Hace un tiempo, no hace mucho, los futbolistas de 19 equipos de la Liga de las Estrellas temían cuando se acercaba la fecha de viajar a Navarra. Allí les esperaba El Sadar, el estadio del Club Atlético Osasuna.
El fortín rojillo casi siempre se llenaba de una afición entregada a su equipo que no dejaba respirar al rival. Hace una década era muy difícil puntuar en casa de los navarros que vivieron la época más exitosa de su historia.
La Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) nombró en diciembre de 2006 a Osasuna como mejor equipo del mundo. El conjunto rojillo vivía unos años muy dulces con varias participaciones en Europa e incluso con la histórica clasificación para la Liga de Campeones tras finalizar cuarto en la Liga.
El mexicano Javier Aguirre consiguió fabricar un equipo aguerrido, peleón como el que más, al que era muy difícil ganar, y casi imposible en su estadio. Su primera vuelta de aquella gran campaña 2005-06 fue excelente, terminando la primera vuelta como segundo clasificado tras el Barcelona de Rijkaard.
En aquel equipo Ricardo era el portero indiscutible. El veterano guardameta madrileño terminaba por todo lo alto una trayectoria deportiva anterior por el Atlético, Valladolid y Manchester. La defensa estaba formada por hombres de la casa: Josetxo, Flaño, Cruchaga más otros que llegaron y fueron importantes como Corrales y Carlos Cuéllar que luego fue de los primeros en marcharse a Inglaterra desde nuestro fútbol.
En el centro del campo el Osasuna se hacía fuerte, muy fuerte, sobre todo en casa. El navarro Puñal se convirtió en toda una leyenda con el paso de las temporadas. Otro joven de la casa se hizo todo un hombre junto a Patxi Puñal, se llamaba Raúl García. Junto al riojano David López, al hispano-marroquí Moha y al veterano Iñaki Muñoz estos jugadores formaron un bloque al que era muy difícil de hacer frente. Pocos equipos conseguían desplegar su juego ofensivo ante un conjunto tan bien armado como era ese Osasuna.
En el ataque contaba con futbolistas de calidad como Delporte y Valdo, y con Milosevic. El serbio era el hombre gol de Aguirre, figura fundamental para bajar el balón y para rematar los centros a puerta. El camerunés Webo y el argentino Romeo también aportaron su granito de arena.
Aquel equipo solo llegó a jugar la previa de la Champions League, el Hamburgo le privó de saborear el participar en la máxima competición europea, pero en el recuerdo de todos está aquel Osasuna de Aguirre que enamoraba por su entrega y corazón sobre el césped.
CA OsasunaJavier Aguirre