-- Nobleza obliga: premios.

Publicado el 04 octubre 2012 por Jesustadeosila
   Nobleza obliga.    Y como hace como unos cuantos días (vale, semanas) que el amigo Merino57 (dan ganas de apostar en las carreras de caballos) me endiñó otro premio de éstos que organiza la Reina Isabel de Inglaterra, entended que no puedo por menos que agradecérselo.    Ya ando loco. Porque entre que tienes que nominar blogs y tienes que denominarte a ti mismo, la cosa no digo que se vuelva complicada... no. Pero que a veces deseas volver a liarte un porro para sobrellevar el tema, la verdad: te lo piensas.    La última vez nominé blogs y no dije nada de mí (¡pero si miento como un bellaco!)    Esta vez no nominaré blogs (¡uhhh!), pero hablaré de mí.    En primer lugar, pues, gracias a este chaval, http://merino1957.wordpress.com, del blog "Entre el olvido y la memoria".    Recomendar su blog, no viene al caso. Yo, que aunque soy más joven sé más que él de estas cosas del escribir, diría a bote pronto que le gusta. Que disfruta lo suyo. Que se lo pasa bien.   ¿Y qué puedes decir de alguien que lo que hace lo hace porque le gusta...?    Eso se contagia. No tiene más mérito ni vacunas han sacado aún que lo remedien. Cuando a lo que escribes le pones ganas y pasión, eres capaz de escribir toda la vida para ti mismo... Porque nada ni nadie te corta el vuelo.    Con respecto a mí (y siento repetirme) solamente hablo porque el premio me lo impone.  Y aunque odie hacerlo (yo no soy mi blog ni mi blog soy yo), puedo admitir y reconocer: 1) Mi hija. He nacido y me he criado en un barrio de Sevilla donde si no llevabas un destornillador en un bolsillo o no sabías mantener una mirada, eras chico... No muerto. No. Peor: chico ignorado. Y me quedé con la mirada y tiré el destornillador. Hoy, mi hija -¡puedo decirlo!- ha heredado la mirada. 2) Mi mujer y mi familia. O mi familia y mi mujer. Llevo una mijilla de sangre gitana (ya sabéis que los gitanos no sabemos leer ni escribir) que me hace trazar un círculo alrededor de todo lo que pienso que es mío. ¡Ojo! No mío en propiedad. Mío porque lo defiendo como si lo fuera. 3) ¡Jaja! Mi batería. Mi vieja batería. Vivía en Coria del Río (amiga Inma y tu coriano) y el salón de mi pisito de alquiler lo cogía una batería con un bombo base, una caja, dos tan-tan, un bombo de pié, un charly, un plato de corte, un platillo de acompañamiento y un plato de zing,  amén de cencerro, tres campanillas, un plato chino...  Y al cabo del tiempo, cuando me casé y nos vinimos a vivir a un bloque de doce plantas, la hube de vender... Pero no lloré. Hecho de menos a mi batería pero no lloré cuando la vendí. Lloré (de las pocas veces en mi vida que he llorado) cuando mataron a Miguel Angel Blanco y su hermana -en los noticiarios- metió dos baquetas en su tumba... Ahí sí que no pude contenerme y lloré. Porque sentí lo que él debía de sentir cuando se toca una batería. 4) Leer. Enyd Blyton y las aventuras de Los Cinco. Y en especial, Agatha Christie... con alguna cierta connotación sexual que no viene a cuento, por mucho que mi vecina viniera a casa cuando sabía de sobras que solamente estaba yo... a intercambiar novelas. Agatha Christie me hizo llegar a los quince años con ocho novelas escritas... Una burrada para un chaval que andaba más tiempo en la calle que en casa. Nunca he entendido nada de doble persolanidad, 5) Un golfo. ¿Hay golfos buenos y hay golfos malos? "El Retrato de Dorian Gray" y "El Lobo Estepario" me marcaron demasiado pronto. Hoy, si por mí fuera, le prohibiría a mi hija leerlos hasta que no tuviera 30 años por lo menos. Uno me enseñó a sacarle provecho a la vida... y el otro, "el lobo", me enseñó a apechar con las consecuencias. Se complementaban y seguí sus lecciones. 6) Nada me achanta. Hay quien me dice chulo y hay quien dice que parezco buena persona. Pero nada me achanta. Tengo en mis mejillas algunos besos... ¡jaja!, y tengo un párpado con seis puntos de sutura y la nariz torcida y una especie de navajazo en la pierna. y 7) No tengo otra cosa que lo que soy. La vida me ha dado los mismos palos que a ti, e incluso menos. Pero a estas aalturas, solamente me asusto yo mismo.    Mis peores fantasmas, los llevo a cuestas.    Soy un pequeño cabroncete,,, que escribe medianamente bien.    Porque si no hubiera aprendido a escribir, hubiera guardado ese destornillador en mi bolsillo trasero.    Y prefiero el lápiz.    Está más afilado, jaja.    Saludos.