Antes de nada, debo avisar de que ésta pretende ser una entrada divertida. No pretendo criticar a nadie ni quejarme de nada. Tan sólo me apetecía hablar un poco en el blog sobre mi trabajo, parodiando las situaciones en las que todos los libreros nos hemos encontrado alguna vez en la vida. No todo el mundo es igual ni hace todas las cosas que aquí cuento. Pero, después de 7 años trabajando en una librería, me he dado cuenta de ciertos patrones que se repiten. Y aquí están.
Así que, quedan avisados, no se tomen esta entrada como nada excepto como lo que es: una broma. Espero que si hay algún librero en la sala, que me diga si se siente identificado
1. El libro de bolsillo no es un resumen
Parece una tontería pero os sorprendería saber la cantidad de personas que me han preguntado esto. Por norma general, y salvo poquísimas excepciones, el libro en bolsillo es exactamente igual que el libro en tamaño grande o trade. Sí, es más barato y trae lo mismo así que… ¿dónde está el truco? Esto me lleva al segundo apartado.
2. La edición en bolsillo no está el primer día
¿Primer problema del libro en bolsillo? Hay que esperar un buen tiempo a que salga en esta edición. No busquéis en bolsillo el último libro de Ken Follett, Sarah Lark o Stephen King el día del lanzamiento. En España normalmente pasa de media un año entre que salen a la venta el libro en tamaño grande y el de bolsillo. Algunas editoriales siguen sus propias políticas y no sacan el último libro de una saga en bolsillo hasta que sale una entrega nueva, otras editoriales ni siquiera tienen colección de bolsillo…
3. Leer el libro y devolverlo
Ay, la eterna broma del cliente hacia el librero. “¿15 días para la devolución? Entonces me lo leo y te lo devuelvo”. Sí, sonreímos y os seguimos el rollo, pero hemos escuchado tantas veces esa coña que perdió la gracia hace mucho tiempo. Pero tranquilos, no seréis ni los primeros ni los últimos en soltarla en el momento de iros, no os preocupéis
4. Orden alfabético
Nunca viene mal saberse el abecedario antes de entrar a una librería. Algunas secciones están colocadas por orden alfabético por el apellido del autor. Eso os ayudará a orientaros por las estanterías y encontrar los libros vosotros solos (esto es ideal para los tímidos y que no quieren preguntar).
5. El librero NO ha leído todos los libros
Los libreros no tienen los poderes de Cortocircuito para leer los libros. Diariamente llegan a la librería una media de 10-30 novedades (eso depende de la época, claro está). Es materialmente imposible que el pobre librero que os atiende se haya leído todos los libros de su librería, pero puede aconsejaros u orientaros sin problemas. Pensad en un farmacéutico, seguro que no ha probado todos los medicamentos
6. La librería NO tiene todos los libros del mundo
Agotados. Descatalogados. Con difícil distribución. O que simplemente no caben. Pensad que cuando entráis en una librería existe una mínima posibilidad (estoy siendo sarcástica, obviamente) de que el libro que queréis no esté físicamente en la librería. Si en vuestra casa no os entran todos los libros que compráis, imaginaos lo que puede llegar a ser una librería. Eso sí, seguramente os lo pueden pedir.
7. Recomendaciones del librero
Uno de los grandes momentos del librero es cuando el cliente le pide que le recomiende algo. Así, a lo loco, algo que le haya gustado. El librero piensa “Uy, éste es mi momento de difundir la buena literatura, de dar a conocer esa maravilla que se esconde en las estanterías y que casi nadie conoce”. Pero en el 90% de los casos el cliente mirará con recelo el libro recomendado y finalmente dirá: “Na, creo que me llevo éste de aquí que estuve mirando antes”. Ojo, no digo que el librero tenga siempre la razón. Pero de vez en cuando agradeceríamos que cuando se pide recomendación se nos haga caso.
8. Sagas de libros
Dejemos ya atrás las horribles y erróneas expresiones «triologías», «cuatrilogías» o «quintalogías» y demos la bienvenida a las maravillosas palabras: trilogía, tetralogía y pentalogía. Además, como curiosidad, os sorprendería saber la de confusiones que tiene la gente con la palabra “marcapáginas”. Hemos oído de todo: marcapasos, pasapáginas, marcalibro…
9. Los regalos y los precios
Has decidido comprar un libro y, cuando llegas a caja para pagarlo, el librero te pregunta “¿Lo quiere para regalo?”. Respondes afirmativamente y, cuando él ya te está envolviendo el libro con toda la habilidad que ha ganado en sus años de experiencia, le sueltas “¿Le has quitado el precio?”. ¡SÍ! ¡LE HA QUITADO EL PRECIO! Por eso te ha preguntado si es para regalo… (Debo reconocer que quizá es algo que me moleste sólo a mí, pero me pone de los nervios xDD).
10. La pela es la pela: los descuentos
Este es un tema peliagudo para algunas personas (no todas, ni siquiera la mayoría, por fortuna). Quizá esas personas se piensen que una librería es un zoco en pleno Marrakech donde se puede regatear el precio, o que comprar dos libros al año es “ser muy buen cliente”. Pero dejemos algo claro antes de nada: el precio del libro en España está protegido por ley. Da igual que te compres el libro en un Carrefour que en la librería de debajo de tu casa, el precio será el mismo.
¿Y no hay descuentos? Lo máximo que permite la ley es hacer un 5% de descuento, un 10% en ferias del libro. Así que si en la librería de dos manzanas más allá te hacen descuento, bien por ti, pero no lo vayas pidiendo como si fuera uno de los Derechos Humanos. He llegado a tener algunas situaciones de lo más surrealistas, como: “Son 15 euros, por favor”. El cliente mira el dinero que tiene en la mano y dice “Te doy 11,50€”. WHAT??!!
Y bueno, si queréis tener una matrícula de honor en la asignatura de clientes (en este caso, de cualquier comercio), no os olvidéis de abandonar el establecimiento cinco minutos antes de la hora de cierre. Los empleados os lo agradecerán y mantendrán su sonrisa cuando lleguen a casa