salgari. Yo he mandado ejércitos desde la butaca de mi salón, enrolado en las huestes de Hans de Islandia o de Rob Royce. He abatido a indios, galopines y cuatreros con el colt impío de Marcial LaFuente Estefanía.
"He sacado a la luz tesoros recónditos porque yo fuí, a los doce años, el sexto de Los Cinco, de Enyd Blyton.
"¿Qué os puedo contar?
"Ya de todo. Que he desenmascarado mafias y asesinos escurridizos, en compañía de mi fiel Watson o de mi capitán Hasting. Que secuestré un día y vejé a la linda y adorable miss Blandish. Que he goloseado de las más caras putas parisinas en las ebrias y bohemias noches de La Dama de las Camelias.
"Os contaría que aullé a la luna llena, desde la ventana de mi cocina, alguna noche de cualquier año en que más solo y nostálgico y salvaje y desamado me sentí.. Que Dorian Gray me dejó robarle su espejo."
¡ El tío, oreja, te lo juro, no paraba de hablar y no dejaba de mirarme a mí!
--"¿Creeríais que fui yo quien erigió Región y fundó Macondo?
"¿Creerías que fui yo quien prendió fuego a Roma...?
"Me creéis, si os confieso, que abatí la espada de El Maestro de Esgrima...?
"¿No...?
"Creed, al menos, que yo estuve allí para contarlo.
Y me miraba, oreja, me miraba el tío y seguía:
"-- En noches de insomnio y dejadez, al pairo con la luz de una bombilla y uno o quince de estos cigarrillos que enronquecen ya mi voz, en verano o en invierno, desnudo o encolchado hasta el cuello, yo he amado mientras vosotros dormíais. Y en silencio he navegado, he gobernado, he ajusticiado y luchado y vengado y añorado y saqueado y cantado y he hecho el amor hasta reventar... Y he muerto.
"Y cualquier noche, quizás la de hoy, resucite y cabalgue de nuevo, como don Alonso Quijano, como Jesse James o como el sexto jinete del Apocalipsis... Mientras ese chaval del anuncio de la tele acciona en los mandos de su pueril ordenador, tan parcial, tan dócil, tan cumplidor: tan limitado como el número de pulgadas de su pantalla plana, no más. En su pantalla empieza y acaba su mundo.
"Dejad que los libros se os acerquen.
"Leer no nos hace más cultos. Los libros no tienen respuestas...
"Quien lee, no acaba sabiendo más. Sino preguntándose más.
"Preguntaos. Vivid. Adobaos vosotros mismos las entendederas, que no os las aliñe ni os las envase nada ni nadie..."
A estas alturas, oreja, te lo juro, no pude aguantar más. Le di a la tecla del CTRL, apunté en la frente del tío y pulsé la D de disparo automático.
Le saltaron las gafas, la barba y el cigarro por los aires. ¡5000 puntos del tirón, oreja!
¡Mañana te lo paso!