#1 Moda consciente 🍃

Publicado el 30 noviembre 2016 por Elisa
Hablemos de moda en términos de consciencia, sustentabilidad, comercio justo, ecología, cuidado al medio ambiente, o como quieran llamarle. En Chile, es complejo hablar de estos temas, principalmente porque las políticas públicas en torno al cuidado del medio ambiente son bastante recientes, más aún cuando se trata de un país que en el último tiempo destaca porque el mercado en torno a vestuario se basa en el consumo de moda rápida o "fast fashion", por lo que hablar de moda sustentable teniendo aquellos elementos como ejes fundamentales es difícil. 
Haré una serie de post con este título, el que se desarrollará en torno a una experiencia ligada a una pregunta, en donde intentaré dar respuesta y al mismo tiempo expresar una reflexión personal.

La moda rápida o "fast fashion", llegó a Chile para instalarse. Específicamente no puedo establecer una fecha clara para situar esto, hay quienes tienen como hito relevante la llegada de ciertas marcas internacionales como por ejemplo Zara, Forever 21, H&M, entre otras. Claramente que este panorama no es reciente, y mucho menos tiene que ver con la llegada de dichas marcas. Se posiciona hace décadas atrás, pero:

✨¿En qué momento Chile comienza a ser un gran consumidor de "fast fashion"? 


Esta pregunta vino a mi mente hace un par de semanas, cuando cautivada por este calor primaveral (sobre 30°c en las principales capitales del centro sur del país) me adentré en el mundo del retail en busca de las tan anheladas sandalias, aquel querido calzado de primavera-verano que cada año llega como salvación en temporada estival. Debo señalar que la última vez que me compre una prenda de vestir fue en el mes de enero, un clásico jeans negro pitillo, por lo que en la búsqueda de mis sandalias no me dejaron de sorprender los cambios que se han hecho en torno elementos tan básicos como un par de sandalias. Todo partió revisando las páginas de las diversas tiendas, sí, fui una por una viendo que chalitas me gustaban, y en torno a eso iba a poder decidir cual comprar... no pude, no encontré, eso fue lo que le dije a mi mamá, luego de que ella me preguntase si ya había elegido un par. El problema era que no encontraba aquellas que realmente tuvieran buenas terminaciones, que al mismo tiempo los materiales usados estuvieran relacionados a elementos en pro del cuidado al medio ambiente, y por sobre todo que la mano de obra detrás del producto sea de acuerdo a estándares ligados al cuidado del espacio de trabajo, y lo más importante que sea un trabajo que no ponga en peligro a los trabajadores, que ellos reciban un sueldo digno, que sean respetados sus tiempos de descanso así como su jornada laboral, entre otros; entonces bajo dichos parámetros me costó mucho elegir y decidí sacar mis sandalias que compre hace 4 años atrás en la feria artesanal del Santa Lucía (la que está al frente del cerro), las he usado año tras año, son artesanales, hechas a mano, cómodas, un diseño que sé que no volveré a ver en nadie más, etc. Si bien el precio no es tan barato, lo es para todas las ventajas que me ofrece el producto, sumado a que de por sí es comercio justo, el señor que las hace es el mismo que las vende, por lo que al mismo tiempo es como comercio directo (debo señalar que no tengo grandes conocimiento respecto a economía, no me juzguen). 

Tiendas de zapatos "M. Artigas"y "The IdealShoe" en la calle Ahumada
(Santiago de Chile) fotografía de 1915 extraída del Álbum Vistas de Santiago.


La moda rápida para mi llegó a Chile, cuando el país decide cambiar su modelo económico al Neoliberal, recordemos que nuestros padres o abuelos al comprarse un par de zapatos, estos les duraban la vida y más, pasando de generación en generación, claro que se les podían romper, pero se arreglaban, se llevaban al zapatero y este les cambiaba las tapillas o quizás le hacía otro arreglo más complejo o más sencillo de acuerdo a lo que se requería; lo mismo sucedía con la ropa, si uno tenía una prenda que por equis motivo nos quedaba pequeña o grande uno iba donde una costurera o modista y ella o él nos la arreglaba, y lo mismo que los zapatos pasaban de generación en generación; en otros elementos como las sillas o un refrigerador era exactamente lo mismo, uno lo llevaba a un taller y lo arreglaban, y paf seguía siendo útil. Actualmente eso es impensado, y es muy triste. 
Aún sobreviven aquellas zapaterías de barrio, principalmente en los pueblitos o ciudades más pintorescas. Al entrar uno se traslada a otra época, y comienza a captar la importancia que tienen los objetos, y nos cuestionamos el por qué todo es tan desechable. Es triste pensar que las cosas son desechables, porque detrás de esos objetos hay personas, pensemos más allá de las cosas hechas por máquinas, detrás de todo hay un ser humano, y más allá de ese ser humano hay una familia, y si tenemos a la familia como la base de la sociedad, estaríamos viendo a la sociedad misma como algo que se desecha porque no sirve, y eso es horrible, porque pensamos en el término de algo en vez de cambiarlo/mejorarlo o renovarlo, lo mismo pasa con la sociedad, con las relaciones humanas, con las personas, y en este caso con los objetos. Lo más simple es botarlo, y a la larga sale caro, no sólo por un costo monetario sino también por un tema social y ecológico. 
Sabe usted cuánto recibe de sueldo una persona que al día hace cientos de zapatos que en una tienda del retail sale $7.990, imaginémonos que por cada zapato hay un traslado, un material, una mano de obra, y por su puesto la plusvalía, más allá de lo que hay en la tienda misma, referido a la gente que vende el artículo, a los guardias, a las personas que trabajan atrás, esas que no se ven, los que ordenan las bodegas, los que distribuyen los productos, las personas que asean, etc. etc. etc., realmente creemos que ellos reciben un sueldo digno, y por digno no digo sueldo mínimo, sino que digno conforme a lo que hacen, realmente creemos que el pagar 8 lucas por un par de sandalias es un precio justo?, son materiales que realmente no afectan al medio ambiente?, las personas que lo fabrican tienen buenas condiciones laborales y un sueldo acorde a lo que hacen?, las personas que venden el producto están recibiendo un sueldo digno?, realmente creemos que ese par de sandalias nos durará más de una temporada?, si damos respuesta a esas preguntas está más que claro que como sociedad estamos mal, y por muy pequeño que sea el cambio al no comprar ese par de sandalias y sí comprar un par de sandalias artesanales se va a generar un antes y un después, y eso no sólo nos afecta a nosotros como a individuos, sino que a las personas que hacen productos con sus propias manos, ellos no lo hacen por mera entretención, sino que es su fuente de ingresos. 
El precio del par de sandalias artesanales que compré hace unos 3-4 años atrás en la feria artesanal del Santa Lucía me costo la módica suma de $25.000, bastante barato para el producto, comprándole a un vendedor que al mismo tiempo es el artesano, que con sus propias manos hace y vende el producto, pucha el cambio será grande, y además pagamos por algo único, y les aseguro que les durará años, y si se les hecha a perder pueden ir perfectamente donde un zapatero para que se las arreglen. Y si vamos más allá de ese par de sandalias, y pensamos en una polera, en un pantalón, en un accesorio, en lo que sea que se les ocurra, en todo puede existir un comercio justo y además consciente, y no siempre todo tiene que estar en tiendas del retail, sino que puede venir directamente de nuestras manos.
Al pensar en el impacto que tiene que el producto sea de un artesano local, nos encontramos con que apoyaremos el trabajo de esa persona, como lo dije anteriormente es su fuente de ingresos, a eso se dedica, por qué no comprarle a alguien que lo hace en vez de comprarle a la tienda de moda. Hay miles de iniciativas y de emprendimientos locales, hay que apoyarlos y la forma no es comprando porque sí, sino porque nos gusta, porque en sus productos encontramos una alternativa ética y consciente. Si lo miramos desde un punto de vista macro, el impacto que tiene comprarle a un artesano local desde lo económico es positivo porque el mercado local se activa, es lo que pasa con lugares como por ejemplo Victoria (sector famoso de Santiago por sus zapaterías), que claramente tienen un público de toda la vida, pero que se mantienen no sólo gracias a su calidad sino que también por un público interesado en sus productos. Si lo vemos desde el cuidado del medio ambiente, al ser comercio local, se reduce el impacto mediante la menor huella de carbono, al no necesitar transporte debido al traslado; y al no necesitar transporte no se necesita de los indeseables paquetes, embalajes, cajas, etc., y hay menor contaminación. Por ello es tan importante empezar a hacer estos cambios, empezar a fijarnos más allá de lo bonito o a la moda que está cierto producto.
Es aquí donde nos empezamos a preguntar: ¿entonces que compro? o ¿cómo sé que elegir al momento de comprar?, primeramente señalar que no es mi intención motivar a nadie a comprar, ojalá que eviten hacerlo sin tener una verdadera razón. Para eso cree ciertas preguntas:
🌿 ¿Tengo algo parecido o al menos similar?
🌿 ¿Realmente lo necesito?
🌿 - ¿Me va a cambiar la vida este producto?
Si logro responder a esas preguntas con un si, entonces luego me preocupo de estos elementos:
🌿 1.- ¿Es amigable con el medio ambiente?
🌿 2.- ¿Los materiales utilizados para su fabricación son orgánicos? ¿Es biodegradable?
🌿 3.- ¿Es posible darle otro uso? ¿Es posible repararlo?
🌿 4.- ¿Es un producto hecho a mano? ¿Lo hizo un artesano?
🌿 5.- ¿El precio es justo? ¿Se trata de comercio justo?
🌿 6.- ¿La historia de este producto es una historia limpia?

Luego de ello nos volvemos a hacer las 3 preguntas iniciales. Son pocos los productos que responden si a todas esas preguntas, pero claramente van a condicionar nuestra compra, y queramoslo o no siempre en toda decisión que hagamos está presente nuestra ética y moral, y bajo los parámetros anteriormente señalados es complejo comprar algo que realmente no necesitemos. Por lo que son super extremas pero al mismo tiempo útiles. Debemos empezar a cuestionar nuestras decisiones.
Lo interesante de todo es que el cariño y el vínculo que uno establece con una prenda tiene que estar ligado a una ética, y en este caso que la historia de ese producto antes de llegar a nuestras manos no este manchada ni con explotación laboral, ni con materiales que dañen el planeta, ni con una producción que contamine, entre otros, y claramente mucho menos manchada con sangre; respetemos la historia de nuestras cosas así como respetamos nuestra propia historia.
Actualmente sigo utilizando las chalitas/sandalias que compre hace años atrás, y sin ningún problema, y pienso seguirlas utilizando hasta el final de mis días, porque claramente ellas vivirán más que yo. ❧