Revista Cultura y Ocio

- Rememorando VIII: El Barón Rojo, autobiografía (fragmento) -

Por Lord José A. Márquez Periano @delhroh
Hoy recordamos al mejor piloto de todos los tiempos, Manfred Von Ritchthofen, más conocido por todos como el Barón Rojo, el mayor as de la Primera Guerra Mundial y el piloto de combate más famoso de la Historia. Antes de morir escribió parte de su biografía en un pequeño libro, del cual hoy recogemos unas breves notas del mismo.
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Autobiografía de MANFRED VON RICHTHOFEN, el Barón Rojo.Traducido y adaptado por Juan Carlos Sánchez Clemares.
SOBRE MI FAMILIA
Mi familia, la familia Richthofen, nunca ha poseído gran tradición militar, pues fueron personas de la tierra, que gustaban trabajar los campos y apenas se aventuraron a salir más allá de las tierras colindantes a sus dominios. Hubo unos pocos Richthofen que lo hicieron, para estudiar en la Universidad y ocupar cargos en el Estado, pero fueron los menos. Mi abuelo, así como sus antepasados, vivía en sus posesiones situadas entre Breslau y Striegau[1]. Que yo sepa, sólo hubo un antepasado en la generación de mi abuelo, un primo, que fue general. Sería el primer militar de la familia Richthofen.
Algo parecido ocurrió en la familia de mi madre, de nombre von Schikfuss y Neudorf. Muchos colonos y terratenientes, pero pocos militares, y los que hubo apenas sobresalieron. El hermano de mi bisabuelo Schikfuss murió en combate en el año 1806[2].
Durante la revolución del año 1848[3] fue incendiado y reducido a cenizas un hermoso castillo que pertenecía a los Schikfuss. Pero con todo, el mayor rango a que llegaría jamás un miembro de la familia Schikfuss sería de capitán de la caballería en reserva.
En la familia Schikfuss, como en la Falckenhaussen, que era donde pertenecía mi abuela, practicaban únicamente dos aficiones, si bien ambas con gran pasión: los primeros eran muy aficionados a la caza y los segundos a los caballos. Mi tío Alejandro Schikfuss, hermano de mi madre, viajó mucho alrededor del mundo y pudo practicar la caza en diferentes países: África, Noruega, Ceilán, Hungría…
Mi padre fue el primero de la familia en iniciar una vida militar. Ingresó muy joven en la Academia Militar, de donde salió para incorporarse a las filas de Ulanos[4] número 12. Mi padre fue un militar abnegado, disciplinado y valiente. Se vio obligado a pedir el retiro por anticipado por un accidente. Se quedó sordo debido a que durante el baño a los caballos en un río, uno de sus hombres a punto estuvo de morir ahogado. Mi padre le salvó, pero como no podía abandonar su puesto, estuvo toda la noche a la intemperie soportando el frío y la humedad, de ahí la sordera.
En la actualidad, los Richthofen han asumido la vida militar y lo contemplan como algo normal. En tiempos de guerra, todos los Richthofen que son aptos para luchar se encuentran bajo la bandera del país. Es por esto que al principio de la actual contienda ya he perdido a seis primos de parentesco más o menos cercano; todos ellos pertenecían a regimientos de Caballería.
Mi nombre de Manfred me viene en recuerdo de mi tío abuelo del mismo nombre, quien desempeñó en tiempo de paz el cargo de ayudante de Su Majestad y comandante de la Garde du Corps[5], siendo durante la guerra coronel de un regimiento de Caballería.
Voy a hablar un poco de mi juventud. Cuando nací mi padre estaba destinado al Regimiento de Coraceros[6] nº 1, con guarnición en Breslau. Mi familia vivía en Kleinburg. No fui al colegio de pequeño, sino que hasta los nueve años tutores me dieron clases particulares en casa. Luego marché a un colegio en Schweidnitz[7], y más tarde ingresé como cadete en Wahlstaff[8]. Los vecinos de Schweidnitz me extrañaron mucho, ya que me consideraban como uno de los suyos. Fui instruido en el Cuerpo de Cadetes para ingresar, siguiendo la tradición militar, en algún regimiento de Caballería. Por tanto, fui destinado al Regimiento de Ulanos nº 1.
Lo que desde ese momento hasta ahora acontece en mi vida está escrito en este libro.
Mi hermano Lothar es el otro miembro de la familia dedicado a la aviación. Por su valor y hazañas ha sido recompensado con la cruz Pour le mérite. Mi hermano menor, que todavía es cadete, espera con impaciencia, típica de la juventud, poder ingresar en la aviación. Mi hermana, así como todas las señoras de mi familia, se ocupan de cuidar y atender a los heridos.
1903-1909 en Wahlstatt y 1909-1911 en Lichterfelde; siendo cadete.
Cuando finalicé el sexto año de bachillerato me vi obligado a ingresar como cadete en al Academia, algo que realmente no deseaba, pero fue decisión de mi padre y, por tanto, ni tan siquiera me lo consultaron.
Siendo tan joven, la severa disciplina y el duro orden impuestos en la Academia me resultaron muy difíciles de soportar. Además, no tenía gran afición a los estudios, pues nunca había destacado en ellos. No es que sea poco apto, pero siempre he procurado estudiar lo justo para aprobar, nada más. Mis técnicas de estudios se basaban en estudiar días antes y procurar aprobar por la mínima nota. Ante esto, no poseía suficiente ambición para llegar en la Academia con la intención de convertirme en un estudiante modelo de buenas notas; ni tan siquiera creía que mis trabajos merecieran un aprobado. Lógicamente, no me convertí en el favorito de los profesores y no me tuvieron excesivo aprecio. A cambio, todas las asignaturas que se basaran en el aspecto físico fueron de mi agrado: la gimnasio, el fútbol… No existía ejercicio, por muy difícil que pareciera, que no practicara con entusiasmo, sobre todo el trapecio, donde logré conseguir varios premios que me fueron entregados por el comandante.
También me atraían las situaciones de peligro. En una ocasión, y en compañía de mi amigo Frankenberg, por motivos de una apuesta, subí al tejado de una iglesia con una torre bien famosa en la región de Wahlstatt, por donde gateé hasta alcanzar el pararrayos, donde até un pañuelo en la punta para dejar constancia de mi hazaña. Todavía recuerdo lo difícil que me fue caminar por las escurridizas tejas de pizarra. Diez años más tarde, mientras visitaba a mi hermano pequeño, pasé por la iglesia y pude descubrir que el pañuelo seguía atado en la punta del pararrayos. Por cierto, mi querido amigo Frankenberg fue una de las primeras víctimas de la guerra.
En Lichterfelde[9] me encontré más a gusto. No era una institución tan rígida como la anterior, tenía más contacto con el mundo exterior y ese me alegró mucho, ya que comencé a vivir la vida de forma más intensa. Mis mejores recuerdos de esa época son los referentes a los campeonatos de atletismo, donde en varios de ellos luché en ocasiones en contra del Príncipe Federico Carlos y en otras a su lado. El Príncipe ganó varios premios, pero era porque estaba mejor entrenado que yo tanto en carreras campo a través como en fútbol.
Pascua de 1911; el ingreso en el ejército.
Lograr entrar con tal rapidez en el ejército me pareció como un sueño, no lo podía creer. Obtuve el primer puesto en el examen para ser portaestandarte y me asignaron al Regimiento de Ulanos nº 1, llamado “Rey Alejandro III[10]”; ser portaestandarte era un gran honor. Gracias a mis buenas notas pude escoger regimiento, y escogí ese porque se encontraba acantonado en mi querida Silesia y también porque algunos amigos y parientes me lo aconsejaron.
Me encantó servir en dicho regimiento. No había duda de que para un joven como yo el mejor destino era la Caballería. Del tiempo que estuve en la Escuela Militar tengo poco que decir, ya que se pareció demasiado a mi época de cadete y por eso no guardo buen recuerdo.
Como anécdota a reseñar de mi estancia allí, decir que uno de mis profesores de la Escuela Militar compró una yegua que se suponía tenía quince años, pero en realidad era mucho más vieja y tenía las patas demasiado gruesas. El animal se llamaba Biffy. No obstante, la yegua saltaba muy bien y yo mismo la monté varias veces. Un año más tarde, ya con el regimiento, me contó el capitán von Tr.[11], que era gran deportista y amante de los caballos, que se había comprado un animal que era bastante torpe en el momento de saltar.
Todos sentíamos gran curiosidad por ver a tan torpe animal, que llevaba el nombre poco común de Biffy. Yo ya no me acordaba de la vieja yegua de mi profesor de la Escuela Militar, así que no me di cuenta del detalle del nombre. Por fin logré ver un día al caballo, y cual no sería mi asombro al descubrir que no era un caballo, sino una yegua, la vieja Biffy, que antaño perteneciera a mi profesor de la Escuela. Durante ese tiempo la yegua había cambiado de amo en varias ocasionas, hasta que von Tr. la adquirió a mi profesor de la Escuela por 3.500 marcos; mi profesor la compró por 1.500 marcos. El animal había cambiado bastante y ya no era ese portento saltando. Von Tr. compró a la yegua porque pensaba, o le dijeron, que tenía ocho años[12]. Por supuesto, Biffy ya no logró ganar ningún campeonato de salto y von Tr. la vendió como caballo de guerra. Mataron al animal al principio de la guerra.
Esto es un fragmento de la autobiografía del famoso “Barón Rojo” que podrás leer en su totalidad en el libro CABALLEROS DE LA POUR LE MÉRITE de próxima publicación por Ediciones Medea. Autores Juan Carlos Sánchez Clemares (autor de los libros CABALLEROS DE LA CRUZ DE HIERRO Y DIAMANTES DE LA CRUZ DE HIERRO y la trilogía de novela histórica CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR) y J. A. Márquez Periano (autor, entre otros libros, de CABALLEROS DE LA MEDALLA DEL CONGRESO)
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NOTAS AL PIE
[1] Ambas ciudades están actualmente en la Baja Silesia en Polonia, en el suroeste del país.
[2] Posiblemente peleando contra las tropas napoleónicas que invadieron el por entonces Sacro Imperio Romano Germánico y que hizo que dicho imperio se disolviera para siempre.
[3] Conocida como La primavera de los pueblos o el Año de las Revoluciones. Una serie de revueltas populares que se generalizaron en Europa con rapidez y brevedad. En Alemania fue conocido como la Revolución de marzo, donde se pedía acabar con el régimen de la nobleza, establecer un parlamento, libertad de prensa y opinión. En parte el pueblo consiguió sus propósitos, aunque no los principales.
[4] Dichos regimientos se llamaban así por la lanza, que los polacos volvieron a poner de moda en Europa. La lanza “ulana” podía ser llevada tanto por regimientos de infantería en apretados cuadros, como por caballería, como lo fue en el caso de Alemania.
[5] Cuerpo de elite de coraceros.
[6] Jinetes armados con sables y protegidos con corazas y cascos. Caballería pesada, pero que ya era totalmente obsoleta en la guerra como tristemente pasó. Aún así, los generales se empeñaban en seguir cargando con caballería contra ametralladoras y fusiles.
[7] Actualmente situada en la Baja Silesia, en Polonia.
[8] De igual modo, se encuentra en la Baja Silesia. De esta ciudad surgió el general alemán que intervino en la batalla de Waterloo contribuyendo decisivamente a la derrota de Napoleón, el príncipe Gebhard Leberecht von Blücher
[9] Barrio de Berlín situado en el distrito de Steglitz-Zehlendorf. Es un barrio muy famoso por sus chalets del siglo XIX y sus grandes arboledas. En tiempos del Barón Rojo era además una zona exclusiva de la ciudad para gente pudiente.
[10] Von Richthofen era bastante vago en sus escritos. El nombre del regimiento “Rey Alejandro III” es muy dado a confusión. ¿A qué rey daba nombre el regimiento? ¿Al Rey macedonio Alejandro III del 356 a. C. al 323 a. C., o al emperador Alejandro III del Imperio Bizantino entre 912 y 913? No son demasiado factibles el resto de opciones: Alejandro III de Escocia (1241-1286) y el zar Alejandro III (1881-1894).
[11] No se sabe a que oficial nombra, tal vez no lo menta por no añadir burla por el asunto de la anécdota del caballo.
[12] Lo que nos hace sospechar que o bien el profesor de la Escuela fue muy hábil para hacer pasar a un animal mayor por joven, o que von Tr. no era tan gran experto en caballos como era al parecer.

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