El ruidoso teléfono la despierta. Nunca suena, así que debe de ser importante o un error por parte de la otra persona al marcar el número. Sigue sonando pero ella no piensa levantarse, pero Lav, quien si lo ha cogido, la llama informándola de que el culpable de su despertar pregunta para ella. Pregunta quién es pero no recibe respuesta de su hermana así que no le queda otra, se tendrá que levantar. “Tal vez si me lo tomo con paciencia se canse de esperar por mi y cuelgue”. Enseguida medita sobre lo que acaba de pensar y piensa que entonces el poco que habrá hecho no servirá de nada, se da un poco de prisa y coge el teléfono.
- ¿Sí? -No recibe respuesta del otro lado del teléfono, vuelve a preguntar. - ¿Hay alguien?
- Sí,sí.
- ¿Quién es?
- Tu jefe. -Esa voz le recuerda a alguien, pero no sabe a quién.
- ¡Ah! Perdón por no ir hoy, tuve un accidente y....
- Sí, ya me han contado. Supongo que sabrá que han habido rotaciones de puestos en esta semana.
- No, no lo sabía.
- Bueno, pues ya lo sabe. Su nueva oficina estará colocada en la de su ex compañera Kate. Mañana hablaremos todo mejor. Hay una reunión a las doce.
- Vale, allí estaré.
- No me falle señorita Burdock.
- Ad...
No le da tiempo a contestar. En cambio, la última respuesta que recibe ella es la del incesante pitido que recorre todo su oído después de que colgase. Burdock. Hacía tiempo que no la llamaban por su apellido. Era horrible para su gusto, Gin Burdock. Vuelve a pensar en el tono de voz que tenía al principio el hombre que le habló, esa no era la voz de su jefe, esta era más autoritaria y con un toque de juventud que la otra no tenía. Tal vez es el sonido del teléfono que cambia un poco las voces.Se dirige a la cocina, pero antes pasa por delante del despacho de su padre. Intenta abrir la puerta pero está cerrada con llave. “¿Desde cuando tienen llaves estas puertas?”Tampoco hay asomo de vida, las luces parecen apagadas y no se oyen ruidos. Eso la extraña. Sigue bajando y se encuentra a Lav dormida en el salón. Mira el reloj, solo son las ocho. Se acerca lentamente a ella y le susurra:
- Eh, Lav... despierta -esta abre un ojo y después el otro, mira desconcertada a Gin y después reacciona.
- ¿Qué hora es?
- Solo son las ocho.
- Voy a preparar algo para cenar -se incorpora un poco apoyándose en el brazo derecho y nota que le duele -¡Ay!
- ¿Qué pasa?
- No sé, me duele el brazo.
- Déjame ver.
- ¡DIOS LAVINIA QUE TE HA PASADO! -Gin frunce el ceño y acerca más el brazo de Lav a la luz de la cocina, sí, parecía lo que era.
Tenía una marca roja alrededor del brazo como si la hubiesen agarrado fuerte. Por una parte interior del brazo, casi escondida tenía un círculo de dónde brotaba mucha sangre. Gin corre al baño, mira en el ropero verdoso que se encuentra ensima del lavamanos, coge unas cuantas gasas y un líquido en un botecillo amarillo que su hermana siempre utilizaba para limpiar heridas. Vuelve a la cocina, humedece la gasa y tapona la herida de su hermana. Lav gruñe un poco, el líquido siempre lo había notado como si la estuviesen pinchando, no le gustaba.
- Aguanta Lav.
La expresión de su cara se tranquilizaba a medida que pasaba el tiempo y comenzaba a familiarizarse con la molestia. Gin levanta un poco la gasa y vigila que se esté curando. Se fija en la mesa de la cocina y ve un viejo libro que solía tener su madre en la consulta, su curiosidad la incita a preguntar.
- ¿Qué estabas haciendo? -no despega la mirada del libro mientras pregunta.
- Estaba... mmm.. bueno, estaba recogiendo el cuarto de atrás.
- No esperarás que me creas esa excusa, ¿no?.
- No, solo estaba leyendo el libro. Voy a hacer prácticas en enfermería.
- ¿Qué? ¿Por qué no me lo habías dicho?
- Porque no estaba segura de que quisiese hacerlo, me terminé de decidir hoy, cuando saqué los viejos libros de mamá.
- Me alegro mucho, seguro que sabrás tratar a los enfermos con esa paciencia que tienes.
- Bueno, por ahora son solo prácticas, no hay nada seguro.
Sabe que esa siempre ha sido la ilusión de Lav pero no había vuelto a mencionarlo desde que no estaba Sonia.