No importa la edad: desde los niños más pequeños hasta los más ancianos tienen recomendado tomarla, ya que provee vitaminas y minerales que contribuyen al buen funcionamiento de los músculos, regulan el metabolismo y ayudan a mejorar las funciones celulares.El consumo mundial es de 104 litros persona/año. Argentina –país que se encuentra entre los 10 mayores productores del mundo- consume 210 litros per capita anuales, con la particularidad de que se ingieren muchos más lácteos como yogurt o quesos que leche en sí misma.
SUS BENEFICIOS
La leche contiene una gran variedad de nutrientes y, a pesar de tener poca cantidad de vitamina C y de hierro, aporta una cantidad importante de calcio (3 vasos, alrededor de 800 miligramos) que contribuye a la formación de los huesos y ayuda a prevenir la osteoporosis.
Al ayudar a regenerar los tejidos, la leche es muy beneficiosa durante embarazos, niñez, luego de enfermedades convalecientes o tras cirugías.
Se ha comprobado, además, que el consumo de leche ayuda a bajar los niveles de ácido úrico, ya que sus proteínas no lo producen.
Beber leche ayuda también a reducir el riesgo de formar piedritas en los riñones. Según un estudio epidemiológico realizado a más de 81 mil mujeres, el consumo de leche descremada está asociado con la reducción del cáncer del colon.
Recientemente investigadores holandeses encontraron también evidencias de que el consumo de productos lácteos fermentados (yogurt o manteca) disminuye las posibilidades de tener cáncer de mama.
Por último, la leche ayuda a reducir los riesgos de caries dentales al actuar como sustituto de la saliva. Además de la humedad, que ayuda a limpiar la cavidad oral de sustancias que promueven las caries dentales, la leche ayuda a neutralizar los ácidos orales.
SUS DETRACTORES
Muchas personas, no obstante, prefieren evitar el consumo de leche y sus derivados y no precisamente por ser vegetarianos o por su amor a los animales. Preocupados por los efectos de la leche en la salud, temen a enfermedades que podrían ser transmitidas por este producto, como la de Creutzfeldt-Jakob, una enfermedad cerebral relacionada con el consumo de carne vacuna infectada con BSE.
Un litro de leche contiene uno 500 miligramos de sodio. Los pacientes con insuficiencia renal o cardiaca deberán tener sumo cuidado, pues puede agravar sus condiciones. La misma recomendación se le suele dar a pacientes con hipertensión.
Muchos son los especialistas, como el biólogo estadounidense Robert Cohen, ponen en duda la “perfección” de este alimento. En su libro "Milk - The Deadly Poison" (La Leche - Veneno Mortal), Cohen habla sobre el uso de la hormona de crecimiento bovino modificada genéticamente de Monsanto (rBGH) que, además de aumentar la producción de leche, eleva el nivel de factor de crecimiento 1 tipo insulina (IGF-1) en la leche de las vacas tratadas. El IGF-1 bovino es químicamente idéntico al de los humanos y puede alcanzar el torrente sanguíneo de los consumidores de leche.
Se trata de una poderosa hormona de crecimiento que fue recientemente asociada con el cáncer de mama y de próstata. Un estudio publicado en The Lancet mostraba un riesgo 7 veces superior de cáncer de mama entre mujeres pre-menopáusicas con los mayores niveles de IGF-1 en su sangre, mientras que un estudio sobre el cáncer de próstata publicado en la revista Science halló un riesgo 4 veces superior entre varones con la mayor tasa de IGF-1.
Pero las argumentaciones de los detractores de la leche no terminan allí. Ellos aseguran que existe una fuerte relación entre el consumo de lácteos y la diabetes infantil, culpan a este alimento de ser una de las principales causas de enfermedades cardíacas por se una importante fuente de grasa saturada y alertan sobre la contaminación de la leche de vaca con residuos de antibióticos y pesticidas.
Incluso, aseguran que los lácteos no tienen mucha influencia en la prevención de la osteoporosis y recomiendan consumir vegetales como coliflor, cuyo calcio es mejor absorbido.
El pediatra ya fallecido Jorge Díaz Walker -premiado en el año 2001 como mejor médico del año- era otro de los que no confiaban en los beneficios de la leche: "Propongo el desleche y no cambiar la leche materna por la leche vacuna, difícil de digerir. La gran mayoría opta por la leche de soja. La leche de vaca es alergénica y la mayor productora de moco”.
En cuanto al fortalecimiento de los huesos, aseguraba: “La leche de vaca no osifica al humano, osifica al ternero en un lapso de dos o tres años y nosotros tardamos más de veinte en alcanzar el mismo nivel de osificación. El problema no es el calcio sino los descalcificantes, como los ácidos fosfóricos presentes en la mayoría de las gaseosas. Todos recordarán aquella prueba de echar gaseosa sobre tornillos oxidados para poder sacarlos; imagine lo que ocasiona en un diente".