Hoy quiero hablaros de un intrépido héroe alemán de la 2ª Guerra Mundial, y no de mis favoritos, dicho sea de paso, de las Waffen-SS por el tremendo valor y esfuerzo realizado durante su impresionante gesta que acabaría valiéndole la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro, tal y como se aprecía en la fotografía de más arriba. De hecho, tal acción de combate ha hecho que le titulé "El Rambo" de las Waffen-SS en mi próximo libro sobre héroes de las Waffen-SS que estoy preparando, ¡no paro!
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No te olvides de visitar para más información y descubrir más sorpresas exclusivas: www.patreon.com/heroesdeguerraChristen, Fritz, nacido en la pequeña ciudad de Wredenhagen el 29 de junio de 1921. Su ciudad, enclavada en el estado alemán de Mecklenburg-Vorpommern era una minúscula ciudad de agricultores donde toda la vida de los integrantes de la comunidad giraba en torno a la iglesia local. En este ambiente tan tranquilo y acogedor, ajeno a las crisis nacionales creció el futuro héroe de guerra, en un acogedor hogar.Las tensiones de los años siguientes y el cambio social en Alemania no fue ajena para la pequeña comunidad de Christen, por lo que muy pronto, quizás a temprana edad se alistara a las juventudes hitlerianas. No es de extrañar que el muchacho de pueblo se dejara impresionar por los impolutos uniformes y férrea moral de los futuros soldados que formarían el núcleo duro de las futuras fuerzas de élite del Tercer Reich, las Waffen-SS.No sabemos cuando pasó a formar parte de las Waffen-SS, pero fue inmediatamente aceptado gracias a tu porte ario, su elevada altura (medía más de metro setenta y cinco), su pelo rubio y sus profundos ojos azules, ojos cegados por el fanatismo al nazismo y al cuerpo de élite del que pasó a formar parte. Seguramente engrosaría dicha formación en torno a 1939, es decir a la edad de 17 u 18 años. Muy seguramente pasaría a formar parte de su unidad, la División Totenkopf en torno a mediados de octubre de 1939 (la unidad se forma el 16 de octubre de 1939) por lo que es casi seguro que pasó a formar parte del II regimiento Brandenburg, dado que este tenía su sede en Oranineburg-Sachsenhausen, no muy lejos de su lugar de nacimiento.¿Pero en que se especializó? No hay duda de que Christen fue al principio un mero soldado de infantería, dado que la División Totenkopf no se convertiría en una división de Panzergranadier blindada hasta 1941, año en la que empezaría la Operación Barbarroja.De mero soldado, ya condecorado con la Cruz de Hierro de 2ª Clase y, extrañamente, sin haber resultado nunca herido en combate gracias quizás a su fortuna, a pesar de haber combatido en Polonia y Francia, recibió varios cursos de adiestramiento para convertirse en apuntador de una pieza artillera, un poderoso cañón Pak de 50 milímetros (5 cm Panzerabwehrkanone 38), formando parte de la 2ª Compañía de una unidad antitanque de apoyo a la División.Son las primeras horas del 24 de septiembre de 1941, amaneciendo un día más sobre la fría estepa rusa. La temible unidad de Christen se ha adentrado en territorio enemigo, y nuestro protagonista tiene cosidos en las mangas de su uniforme los galones que le delatan como un SS-Unterscharfuhrer, es decir, cabo. Las unidades alemanas avanzan mientras que varias piezas disparan. En esas piezas está la pieza en la que Fritz forma parte de una dotación que dispara sin cesar a las fuerzas soviéticas, compuesta por soldados y varios tanques que arremeten contra el imparable avance alemán al norte de la aldea de Lushno. Pronto el avance alemán se detiene y la vanguardia huye en masa mientras que las piezas antitanque continúan disparando sin cesar. De pronto, varias explosiones y disparos aturden momentáneamente a Christen cuando varias bombas procedentes de varios aviones y de los tanques enemigos impactan cerca de su posición. Todo está cubierto por el humo negro de vehículos ardiendo, el humo de las explosiones y los sonidos silbantes de balas que viajan en todas direcciones. Está ligeramente conmocionado debido a una explosión cercana. Está herido pero son todos cortes superficiales. Cuando logra recuperar el control un rápido vistazo al resto de miembros de su dotación le hace despertar: <todos sus compañeros están muertos>. Delante de él varios tanques avanzan, así como varios pelotones de soldados que disparan sin cesar a todo lo que tienen delante. Otras piezas antitanque son también puestas fuera de combate. Sin tiempo para pensar Fritz comienza a cargar y a disparar su pieza antitanque, que pese a los impactos aún parece operativa.Fritz dispara sin cesar durante la primera hora, consiguiendo destruir a uno o dos tanques y deteniendo casi de forma milagrosa al enemigo. A su alrededor solamente hay piezas de artillería destruidas y la mayor parte de los compañeros de su unidad muertos a su alrededor. Varios disparos más disuaden momentáneamente al enemigo para que avance, por lo que rápidamente el valiente cabo comienza a acumular a su alrededor la mayor cantidad posible de munición. ¿Huir? Indudablemente no es una palabra que esté en su vocabulario. Fritz Christen es un miembro de las Waffen-SS, y la retirada no es una opción, independientemente de las circunstancias. Un lema recorre sus labios una y otra vez, casi como un leve susurro, que obviamente se ve apagado por las explosiones y los disparos: Meine Ehre heißt Treue (N. del T. : “Mi honor es mi lealtad”), el lema de las Waffen-SS. Continuó su lucha en solitario mientras era acosado por fuego de armas ligeras, fuego de mortero y varios tanques. Continuando sin parar continuó disparando su arma antitanque, impactando en los tanques soviéticos y poniéndolos fuera de combate.
El día llegaba a su fin y tras de sí los soviéticos habían dejado decenas de muertos y 6 tanques destruidos a manos de nuestro impresionante héroe de guerra. Sin munición y sin suministros, Fritz abandonó su posición al amparo de la oscuridad. ¿Y qué creéis que hizo? Pues NO, no huyo, sino que aprovechó la noche para recoger más municiones y estar preparado para seguir defendiendo su posición a toda costa, a pesar de que estuvo prácticamente la totalidad del día luchando en solitario, defendiendo aquella posición. ¿Por qué tal tenacidad? Muy sencillo, sus órdenes habían sido claras: proteger aquella posición, lugar que seguiría defendiendo hasta sus últimas consecuencias.
El día volvía de nuevo sobre aquel rincón de la inmensa Rusia. Los primeros rayos del sol volvían a golpear la faz de Fritz, que ya estaba preparado para la siguiente acometida de las tropas soviéticas que de nuevo, con las luces del alba, se lanzaron al ataque. Varias decenas de soldados, apoyados por varios tanques y fuego de mortero se lanzaban a destruir aquel sector del frente. ¿Cuántos hombres alemanes habría aún allí defendiendo aquella posición? Los soviéticos desconocían que ante ellos solamente quedaba un hombre, un héroe de guerra con su pieza antitanque.
El intercambio de disparos continuó durante todo el día mientras que las tropas soviéticas avanzaban contra la débil posición alemana, pero a pesar de los disparos, a pesar de la clara superioridad soviética, Fritz continuó disparando y disparando, cargando, apuntando y disparando su pieza antitanque una y otra vez. Ennegrecido por el humo y pese a la fatiga, el hambre y la sed continuó en su puesto durante aquellas largas horas diurnas. De nuevo la noche caía sobre el campo de batalla, y los soviéticos dejaban atrás al menos otros 10 tanques destruidos y decenas de muertos, y de nuevo, habían sido incapaces de tomar aquella posición… defendida por un único hombre… durante otros dos días de duros combates.
Las primeras luces del alba trajeron consigo la llegada de unidades de las Waffen-SS que se desplegaron en la zona que habían perdido dos días atrás. No esperaban encontrar supervivientes, pero allí, apoyado en su cañón y con gesto cansado les esperaba Fritz. Al menos 16 tanques y más de 100 hombres habían sido eliminados durante aquellos tres días de intensa lucha. Los soldados curtidos que llegaron a aquel lugar del Frente no podían explicar como un solo hombre había podido detener a cientos de soldados soviéticos, a decenas de carros blindados y hacerlos huir… pero no importaba porque lo estaban viendo con sus propios ojos.
Ese mismo 27 de septiembre, el SS-Obergruppenführer Theodor Eicke, el general de la División, prendía en su pecho la codiciada Cruz de Hierro de Primera Clase, pero además le recomendó inmediatamente para ser condecorado con la condecoración más importante de la Alemania Nazi, la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro. Fue rápidamente mandado llamar a Rastemburg, el cuartel general de Hitler, donde un agradecido Führer le condecoraba con la Cruz de Caballero en una recepción oficial.
De esta forma se convertía en el primer soldado de baja graduaciónde su unidad en conseguir tan impotante condecoración. Regresó a su unidad donde continuaría luchando en el Frente del Este hasta mayo de 1945, rindiéndose a tropas norteamericanas junto a lo que quedaba de su unidad en Checoslovaquía. Allí los americanos le entregarían al Ejército Rojo, donde fue duramente tratado junto con el resto de sus compañeros en los gulags de Siberia. Muchos de sus compañeros no sobrevivirían a tan duro confinamiento, pero él conseguía la libertad tras varios acuerdos diplomáticos en 1955. Tuvo una vida tranquila hasta su óbito en 1995.